Desde la primera erupción registrada el pasado 16 de febrero, se calcula que la columna de ceniza y humo del volcán ha alcanzado una altura de 10.000 metros acompañada de una lluvia de piedras.
El aeropuerto de Catania sigue operando, aunque las autoridades locales vigilan constantemente la actividad volcánica para cerrarlo por seguridad en caso de otra posible erupción.
Si bien la actividad de Etna es regular, afortunadamente no suele causar daños significativos ni víctimas mortales. En 1669 se produjo la erupción más fuerte del volcán destruyendo a su paso a varios pueblos sicilianos.