La pandemia de COVID-19 puso en el centro el rol fundamental de la ciencia y la medicina modernas, en conjunto con la capacidad de contención estatal de los sistemas de salud y el poder de la industria farmacéutica en la carrera internacional por el desarrollo de una vacuna efectiva.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrolló un plan estratégico de cara a 2023 para el análisis riguroso y posible incorporación de tratamientos de la medicina tradicional, saberes de disciplinas milenarias como la medicina china o el ayurveda en India, que cuentan con respaldos oficiales en sus países. Recientemente, el organismo internacional autorizó investigaciones sobre remedios con hierbas naturales para combatir el COVID-19 en África.
En países como Argentina, donde son enormes las posibilidades curativas de la flora autóctona, ya que 80% de las especies locales cuenta con propiedades terapéuticas, es fundamental la continuidad e intensificación de las investigaciones científicas, cuando se acompañan con estudios de producción sustentable de las materias primas para asegurar su preservación.
La ingeniera agrónoma explicó que de las plantas superiores, de las cuales hay 330.000 especies registradas a nivel mundial, el humano ha cultivado, domesticado y desarrollado de manera agrícola y forestal únicamente hasta el 30%.
"Aproximadamente entre 70 y 80% de las especies tienen registros etnobotánicos de su uso, incluso las facultades que están asociadas a la farmacéutica y bioquímica, acerca de sus principios activos. Hay que estar buscando las poblaciones que muestren la mejor bioactividad para elegir de cuáles hacer adaptación a cultivo, para no tener una estructura extractivista", elaboró.
Enfoque multidisciplinario y sustentable
Fortunato aseguró que el enfoque que proponen desde la academia es uno multidisciplinario, que incluya los estudios químicos, los de biología molecular para conocer la variabilidad genética, instancias de farmacopea para descartar su toxicidad, y la agronómica para el desarrollo del manejo del cultivo. La propuesta pretende además asegurar un beneficio para la provincia donde se realicen los trabajos y la conservación de la biodiversidad.
"Para hacer las pastillas de valeriana se utiliza la especie euroasiática, que se produce muy poco en Argentina, la mayoría son extractos que se importan. Pero nosotros tenemos otras especies, como la valeriana carnosa, ñancolahuen, que hay en la Patagonia y que tiene la misma actividad sedativa, además otros antioxidantes que le dan una vitaminosis mejor. Los grupos originarios la llaman la planta que cura todo", contó la especialista en botánica.
La especialista comentó que desde el INTA lo que buscan es potenciar el cultivo sustentable, cuidadoso con el hábitat, que permita reemplazar la importación por producción local. Además, desde la academia se potencia el estudio de cada planta con potencial curativo como su desarrollo, desde su cultivo hasta sus derivados aplicados a lo científico.
La ingeniera mencionó varias plantas medicinales de gran potencial que crecen en el país. Como complemento para el tratamiento de la diabetes, las raíces del Yacón son utilizados como probiótico y edulcorante y las hojas de la planta Pata de Vaca tienen efectos que bajan el azúcar en sangre y son analgésicos.
La corteza del quebracho colorado chaqueño, del que ya se conocen sus propiedades para beneficios gástricos, así como las hojas del Aguaribay, se están estudiando por su potencial antiviral para el tratamiento de COVID-19, aseveró.
Además, existen las de aplicación cosmética, como el arbusto de la jarilla, que cuenta con acción antiinflamatoria y era usado para el tratamiento de hongos, del que se descubrió su potencial para prevenir la caída del cabello gracias a este tipo de investigaciones científicas.