Madame Tussaud llegó al Reino Unido en 1802. Traía desde Francia su propia colección de modelos y figuras de cera con la que recorrió las islas británicas durante décadas en muestras itinerantes hasta que fundó el museo de cera más conocido del mundo en 1835.
Destacaba su exhibición llamada El cuarto separado, luego conocida como La cámara de los horrores, que presentaba las cabezas de históricas figuras de la Revolución francesa, como Robespierre, Jacques Hébert, Jean-Baptiste Carrier y Antoine Fouquier de Tinville, además de los propios monarcas depuestos Luis XVI y María Antonieta de Austria. Todos ellos habían sido ejecutados con la guillotina durante los agitados años finales del siglo XVIII.
La propia Madame Tussaud había realizado los modelos de los decapitados usando las cabezas de esos célebres guillotinados, entregadas por los revolucionarios para que Tussaud tomara los moldes e hiciera las máscaras mortuorias. Unas más maltrechas que otras, las cabezas de aquellos desafortunados, a quienes había conocido en vida, terminaron en sus manos, y gracias a ellas comenzó un negocio que hoy factura millones de dólares al año.
Quién fue Madame Tussaud
Marie Tussaud nació como Marie Grosholtz en Estrasburgo, noreste de Francia, el 1 de diciembre de 1761. Vivió parte de su infancia en la ciudad suiza de Berna al cuidado de su madre —su padre murió pocos meses antes de su nacimiento— y bajo la protección del médico Philippe Curtius, quien también confeccionaba modelos anatómicos de cera. Marie lo llamaba tío, pero corrieron rumores de que Curtius era su verdadero padre.
Según refieren las memorias de Madame Tussaud, Luis Francisco I de Borbón, príncipe de Conti —un mecenas y noble francés, de cierta influencia en la corte francesa— supo apreciar la calidad de los modelos de Curtius, a quien convenció de dejar el ejercicio de la medicina para vivir de su arte y radicarse en París, donde no faltarían nobles interesados en contar con sus servicios. Curtius partió entonces a la capital francesa, y se llevó consigo a Marie, que tenía entonces seis años de edad.
En París, Curtius se volvió muy reconocido. Recibía en su casa a personalidades de la talla de los escritores y filósofos Voltaire (1694-1778) y Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), o del polímata estadounidense Benjamin Franklin (1706-1790), uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, quien por esa época había viajado a Francia.
Busto del Dr. Philippe Curtius, maestro de Madame Tussaud.
Con las enseñanzas de Curtius, Marie pronto manejó con destreza la ceroplástica y sus modelos resultaron de una prodigiosa exactitud. Siendo muy joven, modeló las figuras de los citados Franklin, Rosseau y el propio Voltaire, de quien hizo una máscara apenas dos meses antes de su muerte.
Una de las nobles que solía visitar la casa de Curtius fue la princesa Isabel Filipina María Elena de Francia, más conocida como Madame Isabel, la hermana menor del rey Luis XIV de Francia. La princesa admiraba tanto los modelos de Curtius que quiso tomar clases. Curtius, ocupado, delegó la tarea en la joven Marie. El vínculo entre ambas mujeres se estrechó tanto que la princesa solicitó a Curtius que Marie se fuese a vivir a Versalles, bajo su protección.
Madame Tussaud en Versalles
La vida de la joven Madame Tussaud en el palacio giraba en torno a la princesa, que la tenía en alta estima. Tussaud la recuerda, sobre todo, como una persona muy bondadosa y caritativa, con predilección por confeccionar modelos de cera de Jesucristo, la virgen María y santos.
Durante esa época previa a la Revolución, los nobles acudían a Tussaud para que les confeccionara los modelos de sus rostros. Allí conoció en persona a los reyes de Francia, Luis XVI y María Antonieta. Fue testigo de entretenimientos variados, galas de agasajo a las visitas extranjeras, y veladas exquisitas en los jardines de Versalles, en las cuales la pareja real se mostraba accesible y complaciente. Madame Tussaud vivió de manera dichosa aquel tiempo en el seno de la nobleza francesa.
A comienzos de 1789, Tussaud regresó a la casa de su tío, donde ya se reflejaba el ambiente convulso de la época. Los intelectuales que solían visitar a Curtius habían dejado su lugar a "políticos fanáticos, demagogos furiosos, y teóricos salvajes", defensores del republicanismo, con un discurso incendiario y antimonárquico.
Pronto Curtius y Madame Tussaud comenzarían a tener un rol inesperado en la Revolución. El 12 de julio de 1789, dos días antes de la toma de la Bastilla, una exaltada multitud acudió a la exposición de Curtius a reclamar la entrega de los bustos de dos de los favoritos de la causa revolucionaria, el duque de Orleans —miembro de la realeza, partidario de la Revolución— y de Jacques Necker —exministro de Hacienda, despedido por Luis XVI—, con el propósito de marchar con estos por las calles parisinas.
Exigieron también el busto de Luis XVI, pero Curtius se rehusó diciendo que era en realidad un modelo de cuerpo entero del monarca y que se haría pedazos durante la marcha. Los manifestantes finalmente pusieron en pedestales los bustos entregados por Curtius y marcharon hacia la plaza Vendome, donde se enfrentaron a las tropas reales.
Madame Tussaud y los nobles decapitados
Los años siguientes a la toma de la Bastilla fueron de intensas luchas políticas, dirimidas en la Asamblea Constituyente, que fue cortando de forma progresiva las facultades de la monarquía, mientras la revolución seguía transformando toda Francia.
Por ese entonces la casa de Curtius era frecuentada por los jacobinos, un importante grupo político revolucionario. Madame Tussaud escuchaba sus arengas contra el rey y temió que lo peor para la familia real estaba por llegar. Curtius, según consta en las memorias de Tussaud, aunque se mostraba en el seno de su familia como un realista, se adhirió al bando antimonárquico a sabiendas de que este prevalecería, actitud con la cual garantizaría la seguridad de sus seres queridos y de su propiedad.
Hacia 1791, se aprobó la primera Constitución de Francia, que quedó constituida como una monarquía constitucional con división de poderes. El rey Luis XVI ejercería el poder Ejecutivo.
Al tiempo, Austria y Prusia declararon la guerra a Francia, con el propósito de regresar el poder a la monarquía, y evitar con ello que la revolución se propagara por Europa. La amenaza de invasión generó temor en los franceses y el descontento hacia el rey alcanzó nuevas cotas.
El 13 de agosto, Luis XVI fue detenido y encerrado en la torre del Temple, una célebre prisión parisina. En septiembre, en plena guerra y ante el temor de la contrarrevolución —la cual para muchos podría gestarse desde las prisiones donde habían sido encarcelados los monárquicos—, se desataron las masacres de septiembre. Los revolucionarios sacaron a los presos de las cárceles —muchos de ellos, presos comunes— y los ejecutaron.
Una de las víctimas de estas matanzas fue María Teresa Luisa de Saboya-Carignano, la princesa de Lamballe, una de las nobles que mayor impresión causó en Madame Tussaud durante el tiempo que vivió en Versalles. Lamballe era una de las amigas más cercanas y confidente de María Antonieta.
El 3 de septiembre de 1792, luego de negarse a jurar odio al rey, la reina y la monarquía, Lamballe fue liberada. La multitud que aguardaba en la calle reconoció a la princesa, la atacó y la masacró. Le cortaron la cabeza y se la llevaron a Tussaud, quien fue obligada a tomar el molde de cera de Lamballe, mientras sus verdugos, "brutales monstruos, cuyas manos estaban bañadas en la sangre de la inocente", permanecían de pie junto a ella.
Muerte de la princesa de Lamballe.
La cabeza, el corazón y las manos de Lamballe fueron puestos en picas con las cuales la muchedumbre recorrió las calles parisinas hasta llegar a la torre del Temple, la fortaleza medieval donde se encontraba recluida María Antonieta, para que la reina viera cómo había terminado su amiga. No obstante el relato de Tussaud, la forma en que murió Lamballe y lo que pasó con sus restos ha sido debatido por los historiadores.
El 21 de septiembre de 1792 comienza a sesionar la Convención Nacional, primer órgano de gobierno de la Primera República Francesa, que concentraba el poder ejecutivo y el legislativo. Al cabo de unos meses y tras un juicio, el rey fue condenando a pena de muerte. El 21 de enero de 1793, Luis XVI fue ejecutado mediante la guillotina. Madame Tussaud sería la encargada de realizar su máscara mortuoria.
21 de enero de 1793: ejecución de Luis XVI en la Plaza de la Revolución (antigua Plaza Luis XV, que en 1795 se convirtió en Plaza de la Concordia).
En abril de 1793, fue creado el Comité de Salvación Pública, donde ejercería gran influencia Maximilian Robespierre, líder de los jacobinos y presidente de la Convención Nacional. En este comité recayó gran parte del poder ejecutivo durante el llamado Terror francés (septiembre 1793-julio de 1794), período en el que miles personas fueron guillotinadas como parte de las medidas contra la amenaza antirrevolucionaria dentro del país. En ese contexto, Robespierre y otros jacobinos presionaron para que María Antonieta fuera ejecutada.
El 14 de octubre, María Antonieta fue llevada a juicio. Tussaud afirma que ningunos de los cargos "menores" en su contra fueron comprobados, menos aún la acusación de incesto con su propio hijo, el delfín Luis XVII de Francia, realizada por el líder revolucionario Jacques Hébert, una acusación que Tussaud no menciona directamente ya que es "muy desagradable para ser registrada y la cual fue rechazada incluso por sus sanguinarios jueces", señala la artista.
Luego de los testimonios, el fiscal Antoine Fouquier de Tinville declaró culpable a María Antonieta y fue condenada a muerte. El 16 de octubre de 1793, fue llevada a la plaza de la Revolución, actual plaza de la Concordia, donde fue ejecutada en la guillotina. A Tussaud le llevaron la cabeza de la desafortunada monarca para que realizara la máscara mortuoria.
La ejecución de María Antonieta, el 16 de octubre de 1793. Sanson, el verdugo, mostrando la cabeza de María Antonieta al público (anónimo, 1793).
Nadie se salva de la guillotina
Unos meses después de la ejecución de María Antonieta, Jacques Hébert fue juzgado por el Tribunal revolucionario debido a su enfrentamiento político con Robespierre y llevado a la guillotina el 24 de marzo de 1794. Nuevamente, los servicios de Madame Tussaud fueron requeridos para que tomara un molde de la cabeza, esta vez, del desgraciado revolucionario.
En abril de 1794, mientras Curtius se encontraba fuera de París, enviado por Collot d'Herbois y Robespierre en una misión militar, Madame Tussaud, su madre y su tía fueron denunciadas y acusadas de partidarias de la monarquía.
Al cabo de tres meses, Madame Tussaud y su familia fueron liberadas. Tussaud atribuye la liberación a la intermediación del general Jean Baptiste Kléber, amigo personal de su tío Curtius.
Aunque intentó resistir hasta el final, el turno de Robespierre también llegó. Fue guillotinado el 28 de julio de 1794 y Tussaud hizo una máscara mortuoria de su cabeza mutilada. Robespierre tenía una herida de bala en su mentón, producto de un intento fallido de suicidio.
"Cuando descubrió que no habría forma de escapar de la ejecución, intentó volarse los sesos con una pistola, pero solo se destrozó la mandíbula inferior, que tuvo que ser atada cuando lo llevaron al cadalso. El verdugo, cuando estaba a punto de hacer su trabajo, arrancó el vendaje con brusquedad y Robespierre lanzó un chillido penetrante, al separarse su mandíbula inferior de la superior, mientras su sangre fluía copiosamente. Su cabeza presentaba un espectáculo espantoso", rememora Tussaud.
Finalizado el Terror, seguiría la rendición de cuentas. "Con el paso del tiempo, habiendo llegado el día del castigo, la Convención comenzó a buscar a los monstruos más feroces, cuyos crímenes habían traído sobre el público semejante desgracia; y Carrier, el sanguinario tirano de Nantes, fue el primer culpable elegido", recuerda Tussaud sobre el caso de Jean-Baptiste Carrier.
Carrier fue el responsable de dirigir las ejecuciones masivas de miles de contrarrevolucionarios en Nantes: se los ataba de pies y manos y se los subía a bordo de barcas que luego serían hundidas en aguas del río Loira. Según distintas versiones, entre 1.800 y 9.000 personas fueron ejecutadas de esta manera, incluyendo niños, mujeres, sacerdotes y contrarrevolucionarios.
Carrier fue el responsable de dirigir las ejecuciones masivas de miles de contrarrevolucionarios en Nantes: se los ataba de pies y manos y se los subía a bordo de barcas que luego serían hundidas en aguas del río Loira. Según distintas versiones, entre 1.800 y 9.000 personas fueron ejecutadas de esta manera, incluyendo niños, mujeres, sacerdotes y contrarrevolucionarios.
El 16 de diciembre de 1794, Carrier fue guillotinado. La cabeza fue entregada de forma inmediata a Madame Tussaud para que realizara su habitual trabajo con ella.
El fiscal Fouquier Tinville fue condenado a muerte y ejecutado el 7 de mayo de 1795. "Al mirar los preparativos de su propia muerte no parecía obtener el mismo placer que demostró en tantas otras ocasiones al contemplar los arreglos necesarios para la ejecución de otros", opinó Tussaud. La cabeza del exfiscal revolucionario también llegó a las manos de Madame Tussaud.
El asesinato de Marat
Mención aparte merece la muerte de Jean-Paul Marat, una de las figuras más reconocidas de la Revolución francesa. El 13 de julio de 1793, Marat fue asesinado en su casa por la joven Charlotte Corday, quien había acudido al lugar con el propósito de brindarle información a Marat sobre los girondinos —grupo político de la Asamblea Nacional, con quienes los jacobinos, liderados por Robespierre y Marat, habían tenido disputas y acusaciones mutuas— que habían huido. Sin embargo, Corday resultó ser una girondina y apuñaló a Marat.
Madame Tussaud fue llevada a la casa de Marat "con el propósito de tomar un molde de su rostro. Él estaba aún tibio, y su cuerpo sangrante y el aspecto cadavérico de sus facciones casi diabólicas presentaban una escena repleta de horror, y Madame Tussaud cumplió su tarea bajo la influencia de las emociones más dolorosas", recogen sus memorias.
Según refiere Tussaud, quien le pidió que hiciera la máscara de Marat fue el célebre pintor Jacques-Louis David, quien más tarde usaría la máscara como modelo para pintar su famoso cuadro sobre el asesinato de Marat. David era uno de los tantos jacobinos que frecuentaba la casa de Curtius. Tussaud recuerda su semblante "sumamente repulsivo" y su "crueldad no era inferior" a la de sus amigos Marat y Robespierre.
Más tarde, Tussaud visitaría a Corday en prisión. La describe como una mujer serena y de gran autocontrol, que no demostró miedo alguno cuando fue condenada y llevada a la guillotina. Luego de ser decapitada, los restos de Corday fueron llevados al cementerio de la Madeleine, a donde Tussaud habría de ir para tomar un molde de su rostro, también a pedido de David.
Meses después, Curtius exhibiría una representación del asesinato de Marat. La gente que acudía a contemplarla se lamentaba a viva voz, recuerda Tussaud.
Herencia de sangre
Modelo de cera y máscara mortuoria de Madame Tussaud
Curtius, que había sido envenenado mientras estaba en el extranjero, regresó en mal estado de salud y murió en 1794. Al morir, toda la colección quedó en manos de Tussaud.
En 1795, Marie se casó con Francois Tussaud y tuvieron dos hijos. No obstante, el matrimonio no funcionó, y se separaron cuando ella decidió irse al extranjero con los niños.
El 27 de marzo de 1802, se firmó la paz entre el Reino Unido y Francia, circunstancia que Madame Tussaud creyó oportuna para conocer Inglaterra. Allí encontró una situación mucho más estable y tranquila que en Francia, y sus obras fueron bien recibidas por el público general.
Madame Tussaud murió en 1850. Sus hijos quedaron a cargo del museo que desde 1835 alberga la colección de figuras de cera.
Curiosamente, cuando llegó a Londres, Madame Tussaud había traído consigo un modelo a escala de la guillotina, un artefacto que los ingleses aún no conocían. Sin embargo, luego de su muerte, su hijo Joseph compró la guillotina con la cual se había decapitado a María Antonieta, según se dijo.
La guillotina en cuestión había pertenecido a Henry-Clément Sanson, que fue durante años verdugo oficial de Francia, al igual que varias generaciones de su familia, incluyendo a su padre y a su abuelo, Charles-Henri Sanson, quien también ofició de verdugo durante el reinado de Luis XVI.
La hoja de guillotina que supuestamente cobró la cabeza de María Antonieta. Se exhibió en la "Cámara de los Horrores" de Madame Tussauds.
Charles fue el primer verdugo en operar la guillotina, creada durante los años de la Revolución, con la cual decapitó al depuesto monarca. En cambio, a María Antonieta la ejecutó su hijo también llamado Charles, padre de Henry.
Charles-Henri Sanson guillotinó también a Robespierre y Hébert, entre otros revolucionarios. Ofició como verdugo oficial hasta 1795, cuando su hijo tomó la posta.
Hasta su cierre definitivo en 2016, la guillotina fue exhibida en La cámara de los horrores.