Resumiendo el año, se puede decir que la pandemia, pese a todas las medidas de distanciamiento social, no pudo contener la amenaza terrorista en la Unión Europea.
Sin embargo, tampoco se cumplieron los malos augurios del coordinador antiterrorista Gilles de Kerchove que, a mediados de mayo, cuando la UE estaba superando la primera ola, sugirió que los ultraderechistas o los islamistas podrían atacar al personal e instalaciones médicas para sembrar pánico entre la población, y la primera mitad del año para la Unión resultó bastante tranquila.
Caricaturas, otra vez
La situación cambió a finales de verano con el comienzo del juicio en Francia por los atentados yihadistas contra la revista satírica Charlie Hebdo en 2015 que se saldaron con 12 muertos.
La víspera del proceso, el 1 de septiembre, Charlie Hebdo volvió a publicar bajo el título Todo eso, por esto las viñetas que sirvieron de detonante para los atentados, en reafirmación de los valores laicos de Francia.
El 25 de septiembre un paquistaní de 25 años hirió con un cuchillo de carnicero a dos personas cerca de la antigua oficina de la revista satírica; no sabía que cambió de sede porque la mudanza se mantuvo bajo el más estricto secreto.
Una semana después, el presidente francés, Emmanuel Macron, proclamó la necesidad de luchar contra el separatismo islamista que busca "crear un orden paralelo" en Francia, donde los musulmanes constituyen un 8% de la población.
El presidente declaró que el islam hoy en día "vive una crisis por todo el mundo" y llamó a construir en Francia "un islam ilustrado" compatible con los valores de la República.
Las medidas propuestas por el presidente estaban encaminadas a combatir el islamismo radical a través de limitar su presencia en la enseñanza y reforzar los controles sobre la financiación de las mezquitas. A principios de diciembre esta estrategia fue plasmada en un proyecto de ley que se someterá a la aprobación del Parlamento a principios de 2021.
Dos semanas después de la declaración de guerra al islamismo por parte de la República, el 16 de octubre, Francia quedó conmocionada por la decapitación, por un oriundo checheno, de Samuel Paty, un profesor de historia que enseñó las caricaturas de Mahoma en clase.
En respuesta, las autoridades francesas reforzaron las medidas de seguridad y antiextremistas. En particular, disolvieron organizaciones radicales y cerraron mezquitas que habían llamado a la venganza contra el profesor. Decenas de miles de franceses salieron a la calle por todo el país para mostrar su apego a los valores republicanos.
En la ceremonia de homenaje a Paty, Macron revindicó el derecho de publicar caricaturas.
Unas dos semanas después del asesinato de Paty, el 29 de octubre, tres personas murieron y varias resultaron heridas en un ataque con cuchillo en la basílica de Nuestra Señora en Niza. El terrorista, un tunecino de 21 años que llegó a Francia desde Italia, donde arribó en una patera.
El atentado en Niza fue seguido por otros dos el mismo día: otro ataque con cuchillo cerca de la ciudad francesa de Aviñón y otro más en Yeda, cerca del consulado francés en Arabia Saudí.
Dos días después la capital de Austria, cuyo canciller, Sebastian Kurz, apoyó el discurso antiislamista de Macron, fue escenario de otro atentado. Un hombre armado abrió fuego en seis lugares de Viena matando a cuatro e hiriendo a más de 20 personas. El agresor fue abatido por la Policía.
Indignación musulmana
Las medidas en contra del islamismo en Francia provocaron la ira de los musulmanes en todo el mundo que las vieron como una limitación a su libertad de consciencia. También les indignaron las palabras del presidente francés sobre la construcción de un islam ilustrado, que percibieron como un llamado a reformar su religión.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró que Macron faltó el respeto a millones de franceses musulmanes e incluso llegó a sugerir que necesita una terapia mental. Además instó a boicotear los productos franceses.
Fue entonces cuando Kurz salió en defensa de Macron afirmando que los insultos de Erdogan son una prueba de que Turquía se aleja cada vez más de los valores europeos.
A la vez, varios países como Paquistán, Jordania y Marruecos apoyaron a Turquía y llamaron a boicotear los productos franceses. Por todo el mundo los musulmanes se manifestaron en apoyo a su religión.
La UE fortifica sus fronteras
Los atentados islamistas de este otoño reavivaron el debate sobre los viejos problemas de la UE como la política migratoria, la cooperación entre los servicios de inteligencia, la libre circulación en la zona Shengen, la seguridad de las fronteras y el control de internet.
No es de extrañar que fueron Francia y Austria las que impulsaron la discusión.
Por iniciativa de Marcon y Kurz el 10 de noviembre se celebró una videoconferencia en la que participaron también la canciller alemana, el primer ministro holandés y los presidentes del Consejo Europeo y la Comisión Europea.
Durante la minicumbre el presidente francés llamó a reformar el espacio Schengen, reforzar las fronteras externas de la UE, crear un consejo interior de seguridad y una base de datos conjunta y retirar la propaganda terrorista de internet.
El 13 de noviembre se celebró otra videoconferencia, con participación de los ministros del Interior de la UE que también acordaron reforzar los controles de las fronteras.
Con este propósito el 30 de noviembre se celebró el primer Foro sobre Schengen. Se espera que los resultados del encuentro se reflejen en la estrategia Schengen que la Comisión Europea presentará a mediados de 2021.
Además, el 9 de diciembre la Comisión Europea publicó una nueva Estrategia para una Unión de la Seguridad para 2020-2025 que tiene el objetivo de reforzar la respuesta al radicalismo. Un día después la Presidencia del Consejo y el Parlamento Europeos alcanzaron un acuerdo provisional sobre la lucha contra los contenidos terroristas en línea.
La respuesta europea se sigue elaborando y es muy probable que incluso cuando acabe la pandemia el Viejo Continente permanezca blindado en un intento por proteger sus valores y su seguridad.