Con una oposición fracturada, un oficialismo debilitado por la crisis económica que afronta el país producto de las sanciones de Estados Unidos, y bajo la amenaza sin precedentes del COVID-19, los venezolanos acudieron a las urnas.
El Gobierno siempre define los procesos electorales como una gran fiesta y sus voceros se enorgullecen al decir que en 21 años de gestión de la Revolución Bolivariana se cuentan 25 procesos comiciales, incluyendo el del 6 de diciembre.
Divisiones en la oposición
Desde que comenzó el 2020, la oposición mostró sus costuras en la Asamblea Nacional y el sector se desmarcó del diputado Juan Guaidó, quien en 2019 se autoproclamó presidente, asumió la jefatura del órgano legislativo, con el apoyo del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Sin embargo, esa ala opositora, encabezada por el parlamentario Luis Parra, a quien muchos tildaron de traidor, fue la misma que decidió participar en las elecciones de este domingo como un acto de rebeldía y en pro de la democracia.
Aunque Parra y quienes lo siguen en la denominada Alianza Venezuela Unida, dicen que buscarán una salida democrática del presidente Nicolás Maduro, también aseguran que harán lo posible porque se levanten las sanciones, uno de los principales objetivos alcanzados por la gestión 2015-2020, en la que la oposición fue mayoría.
División oficialista
En estos años de crisis, las divisiones no tocaron solo la puerta de la oposición, al punto que en estas elecciones se hizo visible una corriente autodenominada "chavismo crítico", que se separó de la coalición de partidos que apoyan al presidente Maduro, especialmente expresando su rechazo a las más recientes medidas económicas anunciadas por el ejecutivo.
Entre ellos se encuentra el tradicional Partido Comunista de Venezuela, que a lo largo de la campaña denunció que el Gobierno ha tratado de esconder su propuesta y les ha negado el acceso a los canales del Estado.
Sin filas para votar
En medio de este panorama, y mientras algunos hacían largas filas en torno a las estaciones de servicio para surtir sus tanques con gasolina, otros salían a votar, y aseguraron que el proceso fue rápido y eficiente.
"El proceso ha sido excelente, este es un país libre y democrático, ha sido un proceso que ha tenido bastante gente, lo que pasa es que es rápido y es muy sencillo, por eso es que no se ven colas", dijo Oscar Ceballos, de 54 años, en el colegio Niño de Jesús de Escuque de Petare (este).
La mayoría de los electores con los que conversó esta agencia, en un recorrido realizado tras la extensa espera de la prensa por la votación del jefe de Estado, la mayoría destacó el buen funcionamiento de las máquinas recientemente adquiridas por el Consejo Nacional Electoral (CNE), las cuales redujeron varios pasos en el proceso de votación.
Nadie sin tapabocas
En los centros de votación que visitó esta agencia se destacó el uso del tapabocas, tanto por parte del personal como de los electores, como medida de protección ante el COVID-19.
Al ingresar a los centros de votación, los milicianos (civiles con entrenamiento militar) eran los encargados de vigilar que nadie ingresara sin haber rociado sus manos con alcohol, de igual forma antes como después de ejercer el derecho al sufragio.
Además, la presencia de veedores de Turquía, España, Rusia y Ecuador, entre otros países, se hizo notar en los centros de votación, a los que acudieron con libreta en mano, para conocer la experiencia de los usuarios y enterarse de cualquier irregularidad.
La ausencia de filas en la mayoría de los centros electorales fue un factor común en los centros de votación.
Se espera que en las próximas horas, el CNE ofrezca un balance de la participación de la población a nivel nacional.
Para estos comicios, en los que se elegirán 277 diputados, 110 más que en 2015, estuvieron llamados a votar más de 20 millones de ciudadanos.