En algún momento la Confederación de Fútbol (Conmebol) soñó que la Copa América 2020 entrara en la historia por ser el primer torneo disputado en dos países no limítrofes: Argentina y Colombia. La edición especial del torneo de selecciones más antiguo del mundo iba a comenzar el 12 de junio de 2020 en Buenos Aires y tendría su final en Barranquilla el 12 de julio.
Pero nada de eso sucedió. Primero la pandemia de COVID-19 obligó a postergar el campeonato a 2021 y luego la ola de protestas contra el Gobierno de Iván Duque en Colombia hizo imposible que ese país pudiera cumplir con los encuentros que debía albergar. El último golpe al campeonato llegó el 30 de mayo, cuando la Conmebol oficializó la posibilidad que ya se temía en los días previos: la intensidad de una nueva ola de coronavirus descartó a Argentina como organizador.
Sin sede confirmada y a dos semanas de la fecha de inicio prevista para el torneo, la Conmebol giró su vista hacia otros países sudamericanos. Sin embargo, la Copa América no parece ejercer demasiada seducción en naciones mucho más preocupadas por los constantes embates de la pandemia y sus consecuencias sanitarias y económicas que en abrir las puertas al fútbol.
Paraguay y Uruguay, dos históricos del fútbol continental, aparecieron como posibilidades para ser sedes sustitutas. Mientras Paraguay, por albergar la sede de la Conmebol, siempre es una plaza cercana para la dirigencia del fútbol sudamericano. Uruguay, en tanto, ha mantenido una relación cercana con el presidente de la Conmebol, el paraguayo Alejandro Domínguez, y logró que su capital, Montevideo, sea sede de las finales de los dos torneos de clubes, la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana.
Sin embargo, ambas naciones se sumaron a la lista de decepciones para la Conmebol. Desde Montevideo, el expresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol y actual titular de la Secretaría Nacional de Deporte, Sebastián Bauzá, dio por terminadas las especulaciones sobre su país como eventual sede de emergencia.
"Nunca nos fue ofrecida ni nos postulamos para recibir la Copa América", dijo el jerarca en declaraciones a la emisora uruguaya Sport 890. Bauzá recordó que alojar al torneo implica "recibir nueve delegaciones, árbitros y periodismo", algo inviable en el país que se mantiene entre los primeros en el mundo en muertes por millón de habitantes por COVID-19 y que está lejos de contar con la infraestructura exigida para el campeonato.
Desde Paraguay fueron igual de tajantes. "Desde la Asociación Paraguaya de Fútbol me descartan que Paraguay se haya ofrecido a organizar la Copa América", reportó el periodista Wilson González del diario ABC del país sudamericano.
Desde Chile a EEUU, los que quisieron y no pudieron
La posibilidad de que el torneo se realice en Estados Unidos —algo que ya sucedió en 2016 con la edición especial conocida como Copa América Centenario— también creció durante algunas horas el 30 de mayo. El interés del país norteamericano por volver a recibir a las selecciones del sur ya constaba en las carpetas de la Conmebol pero entregarle a los estadounidenses el poder de la organización no simpatizaba a Alejandro Domínguez y sus socios.
Además, si bien EEUU cuenta con infraestructura adecuada para la disputa del torneo, las fechas de la Copa América se solaparían con la Copa de Oro, el torneo de selecciones de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf), cuyo inicio está previsto para el 10 de julio.
Distinta había sido la postura oficial de Chile, una plaza que llegó a manejarse por parte de la Conmebol para sustituir los partidos que debían disputarse en Colombia. La propia ministra de Deportes del Gobierno chileno, Cecilia Pérez, aseguró el 20 de mayo que su país estaba "preparado" para hacerse cargo del torneo. El ministro de Salud chileno, Enrique Paris, llegó a decir que la cartera ya estaba preparando un "protocolo sanitario" para recibir la Copa América
Lejos del optimismo del Gobierno chileno, legisladores de la oposición cuestionaron que la administración de Sebastián Piñera pusiera foco en organizar de urgencia el evento deportivo cuando, a pesar de ser el que más ha vacunado en América Latina, todavía enfrentan una ola de nuevos contagios.
Por el camino también habían quedado propuestas de Ecuador y Venezuela. En realidad, ambos países se habían postulado para ser sede de los partidos que debían realizarse en Colombia y no para alojar a todo el campeonato.
¿Bolsonaro fue clave para llevar la Copa América a Brasil?
En medio de la confusión, la Conmebol sorprendió con un anuncio en la mañana del 31 de mayo: "La Conmebol Copa América 2021 se jugará en Brasil!", lanzó el organismo a través de Twitter.
Según Conmebol, las fechas y las sedes de la nueva versión del torneo ya quedaron confirmadas y serán divulgadas más adelante.
El organismo volvió a sorprender cuando, en un siguiente tuit, agradeció explícitamente al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y "a su equipo" por, junto con la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), "abrir las puertas de ese país al que es hoy en día el evento deportivo más seguro del mundo".
El propio presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, amplió luego los elogios al mandatario brasileño.
De acuerdo al medio brasileño Globo Esporte, la posibilidad de que Brasil fuera sede la Copa había sido descartada preliminarmente por la CBF pero fue el Gobierno Federal de Brasil el que torció la balanza. Tras una consulta realizada el 31 de mayo por la Conmebol, el Gobierno de Bolsonaro dio el sí y accedió a organizar el torneo.
Si bien el mandatario evitó referirse a la noticia inmediatamente, la pasión del presidente brasileño por el fútbol es conocida, así como su gusto por mostrarse como protagonista en los eventos deportivos. En 2019, año en que Brasil ya había organizado la Copa América, el presidente asistió a varios partidos importantes de la Selección Brasileña como la inauguración, la semifinal frente a Argentina y la final contra Perú.
A un año de las elecciones presidenciales de 2022, Bolsonaro volverá a tener un torneo de la Selección Brasileña en su casa como vidriera para mostrarse, con la ventaja de que la falta de público en las tribunas impedirá que sea abucheado por las tribunas, como sucedió en Maracaná en la final de la Copa de 2019.