Internacional

Multimillonarios en órbita

En los últimos días dos multimillonarios han organizado sendos vuelos turísticos al espacio, y un tercero lo hará próximamente. Las escandalosas cifras del dinero necesario para pasear media hora por el espacio merecen una reflexión sobre la desigualdad de nuestro sistema económico y la insultante forma de algunos para ganar y gastar su fortuna.
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Primero fue el magnate británico Richard Branson, cofundador de Virgin Group, quien el 11 de julio viajó hacia las fronteras del espacio a unos 80 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. Después fue Jeff Bezos, también multimillonario y fundador de Amazon, el 20 de julio se convirtió en el segundo viajero particular en cruzar el espacio a bordo de su propia nave. A diferencia de Branson, la nave de Bezos no era un avión, sino un cohete. Y próximamente se espera que lo haga el tercer multimillonario en la carrera por el turismo espacial, el consejero delegado de Tesla, Elon Musk.
Los tres han fundado sus propias compañías aeroespaciales: Virgin Galactic, Blue Origin y SpaceX, convirtiéndose en pioneros del turismo interestelar.
Este fenómeno nos da pie para hacer algunas reflexiones:

1. El origen del dinero

Bezos tuvo que vender casi 5.000 millones de dólares de Amazon para financiar su compañía aeroespacial Blue Origin. Una minucia para quien se le calcula una fortuna superior a los 200.000 millones de dólares, según el índice de multimillonarios de Bloomberg, lo que lo convierte en la persona más rica del mundo.
Según informó The New York Times el viajecito del fundador de Amazon costó 28 millones de dólares. A todo lo anterior hay que sumarle los mil millones de dólares que se prevé que siga gastando cada año en su programa espacial privado.
Pero lo más humillante es lo que se permitió decir en la rueda de prensa posterior al vuelo: "También quiero dar las gracias a cada cliente y a cada empleado de Amazon porque vosotros, amigos, habéis pagado todo esto".
Condiciones laborales
La indignación estalló puesto que durante los últimos años en Amazon se han convocado numerosas protestas, movilizaciones y huelgas. Sus abusivas políticas laborales son denunciadas constantemente por trabajadores y sindicatos.
La más reciente de ellas fue que algunos repartidores de la compañía denunciaron que tenían que orinar en botellas de agua debido a que los plazos de entrega les impedían ir al baño en ruta debido a los ajustados tiempos de reparto. Un periodista infiltrado comprobó que algunos trabajadores se vieron obligados a recorrer todo el almacén de 13 km para llegar a los dos únicos servicios de la empresa, de cuatro plantas.
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El año pasado, Amazon hizo público que tuvo una estadística de 6,5 lesiones por cada 100 trabajadores. Esa tasa es un 50% superior a la que muestra el gremio de mozos de almacén en EEUU (que se situó en 4 por cada 100) y más del doble que la estadística general, que se situó en 2.8.
Cámaras de vigilancia
La monitorización que hace de sus empleados y los sistemas utilizados para ello ha sido otro de los asuntos que siempre ha estado en el ojo del huracán. El propio Jeff Bezos se ha mostrado partidario en público del uso de algoritmos para organizar los turnos o asignar cargas de trabajo. A principios de año se conocieron los planes para instalar cámaras con inteligencia artificial en sus camiones de reparto.
En los almacenes cuentan con varios sistemas capaces de controlar el tiempo que pasan fuera de sus puestos. Un informe publicado en The Mirror documenta que se les pedía a los empleados que debían trabajar 10 horas diarias, a excepción de dos descansos de 30 minutos. Las visitas al aseo fueron cronometradas automáticamente por dispositivos.
La propia congresista neoyorquina Alexandra Ocasio-Cortez le constestó: "Sí, los empleados de Amazon han pagado esto; con salarios más bajos, impidiéndoles la actividad sindical, con unos centros de trabajo frenéticos e inhumanos y con los repartidores sin seguro médico durante una pandemia".
152.000 dólares por minuto
Según cálculos de Business Insider, Bezos ha ganado alrededor de 152.207 dólares por minuto (alrededor de 128.000 euros) y 2.537 dólares por segundo (más de 2.000 euros). Comparar estas cifras con el común de los mortales no resulta nada fácil. Por poner un ejemplo: Bezos se embolsa tres veces más en un segundo que un trabajador estadounidense promedio en una semana. O más: gana más del triple en un minuto que lo que gana un trabajador estadounidense promedio en un año.
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Lo insultante del dinero gastado por Bezos ha llamado la atención incluso de Forbes, que ha recordado que el dinero gastado para disfrutar durante 10 minutos de ver las estrellas es similar a la cifra destinada por el Gobierno español para combatir el paro juvenil. Dinero con el cual se podría contratar a más de un millón de jóvenes durante tres años.
Tesla y derechos laborales
En cuanto a Elon Musk, él mismo señalaba en el podcast The Joe Rogan Experience que planificaba reuniones con sus subordinados a la una o las dos de la madrugada. En 2019 un tribunal de Estados Unidos sentenció que Tesla había violado los derechos laborales de sus trabajadores al interferir en la organización legítima de un sindicato, según informó Reuters.
El fabricante de coches eléctricos ya había sido acusado por extrabajadores de imponer una política de asistencia que quitaba puntos a los empleados que se retrasaban o se ausentaban de sus puestos de trabajo, según The Guardian.
150 despidos en Virgin
Respecto a Richard Branson, aunque su prestigio en el trato laboral es mejor que los demás, no olvidemos que hace un año anunciaba el despido de 3.150 trabajadores, un tercio de su plantilla, y que dejó durante ocho semanas sin trabajo ni sueldo a los trabajadores de Virgin Atlantic para ahorrar gastos. Un año después estaba viajando al espacio con los beneficios de sus empresas.
La simpatía y aplauso que han sembrado en los informativos los viajes espaciales de los multimillonarios contrastan con las enemistades que generan la insolente riqueza de estos multimillonarios y su forma de gastar. En breve tiempo se han recogido más de 150.000 firmas pidiendo que tras su próximo vuelo espacial no vuelvan a la Tierra.

2. Doble rasero medioambiental

Mientras que nos han explicado cómo afecta al calentamiento global y cuáles son las emisiones de CO2 que se producen con los gases del tubo de escape de nuestro coche de gasoil o las flatulencias de las vacas que nos comemos, no se ha contado con igual atención el impacto medioambiental de los paseos de los multimillonarios. Según cálculos realizados por el Financial Times, por pasajero, por milla, las emisiones de CO2 son 12 kg para el viaje espacial de Virgin frente a 0,2 kg para el vuelo de una aerolínea comercial.
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Los relaciones públicas de los empresarios y sus empresas no cesan de señalar que el coste medioambiental de sus vuelos son "irrelevantes en términos globales". Evidentemente la huella ecológica de un solo individuo nunca podrá ser especialmente relevante en un mundo con 7.800 millones de personas, pero lo que es indiscutible es el desequilibrio entre el daño de las élites de millonarios al medio ambiente y el daño de la población mayoritaria. Es verdad que la aviación "solo" supone del 2% y al 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero es que el 90% de la población mundial no ha subido a un avión en su vida. Imaginen el porcentaje de privilegiados que podrán viajar al espacio, como están planeando las empresas de estos multimillonarios, mientras a los demás se nos pide que no usemos bolsas de plástico ni comamos carne.
Vuelos sostenibles
Mientras tanto, con su buena dosis de cinismo, Virgin Galactic, la compañía de vuelos espaciales de Branson, dice que se centra en la "sostenibilidad medioambiental" y Bezos cree que los viajes espaciales ofrecen una posible solución al cambio climático.
A pesar de sus discursos y gestos, los multimillonarios espaciales son un problema para nuestro planeta. Aunque Tesla se presenta como una compañía ecológica, la afición de Musk al bitcóin preocupa a los defensores del medio ambiente, pues el minado de criptomonedas es una de las principales fuentes de las emisiones de CO2.
Es evidente que una empresa como la Amazon de Jeff Bezos no es muy saludable para el medio ambiente si tiene como actividad repartir paquetes en camiones, coches y aviones por todo el mundo, con sus correspondientes embalajes de cartón y plástico.

3. Cómo nos lo venden

Otra de las grandes jugadas propagandísticas de los multimillonarios espaciales es presentar su capricho como un ejemplo más de exploración espacial o incluso de investigación. Hasta se atreven a insinuar que gracias a sus precursores viajes se está explorando la posibilidad de colonizar otros mundos donde se pueda dar salida a una salvación de la humanidad.
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Pero no hay nada de interés colectivo o bien común en el capricho de que unos ricos se den un paseo multimillonario de diez minutos por el espacio. Incluso si de algo puede ser precedente es que se desarrolle el turismo espacial y haya más millonarios contaminando con sus naves espaciales mientras los demás los vemos en la televisión y trabajamos y consumimos para financiárselo. Me imagino qué vida de caprichos llevará ese chaval de 18 años cuyos padres le han pagado de regalo el pasaje para viajar al espacio con el fundador de Amazon.
Donación a comedor popular
Sus intentos de lavado de imagen son igual de ofensivos que sus derroches de dinero. Al terminar el vuelo espacial, Bezos anunció que donaría 100 millones de dólares al Chef José Andrés para que, a través de su ONG, pueda alimentar a personas desplazadas y afectadas por el cambio climático y por otras cuestiones. Y si lo tuyo fuera el feminismo en lugar de la ecología también se merecerá tu aplauso porque se llevó en el cohete a una anciana que quiso ser astronauta y nunca pudo lograrlo.

4. La metáfora de hacia dónde vamos

Hubo un tiempo en que la exploración espacial se hacía con profesionales con dinero de las instituciones públicas y pensando en el interés común. Hoy ya se ha individualizado y privatizado todo. Antes, la civilización humana seleccionaba a unos profesionales para que exploraran el espacio y compartieran su conocimiento, y ahora unos ricos se pasean con su dinero por el espacio porque tienen más riqueza que los propios Estados que enviaban operaciones espaciales.
Más desigualdad que en el Imperio Romano
Creo que nunca en la historia de la humanidad las desigualdades sociales han sido tan acentuadas como para que decenas de miles de personas se mueran de hambre mientras algunas se iban de turismo al espacio. La corresponsal de Rusia Today en Washington Helena Villar cuenta en su libro Esclavos Unidos, de próxima aparición, que la desigualdad en Estados Unidos ha llegado a tal punto que, en los últimos años, el 1% de los estadounidenses más ricos ha arrebatado 50 billones al 90% más pobre. Un estudio histórico ha revelado que en Estados Unidos, la sociedad ya es más desigual que en el antiguo Imperio Romano. En la Antigua Roma el coeficiente de desigualdad de Gini establecía que 1% de la gente acumulaba el 16% de la riqueza, mientras que en Estados Unidos se llevan el 40%. Se calcula que los tres individuos más ricos tienen el mismo patrimonio que la mitad más humilde del país, es decir, que 160 millones de personas.
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Lo contaba así Elisa Beni: "Los muy ricos ya se han ido. La concentración de la riqueza en manos de una minoría les ha permitido alcanzar niveles nunca jamás conocidos en la historia de la Humanidad. Ni Craso soñó tal cosa. Así que se alejan, salen de nuestra órbita, ya no viven en nuestro mundo ni les interesa nuestra política ni temen a los gobiernos que no pueden ni recaudarles los impuestos que serían justos. Están fuera. No podemos ni rozarlos. Sus corporaciones tienen ya más poder que muchos Estados y a eso es en realidad a lo que aspiran. Ensayan fórmulas para crear sus propias ciudades y convertirlas en ciudades-estado que se rijan por sus propias normas. No les basta ya con comprarse islas".
Si veo un OVNI
Y mientras lo hacen, nosotros los miramos embobados, aplaudimos su riqueza, suspiramos viendo sus coches y palacios, compramos sus productos con nuestros míseros sueldos. Y nos llevamos la bolsa de plástico al súper para proteger el planeta.
A partir de ahora, si veo un OVNI merodear por mi casa le tiraré piedras porque ya sé que será algún multimillonario de otro planeta.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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