"Las empresas farmacéuticas suministran con retraso las vacunas a la Unión Europea, lo que es inaceptable (…) seguiremos bloqueando la exportación hasta que dejen de haber retrasos", advirtió Di Maio.
El canciller italiano, se escudó en el mecanismo europeo existente que permite el bloqueo de vacunas que van dirigidas a "países no vulnerables", aunque remarcó que la acción emprendida por el Gobierno de su país no es un "acto hostil".
La decisión de las autoridades italianas fue apoyada por Alemania y Francia, mientras el primer ministro británico Boris Johnson la criticó, insistiendo en que "la recuperación del COVID-19 depende de la cooperación internacional, con lo cual este tipo de restricciones ponen en riesgo la batalla global que libran las vacunas".
En cuanto a Australia, el primer ministro Scott Morrison empatizó con Italia diciendo que comprende sus preocupaciones, mientras el ministro de Sanidad Greg Hunt exigió la inmediata revisión de la decisión del Gobierno italiano.
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