Para crear la planta hidroeléctrica en 1950, las autoridades locales tuvieron que fusionar dos lagos cercanos creando uno artificial entre ellos, el lago de Resia.
Pese a sus objeciones, los residentes de Curon fueron desplazados para dar lugar a la presa. Muchos se mudaron a otra aldea que se creó cerca de allí poco antes de que el agua helada sumergiera más de 160 casas.
Un solitario campanario de una iglesia del siglo XIV que quedó visible en el medio del lago fue, durante mucho tiempo, el único recordatorio que sobró de la ciudad que antes existía allí.
Ahora, el lago de Resia ha sido drenado temporalmente para realizar obras de reparación, lo que dejó expuestas las ruinas de la pequeña localidad en la frontera de Italia con Austria y Suiza, desaparecida décadas antes.
Muchos lugareños aprovechan la oportunidad única para explorar las ruinas de Curon.
En las instantáneas del lugar es posible identificar paredes de piedra, escalones y sótanos erosionados por el agua.
Luisa Azzolini, una lugareña que compartió algunas fotos de las ruinas en las redes sociales, tuiteó que es "una sensación extraña caminar sobre los escombros de las casas".
Los que deseen ver de cerca las ruinas deben ir al municipio cercano, conocido como Curon Venosta, o Graun im Vinschgau en alemán.
Se recomienda, sin embargo, que los turistas no tarden en programar su viaje, ya que se desconoce cuánto tiempo más será posible explorar los escombros de Curon antes de que se vuelva a llenar el lago.
Curon no fue el único pueblo que quedó bajo el agua para la creación de la central hidroeléctrica. Las pequeñas ciudades de Arlung, Piz, Gorf y Stockerhöfe también quedaron sumergidas en 1950.