"Al principio dudaba, pero me dijeron que no tenía ninguna intolerancia y me la puse". Isabel Romero, de 72 años, fue la primera persona de la residencia Heliópolis, en Sevilla, en inyectarse la vacuna contra el COVID-19. Lo hizo el 27 de diciembre, en el inicio de la campaña española. Estaba tranquila. Solo cuando le remangaron la blusa y vio que fotografiaban el momento sintió la importancia del asunto: "Iba muy natural, pero me di cuenta de que era algo especial, porque lo que tenemos es muy grave".
Isabel explica que ha pasado estos nueves meses bajo unas medidas severas de protección. Han sido duras, pero efectivas. Y lo agradece. "No podíamos ni vernos entre plantas, ni hacer ninguna actividad, pero era necesario", concede quien lleva desde el 19 de julio de 2016 en este centro andaluz, tal y como indica de forma precisa. Con lo que peor lidió fue con la imposibilidad de abrazar a su hermano Juan Ramón, de 51 años, y a sus dos sobrinos, José Ramón y Sofía, de 20 y 18 años. O con que el sacerdote no pudiera darle la comunión semanal.
"Nunca me preocupó coger el virus en mi persona, porque tengo fe en Dios, pero siempre he sido cuidadosa. Y hay que seguir manteniendo la distancia, con la mascarilla y todo eso, que esto está en la atmósfera", advierte.
Precavida incluso con una dosis de antídoto, Isabel Romero lanza continuamente mensajes de alerta: "La vacuna está, pero no podemos levantar la guardia. Veo que hay gente que no se cree lo que está pasando y es muy irresponsable. Sobre todo los jóvenes que hacen el botellón. ¡No están en el mundo!", exclama.
Más de radio que de tele, Isabel Romero se ha enterado del panorama nacional escuchando las noticias, aislada en su propio cuarto. El día en que iba a conocer a la pareja de su hermano se anularon las visitas. Espera reiniciarlas pronto: en 20 días tiene un segundo pinchazo y, hasta ahora, se encuentra "muy bien". Sin ningún efecto secundario. Y con la esperanza de que el paso dado por ella y sus compañeras de residencia sirva para dar portazo al coronavirus.
"Es un momento de mucha esperanza", destaca también Rafael Pareja Flores, el director de la residencia Heliópolis. Después del turno de Isabel y otros 130 residentes, el 31 de diciembre le llegó a él, con 62 años. "Como decía una compañera, era un instante histórico", relata en medio de un trajín de cajas. "Ya se ha vacunado el 93% del centro. Y ha sido muy emocionante. Sobre todo, después de todo el esfuerzo de estos meses", concede.
Desde el estallido, Pareja no ha parado. Limitó al tope las interacciones, organizó el lugar para impedir la entrada del virus. "No se ha contagiado ningún interno. Solo hemos tenido algún caso de trabajadores en el exterior, pero hicimos el protocolo y no ha trascendido. Además, hemos hecho pruebas todo el rato", afirma el director, que nota un ambiente de "pesadumbre" en la gente. "Esto nos da la esperanza de volver a salir", zanja.
31 de diciembre 2020, 10:07 GMT
La vacuna otorga esa luz. Se calcula que España recibirá 4,5 millones de dosis en las próximas 12 semanas, en tandas de 350.000, de las empresas Pfizer y BioNTech. Comenzaron ya a repartirlas por las Comunidades Autónomas el 27 de diciembre, cuando se la inyectó Isabel Romero. Antes que ella estuvo Araceli Hidalgo, una mujer de 96 años. En su residencia de Guadalajara se procedió al desembalaje de las primeras muestras. Aún no ha habido contratiempos, a pesar de los bulos que corren por las redes sobre contraindicaciones o incluso el fallecimiento de Hidalgo.
Sin embargo, entre la población también cunde la desconfianza. Los familiares de un anciano de Sevilla se negaron a que se la pusiera. Y algunos miembros del personal sanitario también han puesto resistencia. "Fue todo muy rápido, el 24 nos dijeron que nos teníamos que apuntar en una lista para ponernos la vacuna y yo así, de primeras, he dicho que no", declaraba Loreto Moreno al diario Nius. Esta enfermera de 26 años del Hospital Universitario Virgen de la Macarena, en Sevilla, se quejaba de la falta de información.
"Pregunté si me la podía poner más adelante si cambiaba de opinión y me dijo que creía que no habría problema. Eso sí, pasaba a ser la última de la lista. Primero dan opción a todos los sanitarios del hospital y vuelta a empezar", explicaba.
Con el aterrizaje paulatino del antídoto y la aprobación por parte de la Agencia Europea del Medicamento y de la Comisión Europea, la percepción entre españoles ha ido cambiando. En el último barómetro del Centro de Interpretaciones Sociológicas (CIS), elaborado del 1 al 9 de diciembre, un 28% de los españoles encuestados se niega en rotundo a vacunarse inmediatamente, mientras que un 16,2% ha dicho que lo haría si "está probada, si tiene garantías o es fiable". En el anterior, de noviembre, los escépticos ante esta posible solución superaban el 50%.
"Si la vacuna ha llegado a España y a toda la Unión Europea es porque es segura. De eso no hay duda", señalaba Carlos Rodrigo, experto en vacunas y director de pediatría Germans Trias de Barcelona, en el mismo artículo de Nius. "Hay datos sobrados sobre la eficacia de esta vacuna. Lo máximo que puede pasar es que haya que volver a vacunarse otra vez, como la de la gripe", reiteraba.
Así pues, más de la mitad de los españoles —con matices— se la pondría de inmediato, según el CIS. Tendrán que esperar: la primera fase de vacunación se dirige a personas en residencias, sus cuidadores, sanitarios y grandes dependientes. En total, suman casi 2,5 millones. Y el Ministerio de Sanidad todavía no ha confirmado cuáles serán los siguientes grupos. Hasta entonces, habrá que quedarse con las dudas de Isabel Romero, la esperanza de Rafael Pareja o el deseo que pronunció la pionera, Araceli Hidalgo: "A ver si conseguimos que este virus se vaya".