El culotapau (Calyptophractus retusus) es una especie de armadillo sobre la cual existen muy pocos estudios. Esto se debe a que se vida transcurre mayormente bajo tierra, lejos de depredadores y de miradas indiscretas. Pero el crecimiento imparable de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (este) avanza sobre los suelos arenosos que constituyen su hábitat. Por ello en los últimos años se encontraron varios individuos en los márgenes de esta urbe, pero todos estaban muertos.
El biólogo Huáscar Bustillos Cayoja les siguió la pista hasta dar con ejemplares vivos, lo cual abre la posibilidad de conocerlos mejor y poner en práctica estrategias para la conservación de esta especie, considerada una de las más raras del planeta.
Bustillos comenzó a investigar al culotapau, también llamado coseberú, 10 años atrás, cuando encontró un ejemplar arrollado sobre una avenida periférica. En los años siguientes halló más: todos muertos.
Santa Cruz, la ciudad más grande de Bolivia con casi dos millones de habitantes, se expande sobre las pampas arenosas donde tienen sus túneles. La deforestación, sumada a la época de lluvias, provocan la inundación de sus dominios, por lo cual muchos mueren ahogados.
El investigador contó que en marzo de 2020 hubo una gran lluvia torrencial en la ciudad de Santa Cruz, en el área periurbana de Valle Sánchez. Vio en las redes sociales que una mujer había posteado la foto de un culotapau muerto, ahogado, preguntando qué clase de animalito era. El biólogo fue a merodear la zona al día siguiente y encontró otros tres cadáveres de este pequeño armadillo rosáceo.
Bustillos recién pudo conocer a un culotapau vivo en diciembre pasado, gracias a un llamado que lo llevó a la comunidad Florida, en las afueras de la ciudad. Allí se dio el gusto de tenerlo en sus manos y describirlo mientras filmaban al simpático dasipódido, quien solo quería volver al suelo para desaparecer tras una estela de arena, que abre con sus manos (enormes en proporción a su pequeño cuerpo). Además daba sus célebres chillidos, que sorprenden por el volumen que alcanzan en un emisor de tamaño tan reducido.
Un animalito enigmático
Un 'culotapau', también llamado 'coseberú'
© Foto : Gentileza Huáscar Bustillos Cayoja
Según Bustillos, en Bolivia hay 10 especies de armadillos. El coseberú es el menos conocido de ellos. No se sabe cuántos existen, ni con qué frecuencia se reproduce. Eran invisibles, hasta que el actual crecimiento desmedido de la mancha urbana los hizo salir de sus madrigueras, pero ya muertos.
"No se sabe mucho sobre esta especie. Son muy pocos los reportes sobre su forma de vida. Por otro lado, no se lo puede ver porque es un armadillo que se ha adaptado a una vida subterránea", dijo Bustillos a Sputnik.
"Tiene un color rosado que se mimetiza con el suelo. Escucha un ruido y puede desaparecer en segundos bajo la arena. Otro detalle es que se mueve en el crepúsculo y la noche, lo cual incrementa más la dificultad para verlo. Es silencioso, pequeño, evasivo", agregó.
El biólogo indicó que el culotapau no figura en el Libro rojo de los vertebrados de Bolivia, "eso quiere decir que no hay datos para saber exactamente cuál es su estado de conservación, para poder tener políticas a nivel Gobierno, para poder hacer investigaciones".
Bustillos escribió artículos "sobre los riegos que el culotapau tiene en Santa Cruz de la Sierra, tomando en cuenta que es una de las ciudades que más desarrollo presenta actualmente".
El biólogo aseguró que "muchos factores de presión atentan contra la supervivencia de esta especie. Aparte, no conocemos su ciclo reproductivo, sus hábitos. Esto crea un vacío constante para su conservación en áreas urbanas y parques nacionales", como el Kaa Iya, en la región del Chaco cruceño.
Este armadillo fue visto por primera vez en 1859, en la zona de El Pari, que actualmente es un barrio cruceño. En 1873 fue descrito por Hermann Burmeister, naturalista alemán nacionalizado argentino. Por eso, también le llaman "el armadillo de Burmeister".
'Calyptophractus retusus', ilustrado por Hermann Burmeister
Sobre el culotapau se ciernen diversas amenazas. La llegada de la urbanidad a su hábitat trae aparejado el desembarco de otras especies como perros y gatos, letales para este pequeño excavador. "También le afecta el cambio climático, por el incremento en la intensidad de las lluvias. Sumado a esto, la construcción ha generado deforestación, lo cual ha aumentado las inundaciones", dijo Bustillos.
El negocio de la construcción también provoca que le quiten la arena en la cual se resguarda. "Otro factor que afecta a esta especie es que hay sindicatos de extracción de áridos, que extraen arena en los márgenes de la zona donde vive este animal. Así se promueven procesos destructivos de los arenales naturales del lugar".
¿De dónde proviene su nombre?
Huáscar Bustillos Cayoja con un 'culotapau'
© Foto : Gentileza Huáscar Bustillos Cayoja
"Culotapau es un nombre que la gente le ha puesto. Cualquier armadillo tiene una cabeza al principio y tiene una cola al final del cuerpo. Pero este animalito tiene una adaptación para la vida subterránea. Se le puede diferenciar la cabeza, pero pareciera que no tiene cola, porque la parte de atrás es plana", explicó el biólogo, egresado de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM), de Santa Cruz.
"Uno se pregunta dónde está la salida excretoria, dónde está el ano de este bichito, porque parece como si estuviese cortado. Por eso también le llaman tapaefrasco, porque parece la tapa de un frasco", aclaró.
Otros nombres no son tan graciosos. "También se lo conoce como yeta, que quiere decir mala suerte. Esto viene de que tiene un llanto muy particular, muy lastimero y sonoro, que recuerda el llanto o el gimoteo de un bebé".
Por ello, relató Bustillos, en las comunidades de los pueblos indígenas guaraní y weenhayek, "si ven a este animal tienen que matarlo, porque en su cosmovisión encontrarse con un culotapau quiere decir que alguien se va a morir en su comunidad o en su familia".
En Bolivia hay 10 especies de armadillos, entre los que se cuentan el tatú gigante, el tatú negro, el peji, el pejichi. Varios de ellos están en peligro de extinción, porque los cazan para alimentarse de su carne. Pero esta no es una buena idea, porque pueden transmitir enfermedades como lepra o mal de Chagas.
"Es el mismo dilema que tenemos con las pandemias. Los organismos de ciertos mamíferos, como los murciélagos o los pangolines, están adaptados para convivir con los virus. En el caso de los armadillos, en los últimos tiempos se detectaron portadores de lepra. Por eso se recomienda no consumir su carne", alertó el biólogo.
Existe otro mito, según el cual los armadillos cavan sus túneles en torno a cementerios, para alimentarse de los finados. ¿Qué de cierto hay en ello?
"Hay una especie de armadillo al que le dicen comemuerto. En el campo entierran a sus muertos en cementerios informales. Gran cantidad de organismos emergen del proceso de descomposición. Entonces los armadillos, que son excelentes excavadores, se meten a comer toda esa rica y diversa fauna de insectos", explicó Bustillos.
Y agregó: "Se dan un festín de gusanos, hormigas y otros insectos que aparecen". Para el biólogo, "no ha faltado quien al ver los huecos alrededor de una tumba, ha cavado y ha encontrado al pobre tatú comiendo los gusanitos. De ahí han debido decir que se está comiendo al muertito, pero en realidad cumplen roles muy importantes en el ecosistema".