Les proponemos un viaje en el tiempo. Es bien largo, pónganse cómodos porque vamos a hace 106.000 años. El dónde es menos asustadizo, vamos a las playas de Huelva (Andalucía), junto al Parque Nacional de Doñana y a pocos kilómetros de Mazagón, junto a la populosa playa de Matalascañas. Al igual que hoy, la región ofrecía enormes posibilidades, no para el turismo, pero sí para la supervivencia de un grupo de neandertales.
El Grupo de Investigación de la Universidad de Huelva (UHU), el RNM 276 de Geociencias Aplicadas, acaba de identificar un grupo de pisadas, son las más antiguas del Pleistoceno Superior de todo el mundo.
© Foto : IGN
"Hasta ahora, lo más semejante se encontraba en Normandía —concretamente en el yacimiento galo de Le Rozel—, pero ese yacimiento es 25 mil años más moderno", cuenta entusiasmado a Sputnik el responsable de la investigación, el catedrático de Paleontología Eduardo Mayoral. Los trabajos sobre el yacimiento han permitido al equipo identificar un total de 87 huellas completas. Nunca antes había habido tal cantidad de vestigios pasados ni tan remotos, dentro de esa era.
"Las posibilidades que se nos abren ahora son enormes", explica el profesor Mayoral. "De los neandertales desconocemos aún muchas cosas, sabemos a nivel biológico, pero este yacimiento nos abre las puertas a comportamientos, estas huellas son herramientas sociales que nos permitirán saber cómo fuimos".
Para constatar la antigüedad de las huellas, el equipo de la UHU ha contado con colaboración internacional. Expertos en yacimientos en litorales y de la época, de la Universidad de Río Negro en Argentina y del Museo de Historia Natural del Hombre Prehistórico (MNHN) de París, confirman el registro histórico.
© Foto : Cortesía de Eduardo Mayoral
El milagro estaba bajo nuestros pies
El profesor define el lugar donde se ubican las huellas como un "yacimiento litoral marino efímero", ya que es un área intermareal que reiteradamente es cubierta por el agua o por la arena de la playa.
Pero lo curioso, es que este conjunto numeroso de huellas, que está junto a Matalascañas desde hace más de 100 mil años, haya pasado desapercibido hasta ahora.
© Foto : Junta de Andalucía
La zona, junto al Acantilado del Asperillo, no es ningún recóndito páramo, hasta aquí acceden cada verano decenas de miles de turistas y domingueros de Andalucía, principalmente. Pero por azar del destino, tras unas cuantiosas tormentas del invierno de 2020, el litoral había perdido arena y la playa se había reducido. Más tarde, el 5 de junio, de nuevo el azar milagroso hizo que, dos biólogas de la Estación de Doñana, Dolores Cobo y Ana Mateos, descubrieran en la orilla las huellas. Si las hubiera visto cualquier otra persona, quizás ni hubiera reparado; pero ellas contactaron con el equipo de la Universidad de Huelva.
"Hace cien mil años un grupo de neandertales pisó esta zona de fango arcilloso, por suerte, un tapiz microbiano cubría el suelo y mejoró la conservación de estas huellas y probablemente, después la arena y el mar cubrieron este yacimiento hasta hoy". Así funciona el milagro de la icnología y así nos habla el planeta de nuestra pasado. "El hecho de que las mareas y la arena cubran cada día el yacimiento dificulta enormemente la investigación, pero ha permitido que las huellas se mantengan en excelentes condiciones", analiza Mayoral.
La región, según explican los investigadores, en la desembocadura del valle del Guadalquivir, ya era un "paraíso que albergaba a numerosos grandes vertebrados, tenemos además marcas de elefantes, rinocerontes, jabalíes, ya solo por eso el yacimiento tiene mucho valor, pero ahora, la aparición de los neandertales le dan un gran valor". Las conclusiones de los investigadores revelan que la zona era litoral o con lagunas, con zonas de dunas propicias para actividades como la caza o la pesca.
¿Quiénes fuimos?
La cronología del yacimiento nos posiciona en el apogeo de los neandertales en tierras europeas. Hasta ahora había restos de huesos o dientes en España, "lo que nos daba pistas biológicas". Pero las huellas pueden contribuir a determinar, por ejemplo, el peso y la estatura de un espécimen, su edad o presumir sobre su modo de vida.
29 de septiembre 2020, 03:50 GMT
"Por el momento, tenemos identificados a tres especímenes", revela Mayoral. Se trata de un niño de unos 6 u 8 años, un adulto más alto que el resto y una persona más joven que podría ser una mujer. Las huellas de Huelva confirman otras conclusiones de estudios sobre neandertales, "se movían en grupos principalmente pequeños con muy pocos adultos y muchos niños", además esta zona próspera y llena de vida, como demuestran las otras huellas, evidencia que los neandertales, como especie cazadores-recolectora, "no estaba de paso".
Las huellas se concentran entorno a lo que es una zona encharcada, "porque hay una clara línea de delimitación", explica Mayoral. "Así que, o estaban al acecho de caza o pescando, pero también barajamos la posibilidad, porque hay una zona con mucha actividad, de que fuera una zona lúdica y simplemente se estuvieran bañando".
Los investigadores de la Universidad han recreado un mapa de pisadas que, según sus cálculos, podría llegar hasta la playa de Mazagón, ya que "hemos encontrado algunas huellas sueltas que apuntaban en esa dirección".
© Foto : Cortesía de Eduardo Mayoral
Icnitas: huellas con huella
Cuando el equipo complete el mapa de las pisadas, las icnitas, "se podrá ir afinando más sobre la composición del grupo". El equipo está a punto de recibir el reconocimiento que supone en su sector la publicación en la prestigiosa revista Nature Scientific Reports, que ya ha aceptado la versión final del trabajo.
"Nuestro grupo de investigación lleva 20 años activo, pero estas huellas es nuestro impacto más internacional", comparte el director de la investigación.
El descubrimiento cobra más valor si cabe teniendo en cuenta que, en la región, la costa va avanzando hacia el interior, en la propia localidad de Matalascañas el oleaje avanza inexorablemente hacia el paseo marítimo, los lugareños confirman que la línea costera ha oscilado, al menos unos 20 metros. Por suerte, antes de que las aguas hayan cubierto este muestrario de la vida en el Pleistoceno Superior, la ciencia hace su parte en esta maniobra del destino.