Una opinión confirmada estos días por la publicación académica British Medical Journal, en un artículo titulado COVID-19: ¿Cómo la variante brasileña se apoderó de Sudamérica?
Según el informe científico, Brasil "es responsable del colapso sanitario que sufre la región desde marzo del 2021", momento en que comenzó "una fuerte circulación comunitaria de la variante P1 (Manaos) que ocasionó que el país registrara más de 4.000 muertos en un día".
En efecto, a partir de marzo los contagios tuvieron un aumento exponencial en países limítrofes de Brasil como Paraguay y Uruguay, pero también crecieron verticalmente en Argentina, Chile, Colombia y Perú.
"El caso de Uruguay resulta el más paradigmático de esta situación ya que pasó de un vértice al otro, de la menor incidencia a la más alta del mundo", señala el informe.
Michael Touchton, del Observatorio para la Contención del COVID-19 de la Universidad de Miami en las Américas, agrega en una entrevista con el British Medical Journal que "la distribución de la vacuna no es lo suficientemente rápida para contrarrestar la variante más contagiosa y aparentemente más letal".
Por lo anterior, los países de la región se vieron impulsados hacia aquellos proveedores que les aseguraron la mayor cantidad de vacunas, siendo China el más destacado.
América latina "es el mayor receptor per cápita de vacunas chinas, que para muchos países son la única opción por ahora", de acuerdo con el diario de Hong Kong, South China Morning Post.
El mencionado informe científico destaca que "América Latina ha firmado acuerdos para 225 millones de dosis de vacunas chinas", lo que equivale a 36 dosis por cada 100 personas, por delante del sudeste asiático con 31 dosis por cada 100 personas y Oriente Medio con 35 dosis. Por su parte, Europa Central y Oriental van a la zaga con solo seis dosis por cada 100 personas, pero por delante de África con cuatro dosis.
En cuanto a los países, Chile compró 323 dosis por cada 100 personas, seguido de Brasil con 47 dosis. South China Morning Post asegura que "Pekín ha estado luchando por ganar influencia más allá de la esfera económica", lanzando ensayos clínicos en Brasil en julio de 2020 y en noviembre en Chile. "A principios de febrero de 2021, tanto Brasil como Chile fueron los primeros en administrar las vacunas Sinovac al público".
El puntillazo lo dio el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien a comienzos de mayo dijo en un acto junto al embajador de Pekín: "nunca olvidaremos la hermandad de los chinos durante los amargos y angustiosos meses de la pandemia", destacando la rapidez con la que llegó la ayuda.
Sin embargo, la ayuda de China no es gratuita ni desinteresada. El Dragón es el segundo socio comercial de América Latina y el primer destino para las exportaciones de Brasil, Chile y Perú, pero es también la segunda fuente de inversión directa para la región, sobre todo en el sector energético, con 60.000 millones de dólares en los últimos cinco años.
Uno de los objetivos estratégicos de China consiste en el despliegue en América Latina de las redes 5G. La empresa Huawei ya consiguió establecer centros de datos en la nube tanto en Brasil como en México, mientras en Chile lanzará un segundo centro de datos.
Huawei logró posicionarse en el top 3 en dispositivos móviles; partiendo de una posición marginal, está operando ahora en 20 países latinoamericanos.
"En 14 de estos países su presencia en el mercado supera los dos dígitos, mientras que en cuatro de ellos tiene una presencia por arriba del 20%", sostiene la página Latinoamerica Tech.
Pese a estos innegables avances, la vacuna china más difundida en la región está bajo escrutinio.
"Sinopharm tiene una tasa de eficacia del 78%, pero representa solo el 6% de los compromisos de vacunas de China en América Latina. CanSino, con un contrato por 100 millones de dosis a México, muestra una eficacia del 66%. Pero Sinovac, que representa el 90% de las compras chinas en América Latina, tiene una tasa de eficacia de solo el 50,4%, según los últimos ensayos clínicos en Brasil", señala el British Medical Journal.
Por su parte, Pfizer, Moderna y Sputnik V tienen tasas de eficacia en torno al 90-95%. Una de las grandes preocupaciones consiste en la propagación de nuevas cepas y la incierta respuesta de Sinovac ante ellas, en particular la variante P-1 con origen en Manaos, que es la principal responsable del actual incremento de los contagios.
La preocupación es razonable y no es menor, aunque detrás de ella, como telón de fondo, aparece la tremenda competencia geopolítica entre EEUU y China. Aunque Washington está ofreciendo muy pocas vacunas a una región que las necesita con urgencia, un paso en falso de China puede ser muy perjudicial para sus intereses.
Por eso el informe del medio científico concluye: "si los lanzamientos de vacunas en América Latina se quedan cortos y la inmunidad colectiva comienza estar cada vez más fuera de alcance, podría desencadenar una reacción popular y, en última instancia, poner en peligro los objetivos económicos de China en la región".
No debe olvidarse que el talón de Aquiles de las mercancías chinas es su calidad, por lo menos en la percepción del público. Los países latinoamericanos vienen exportando a China minerales, hidrocarburos y alimentos con bajo valor agregado, e importan productos industrializados livianos. En pocos años China pasó de vender a la región vestimenta y calzados a "exportar cada vez más productos electrónicos, maquinarias, instrumentos médicos, coches".
Sin embargo, el made in China no goza de prestigio, pese a los avances del Dragón en tecnologías de punta y al esfuerzo que viene realizando para mejorar su imagen. Cualquier tropiezo, por pequeño que sea, puede tener consecuencias desagradables para las aspiraciones chinas en América Latina.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK