El nombre de Juan Pablo Mohr ya era célebre en publicaciones especializadas en el alpinismo. El arquitecto chileno de 33 años había cosechado fama desde 2017, cuando comenzó a consolidarse como el alpinista chileno más destacado a fuerza de escalar ochomiles, como se conoce a las montañas que superan los 8.000 metros de altura.
Ese reconocimiento lo acompañó hasta su última aventura, subir a la cumbre del K2, la segunda montaña más alta del planeta —solo después del Monte Everest— con una altura de 8.611 metros. Ubicada en la cordillera de Karakórum, una cadena montañosa en la frontera entre Pakistán, India y China, el K2 fue el objetivo que el chileno se trazó en diciembre de 2020, cuando llegó al campamento base con la idea de alcanzar su cumbre sin utilizar oxígeno artificial, tal cual era su estilo.
Mohr había iniciado el ascenso a la cumbre del K2 el 29 de diciembre de 2020, en compañía del alpinista español Sergi Mingote y como parte del grupo nepalí de montañistas Seven Summit Treks. Entrevistado ese día por la revista española de montañismo Desnivel, Mohr no ocultaba su entusiasmo por realizar su primer ascenso invernal.
Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba. El último contacto conocido de Mohr y el equipo que lo acompañaba en el momento —el pakistaní Ali Sadpara y el islandés John Snorri— fue el 5 de febrero. Desde ese día las autoridades de Pakistán los buscan en la montaña pero, dos semanas después de iniciar el rescate, anunciaron que ya no existen esperanzas de encontrarlos con vida.
Días antes de perderse en la montaña, Mohr había sufrido la pérdida de su compañero Mingote, quien a pesar de su vasta experiencia y de ser el líder del grupo murió el 16 de enero luego de sufrir una caída de más de 600 metros. El chileno acompañaba al español en ese momento y, según consignó el diario deportivo español Marca, Mohr fue el encargado de pedir asistencia para su compañero.
Mohr y Mingote tenían experiencia juntos. Ambos ya habían escalado en 2019 el Lhotse y el Dhaulagiri, cuarta y séptima cumbre más alta del mundo respectivamente, ambas en Nepal. El currículum de escalador de Mohr era más extenso e incluía el propio Everest, el que escaló sin oxígeno y sin sherpas en 2019, convirtiéndose en el primer chileno en lograr esa hazaña.
A pesar de su profesión de arquitecto y su familia con tres hijos, Mohr encontraba también para el alpinismo, una pasión que comenzó a practicar a los 17 años pero que se disparó en 2017, cuando escaló los 8.091 metros del Annapurna en su primera gran proeza en el Himalaya. En 2018 trepó el Manaslu, de 8.156 metros.
El chileno cumplía a rajatabla su convicción de no utilizar oxígeno suplementario en sus ascensos. "Para mí no utilizar el oxígeno artificial en ningún momento es algo indispensable, es mi modalidad. Es la manera que yo tengo de entender subir montañas. Aunque sea más duro y haya perdido nueve kilos", dijo a Marca en 2019, cuando se convirtió en el tercer alpinista en alcanzar la cima del Everest sin oxígeno y sin sherpas.
Hacer de Chile un país "con cultura de montaña"
Mohr no veía el alpinismo con una pasión individual sino que intentaba fomentar el gusto por este deporte entre los chilenos. Eso lo llevó a trabajar con la Fundación Deporte Libre, dedicada a impulsar proyectos deportivos en comunidades del país sudamericano. En su entrevista de diciembre de 2020 con la revista Desnivel, Mohr comentó su entusiasmo por un proyecto de la fundación para construir refugios de montaña en las 16 cumbres más altas de Chile.
"Estamos haciendo un trabajo importante con las comunidades locales aledañas a estas montañas para inculcarles la montaña, habilitar y facilitar los accesos y construir un refugio en cada una de ellas para así poder aumentar la cultura de montaña del país", contó.
"Chile es un país de montañas, con lo que deberíamos ser un país con mucha cultura de montaña pero hoy en día no lo somos. Queremos llevar el modus operandi de los refugios europeos y administrarlos a través de los clubes de montaña regionales o con las comunidades locales", profundizó Mohr.
Mohr confesó en aquella entrevista que el ambicioso proyecto había sido ideado por él "hace varios años" y no ocultaba que "por fin" había podido iniciar ese trabajo, siempre con la meta de fomentar el montañismo en el país sudamericano y consolidar a Chile para "recibir a los mejores montañistas del mundo".