"Que seamos capaces de reconciliarnos en las familias y en el país, de dejar atrás actitudes de revancha y mirar adelante, al futuro, con deseos de paz y buscando el bien común", exhortó la Conferencia Episcopal Boliviana, en un mensaje con motivo de las fiestas de fin de año.
Refiriéndose al sentido cristiano de la Navidad y a un reciente mensaje del Papa Francisco, los prelados bolivianos afirmaron que la celebración animaba a la fraternidad para "construir un país en unidad y con paz" e invitaba a "la reconciliación entre todos", sin diferencias de culturas o regiones.
Sin mencionarla, el mensaje de los jefes católicos pareció referirse a la polémica desatada por críticas de la oposición conservadora a una recién iniciada investigación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre la violencia que antecedió y siguió al golpe de Estado de 2019.
En ese conflicto, el entonces presidente Evo Morales (2006-2019), del MAS, fue forzado a renunciar por sospechas de fraude en su cuarta victoria electoral consecutiva y en su reemplazo asumió la presidenta Jeanine Áñez a la cabeza de una gestión transitoria que fracasó en el intento de aniquilar al partido del exgobernante.
De vuelta en el poder, el MAS alentaba la investigación de la violencia política del año pasado que dejó más de 30 muertos, la mayoría atribuidos a la represión ordenada por Áñez (2019-2020) según una investigación del parlamento que sugirió un juicio de responsabilidades contra la exgobernante transitoria.
La oposición derechista, en especial los grupos que alentaron el derrocamiento de Morales y apoyaron a la gestión de Áñez, ha rechazado también la investigación del parlamento controlado por el MAS y las realiza la justicia ordinaria sobre el golpe de 2019, calificándolas como acciones de revancha.
Los jefes de la iglesia católica boliviana, que han coincidido frecuentemente con las críticas de la derecha local contra los pasados gobiernos del MAS, apoyaron también la autoproclamación presidencial de Áñez.