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Argentina apuesta a dejar atrás la 'cuarentena eterna' con la vacuna rusa Sputnik V

Crecen las expectativas en Argentina respecto al antídoto desarrollado por el Centro ruso de Epidemiología y Microbiología Gamaleya para contener la pandemia de COVID-19, que registra más de 1 millón de casos y de 30.000 muertes en el territorio nacional.
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Luego de la primicia obtenida por Sputnik del presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien confirmó que el país podrá adquirir 25 millones de dosis de la vacuna rusa Sputnik V anti-COVID-19, que llegarían a partir de diciembre, la sociedad ve con esperanza la posibilidad de que se comience a aplicar en trabajadores estratégicos y en población vulnerable, para superar las medidas de cuarentena que acumulan casi 230 días de corrido.

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Argentina trabaja anticipadamente en la importación y distribución de insumos necesarios para poner en marcha a nivel nacional, cuando se cuente con la vacuna en suelo argentino, de una campaña de inoculación masiva, que iniciaría con la inmunización de los trabajadores sanitarios y de seguridad, de mayor exposición al virus, además de la población de riesgo, unas 10 millones de personas, casi un quinto de la población.

"Se incorporará más de 2.500 vacunadores que pertenecen a escuelas de enfermerías de la provincia, que se sumarán a los más de 2.900 que ya se encuentran desempeñando sus tareas en el territorio bonaerense. Por otro lado, en la provincia ya se iniciaron los procesos de compra de jeringas, agujas, descartadores, algodón, elementos de higiene, conservadoras, heladeras, entre otros elementos esenciales para poder abastecer los puntos de vacunación", comunicaron a Sputnik desde el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.

La confirmación de que Argentina adquirirá la vacuna Sputnik V fue difundida luego de que la secretaria de Acceso a la Salud nacional, Carla Vizzotti, regresara de un viaje confidencial a la Federación Rusa, en el que una comitiva se puso al tanto acerca de los avances de las pruebas de fase 3 entre voluntarios de la población, iniciadas en septiembre.

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La vacuna Sputnik V completó los ensayos clínicos de fase 1 y 2 con una respuesta inmune humoral y celular estable en el 100% de los participantes. Actualmente, se encuentra en la fase 3, que incluye a más de 40.000 voluntarios de cuatro países. A fines de octubre comenzaron las negociaciones para registrarla en Brasil.

De la delegación que viajó a Rusia formaron parte integrantes del equipo sanitario de la provincia de Buenos Aires, el distrito más poblado del país y donde se registran las mayores cifras del brote local, con más de la mitad tanto del millón de contagiados totales como de los más de 30.000 fallecidos a nivel nacional.

Argentina ha tenido una extensa seguidilla de medidas de aislamiento, que comenzaron de manera estricta el 20 de marzo y continúan, aunque muy flexibilizadas y dependiendo del distrito, hasta la fecha, un período de casi 230 días.

"Ya no estamos en cuarentena, ya está casi todo abierto y liberado, lo único que falta es la escolaridad y eventos conglomerados, salvo regiones donde hubo picos importantes en el último tiempo. Hay que seguir evaluando cómo continúa la evolución de la circulación por si hay que tomar alguna medida, si hay algún rebrote o algo que haga pensar en un riesgo se va a volver a una fase anterior", dijo a Sputnik Ricardo Teijeiro, médico miembro de la Sociedad Argentina de Infectología.

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Existen protocolos para la movilización urbana y la reapertura de actividades comerciales e industriales en casi todo el territorio, pero los habitantes siguen teniendo que tramitar certificados de circulación, más limitados para quienes no son trabajadores esenciales, y la gran parte de los oficios informales y el turismo se mantienen en suspenso.

A pesar de los esfuerzos para aplanar la curva, entre mediados de septiembre y de octubre, Argentina transitó el pico de contagios. Esto llevó a que sectores de la sociedad cuestionaran la efectividad de las medidas de aislamiento, sin comprender que lo que siempre se buscó fue evitar el aceleramiento de contagios para no saturar en un corto plazo el sistema sanitario antes de darle un tiempo de preparación, sobre todo en las provincias.

"El inicio temprano de la cuarentena fue para preparar el sistema de salud, no se podría haber soportado una gran cantidad de casos porque no estábamos preparados, hubiéramos tenido muchos más muertos y desde mucho antes. Eso se logró, el sistema se robusteció, fue competente y no hubo rechazo de pacientes", explicó Teijeiro.

Luz al final del túnel

Mientras no haya cura para el virus, seguirán habiendo contagios, y las cifras no hablan por sí solas, por lo que no siempre es comparable la situación epidemiológica en países en lugares diversos, con extensiones territoriales y concentraciones poblacionales diferentes, donde los números están supeditados siempre al volumen y las políticas locales tanto sobre los testeos como del procesamiento de los datos.

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Argentina, país octavo en superficie y 31 en cantidad de habitantes en el mundo, con enorme densidad y concentración en el centro urbano de Buenos Aires, se encuentra séptima en el ranking de mayor cantidad de casos confirmados totales desde que comenzó la pandemia.

Ocupa el puesto número 12 en fallecimientos acumulados, un registro que suele ser más confiable porque puede confirmarse post mortem y no depende tanto de las políticas de testeos sobre la población con o sin síntomas.

El 2 de noviembre, el Ministerio de Salud argentino presentó un reporte sobre el impacto del COVID-19 en el país en el que afirmaron que se registró una nueva caída en diversos indicadores epidemiológicos y en el porcentaje de saturación del sistema hospitalario, que comenzó a descender en algunas jurisdicciones.

Mientras en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, donde vive un tercio de la población nacional, el promedio de casos diarios y muertes detectados comenzó a desacelerarse en las últimas semanas, en el resto del país la tendencia continúa a la inversa, un fenómeno que comenzó a finales de septiembre y que llevó a que se alcanzara el pico de contagios en octubre, cuando la curva de la metrópolis todavía no descendía y se disparaban los del interior.

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