En las imágenes, difundidas en redes sociales, se ve cómo varias personas acceden a un piso por una escalera portátil colocada en la calle. Al rato hacen bajar a dos jóvenes. De fondo, el aplauso de viandantes y observadores en ventanas. La secuencia se corresponde con la expulsión de dos jóvenes de un piso de Terrassa, una localidad de Barcelona, el 19 de diciembre. Se habían metido ilegalmente unas horas antes. Tras el simple registro de los Mossos d’Esquadra (la policía autonómica de Cataluña), los vecinos se decidieron a tomarse la justicia por su mano y frustrar la okupación.
La acción se produjo hacia las cuatro de la tarde en la calle Xúquer del municipio catalán. A la una habían denunciado la okupación y los agentes se desplazaron a tomar los nombres de los okupas. Pero después, los propios vecinos decidieron actuar. Con una escalera portátil colocada en la calle hasta el balcón, cuatro de ellos suben y echan a uno de los jóvenes del interior. Baja y sale corriendo, ante los gritos de la gente y un público cada vez más numeroso.
Poco después, entre media docena, intentan que el otro okupa se vaya. Pero se resiste y entra de nuevo. Entonces aparecen varios Mossos d'Esquadra. Intervienen para evitar "problemas de orden público". Un agente accede al balcón por la misma escalera, hace bajar a los vecinos —a los que se identifica posteriormente— y al segundo okupa, que todavía quedaba dentro del inmueble.
Según fuentes de la policía catalana, las imágenes que se han publicado corresponden al segundo intento de okupación por parte de estos dos jóvenes, que habrían intentado entrar horas antes en la misma vivienda. En esa ocasión, habrían desistido ante la presión vecinal, que les gritaba "fuera, fuera". El piso, tal y como recogen varios medios, no presentaba indicios de estar habitado.
El episodio de tensión en el barrio se cerró sin ninguna denuncia y con reacciones contrapuestas. Usuarios de redes sociales han tachado la actuación de los vecinos como "delito" o han mostrado su apoyo. "Ya están tardando esas 'patrullas vecinales' que, en cada localidad o barrio, se deberían encargar de disuadir por las buenas a los sinvergüenzas de que la propiedad privada es un derecho con el que conviene no jugar, antes de empezar a hacerlo por las malas", apuntaba uno de ellos.