Este 2020 fue muy difícil para Bolivia. En ello están de acuerdo tanto el oficialismo como la oposición. El reciente retorno de la democracia al país trae una sensación de esperanza de que 2021 será mejor. Al menos eso intentó transmitir el presidente Luis Arce Catacora en el momento en que realizó el tradicional encendido del árbol de Navidad en la plaza Murillo, frente a la Casa Grande del Pueblo.
Saludaron, dieron la mano y abrazaron a decenas de niñas, niños y no tan niños, que le demostraron su cariño al presidente que aún no cumple dos meses en el poder. De fondo sonaban villancicos con estilo de música andina, entonados por el coro de la Academia de Canto Santa María Goretti.
Con actividades de este tipo, Arce marca su propio estilo de gobernar. Al mostrarse profundamente familiero establece una diferencia profunda con los mandatos de su antecesor, Evo Morales Ayma (2006-2019). Esta característica del nuevo presidente le permite empatizar con ciertos sectores de la oposición, típicamente conservadores en todo lo que atañe a la conformación del hogar.
"Niños, niñas… Muy buenas noches. ¿Cómo están?", preguntó Arce a la concurrencia, mayormente bebés en brazos de sus mamás. "¡Bien!", respondieron las vocecitas, estirando la "e".
El presidente intentó explicar la situación del país, de una manera que pudieran entender. "Estamos esperanzados de que esta Navidad, esta Nochebuena, vaya a calmar todo lo malo de este año que ha pasado", dijo.
"Ha sido un año muy malo para todos los bolivianos y bolivianas. Especialmente para los niños y niñas, que no han podido ir a pasar clases ni se han reunido con los amiguitos", agregó el presidente.
"Vamos a trabajar —es un compromiso nuestro— para que poco a poco las cosas vayan volviendo a la normalidad. Queremos que pasen esta fiesta de Navidad muy bien, con sus seres queridos, que todos estemos en paz y muy felices en Nochebuena", expresó Arce.
Terminadas estas palabras, las autoridades repartieron algunos regalos entre la muchedumbre de niñas y niños que pedían sacarse selfis con el presidente.
Estas muestras de humanidad desde el sector público —que faltaron durante el Gobierno de Jeanine Áñez (20019-2020)— se dan en un contexto de preocupación por el rebrote del coronavirus en Bolivia.
El ministro de Salud, Edgar Pozo, solicitó a la población que las reuniones familiares no superen las 10 personas. Pidió el uso de barbijo durante la celebración, mantener la distancia de un metro y medio, así como evitar darse besos y abrazos. También pidió que se lavaran las manos al menos 20 veces al día.
La pandemia de COVID-19 en Bolivia
Desde que se inició la pandemia, en marzo pasado, Bolivia registró 150.000 casos de COVID-19, con más de 9.000 fallecidos. La primera oleada concluyó en septiembre, cuando la población volvió a salir a las calles, luego de seis meses de reclusión decretados por Áñez.
Durante octubre y noviembre, no se llegaron a registrar más de 50 casos diarios. Pero eso cambió en diciembre. La última medición del Ministerio de Salud, del 22 de diciembre, indicó que 674 personas se contagiaron en un solo día. Es una cifra similar a las anotadas en abril de 2020, cuando la primera ola comenzaba a escalar.
Por ello, en las ciudades de Cochabamba y Tarija (las más afectadas por el rebrote luego de La Paz y Santa Cruz) se determinó prohibir las fiestas de fin de año. Asimismo, se resolvió sacar al Ejército y a la Policía a las calles, para que controlen que nadie circule más allá de las 23 horas.
Cercanía social en los mercados
Una de las recomendaciones más importantes del Ministerio de Salud refiere a mantener una distancia de al menos un metro y medio entre las personas. Esto no se cumple en el mercado de La Cancha, el más grande de la ciudad de Cochabamba, donde gran parte de la población acude a realizar todas las compras navideñas, tanto de alimentos como de regalos, ropa y decenas de otros ítems.
Si bien se observan aglomeraciones en algunos sectores donde los pasillos son muy estrechos, el mercado no muestra la afluencia que hubo en 2019 y los años anteriores, cuando era imposible caminar por la apretujada marea humana consumista.
"Un poco es porque le tienen miedo al rebrote del coronavirus. Pero la mayoría no puede venir porque no tiene plata para comprar nada", se lamentó doña Arminda Choque, quien vende ventiladores en el sector del Molino del Gallo.
Como evidencian sus palabras, en las veredas y aceras de esta ciudad-mercado hay varios niños vendiendo sus juguetes, así como señoras ofertando vestidos para ocasiones especiales que ya no esperan volver a tener.
Las medidas de Arce para las fiestas
Así como en la época navideña las ciudades se llenan de figuras de Papá Noel, en Bolivia también se llenan de cientos de familias de áreas rurales, que se sientan en las veredas a mendigar rodeados de sus hijitos. Con paciencia cosechan monedas de aguinaldo, que algunos transeúntes dejan caer.
Durante 2020, en Bolivia cerraron cientos de empresas, lo cual generó un notable aumento en la cifra de personas sin trabajo. Lo mismo que en todo el mundo. En un intento de asegurar que a ninguna familia le falten alimentos para compartir en estas fiestas, Arce comenzó a pagar el 1º de diciembre pasado el Bono contra el Hambre, con el cual prevé llegar a cuatro millones de personas (sobre una población total de 11 millones de bolivianos) con 1.000 pesos bolivianos, que equivalen a 143 dólares.
Según el Gobierno, hasta ahora 1,2 millones de personas cobraron el beneficio, que se terminará de abonar a finales de enero de 2021. Con esta inyección de 600 millones de dólares, Arce pretende poner otra vez en funcionamiento la economía boliviana, estancada por los meses de enclaustramiento social para evitar la diseminación del virus.
Según previsiones del Banco Central, Bolivia concluirá este año con una caída del 8,4% de su Producto Interno Bruto (PIB).
La Navidad en Bolivia
Casi al final de esta cadena económica está doña Yolanda Zurita, quien vende triciclos en La Cancha. Está contenta porque este fin de año ve un ligero repunte de ventas, pero "en mi casa vamos a festejar muy tristes pues, con tanta pandemia que hay en todo el mundo. Hay enfermos, ahora todos tienen miedo de contagiarse. Pero es la precaución que uno debe de tener", comentó a Sputnik.
"Después van a haber varias navidades para poder festejar más a lo grande", vaticinó la señora, enfundada en su barbijo blanco. Alrededor, decenas de personas circulaban indolentes con sus caras destapadas.
En La Cancha, como en la mayoría de los mercados populares, usar barbijo es un acto de fe. "Algunas personas que no creen en el coronavirus, dicen que es mentira. Pero yo sí creo. Hay personas muertas, no es mentira: es verdad", se molestó la vendedora. Y repuso: "Ellos no tienen ni un poquito de preocupación por la bioseguridad. Eso deberían tomar mucho en cuenta".
En Bolivia, Navidad y Año Nuevo acontecen cuando se inicia el verano, por lo cual las familias se reúnen por la noche, cuando baja el calor, para compartir bebidas y comidas. En el país hay tres platos predilectos para estas fechas: el chancho al horno, el pavo relleno y la picana paceña.
En la región andina, el verano acarrea la llegada de la temporada de lluvias. Por eso la ciudad de La Paz en diciembre está ocasionalmente tan fría como en invierno. En ese contexto, las familias paceñas se desviven por un plato hondo de picana, picante y abundante. Lleva carne de cordero, vaca, pollo, tunta (un delicioso tubérculo), choclo, ají verde y otros ingredientes.
"En mi casa comemos picana para Año Nuevo. En Navidad comemos pavo. Después de brindar entre la familia nos acostamos. Recién para Año Nuevo tenemos la costumbre de salir a esperar la medianoche en los locales. Pero yo lo paso en familia", aclaró la señora Zurita.