La degradación de las relaciones entre París y Ankara se ha acelerado en las últimas semanas. El plan contra el islamismo radical anunciado por Macron y su determinación a combatir la penetración del islam político en su país fue el último motivo aprovechado por su homólogo turco para autoerigirse, una vez más, como el defensor universal de los musulmanes.
Erdogan, que mantiene posiciones encontradas con Francia en Siria, Libia, Chipre, el Mediterráneo oriental y en el conflicto de Nagorno Karabaj, se ha convertido en el insultador en jefe internacional contra el gobernante francés, del que ha llegado a decir que necesitaba cuidados mentales.
Acciones violentas contra la izquierda, armenios y kurdos
La defensa de Macron del laicismo y de la libertad de expresión tras los últimos atentados islamistas en Francia es instrumentalizada por el presidente turco para acusar a París de lanzar una guerra contra el islam. En este contexto, París se hartó de encajar insultos y decidió disolver la organización proturcaLobos Grises que, según el comunicado del Ministerio del Interior francés, "incita al odio, a la discriminación y está implicada en acciones violentas".
Los Lobos grises es una entidad creada en 1968 por el coronel Alparsian Turkes y está considerada como la rama militar del Partido de Acción Nacionalista (MHP), hoy aliado del presidente Erdogan. Comenzó a ser conocida en los años 80 por sus acciones violentas contra militantes de izquierda y miembros de minorías, como la armenia y la kurda. En Francia, son los principales sospechosos del asesinato de tres militantes kurdos en París, en 2013.
Pogromos, al grito de "Alá es el más grande"
Pero su prohibición en Francia no data de hechos pasados, sino de una reciente manifestación de los Lobos Grises en la localidad de Decines-Charpieu. Situada cerca de Lyón, es conocida como "la pequeña armenia", donde, de los 28.000 habitantes, 5.000 pertenecen a esa comunidad y llevan instalados allí desde hace un siglo, tras huir del genocidio del que fueron víctimas por parte del poder otomano.
'Milli gorus', la quinta columna de Erdogan en Francia
La guerra diplomática y verbal entre París y Ankara es también producto del temor de Erdogan a perder influencia en el islam de Francia. Macron está decidido a "estructurar" el islam en su país y eso implica la pérdida de influencia de los imanes extranjeros que predican en las mezquitas francesas. De esos imanes, entre los que se encuentran decenas de nacionalidad marroquí y argelina, el núcleo más influyente lo componen los turcos, que cuentan nada menos que con 300 predicadores en territorio francés, donde habitan 700.000 personas originarias de ese país.
Pero la penetración de las redes turcas en Francia no se limita a los Lobos Grises. Su principal activo es la organización la Confederación Islámica Milli Gorus ('Visión nacional', en lengua truca), una organización que está implantada en toda Europa, donde es responsable de más de 600 mezquitas. Milli Gorus fue fundada en 1960 por Necmetin Erbakan, exprimer ministro turco, primero en Alemania, donde los servicios de inteligencia la consideran "fundamentalista" y, más tarde, en Francia. Su representante en París, Fatih Sarikir, ocupa el puesto de secretario general del Consejo Francés de Culto Musulmán (CFCM).
En sus documentos internos, Milli Gorus no oculta querer "islamizar la sociedad", y es ahí donde Emmanuel Macron ha decidido plantar cara, sin convencer del todo a sus propios compatriotas. Para la jefa del partido nacionalpopulista Reagrupación Nacional, Marine Le Pen, la disolución de la organización de los Lobos Grises es una simple medida de propaganda, ya que, argumenta, ese grupo no tenía consideración legal como organización. Para le Pen, lo que sería una medida convincente es prohibir la actividad de Milli Gorus.
Macron, solo en Europa contra el islamismo
En la batalla de Emmanuel Macron contra el islam político y el terrorismo islamista, de momento, se encuentra solo en Europa. Alemania, su principal aliado en la Unión Europea, ya ha sido víctima de la ira y el chantaje político del presidente Erdogan. La minoría turca en Alemania representa más de tres millones de personas, una fuerza que sus líderes pretenden convertir en "potencia electoral".
Ninguna sorpresa. Erdogan nunca ha ocultado sus intenciones. Ya lo dijo en 1997: "Las mezquitas son nuestros cuarteles; las cúpulas, nuestros cascos; los minaretes, nuestras bayonetas; los creyentes, nuestros soldados".
La cobardía, el clientelismo y la ignorancia de los políticos europeos se pone ahora en evidencia ante un problema que prefirieron obviar metiendo su cabeza bajo tierra para no acabar decapitados políticamente.