Los manifestantes culparon a Zeman de entregar el país a los brazos de Rusia y permanecer en silencio desde el comienzo de la crisis diplomática entre Moscú y Praga, provocada por las graves acusaciones de la República Checa.
El 17 de abril el primer ministro checo, Andrej Babis, acusó sin pruebas a los servicios de inteligencia rusos de las explosiones que se produjeron en dos almacenes de armas en la localidad de Vrbetice en 2014. Sin embargo, en aquel entonces las autoridades establecieron que la causa de las detonaciones habían sido negligencias.
Ese mismo día, el vice primer ministro checo Jan Hamacek expulsó a 18 empleados de la Embajada de Rusia en Praga alegando que supuestamente trabajaban para los servicios secretos.
En respuesta, el 18 de abril Rusia declaró a 20 empleados de la Embajada de la República Checa personas no gratas y les dio 24 horas para que abandonaran el país.
Además, Moscú calificó de "ridículas" las acusaciones checas y las atribuyó al rumbo antirruso del Gobierno de ese país y también a “la mano de EEUU”.