"La ayuda de emergencia, para desgracia de demagogos y comunistas, no puede ser para siempre", expresó Bolsonaro en Twitter.
Desde abril, el Gobierno reparte 600 reales (106 dólares) al mes a desempleados y trabajadores informales, una ayuda que reciben más de 67 millones de brasileños y que está teniendo un enorme coste para las arcas del Estado.
Bolsonaro negó que esa ayuda social tenga un carácter populista ni que esté pensada para facilitar su reelección en los comicios presidenciales 2022, dado que según diversas encuestas su nivel de aprobación aumentó considerablemente en los últimos meses, en buena parte gracias a esos beneficios.
"Mi creciente popularidad inoportuna a adversarios y a gran parte de la empresa, que etiquetan cualquier acción mía como electoralista; si no hago nada soy omiso, si hago algo, estoy pensando en 2022", criticó el presidente.
Bolsonaro agregó que en realidad está pensando en 2021 porque habrá millones de brasileños sin empleo, sin renta y sin las ayudas especiales de la pandemia, que terminan en diciembre.
A pesar de ello, el mercado financiero ya reaccionó mal, el lunes 28 la Bolsa de Sao Paulo (sureste) cerró con pérdidas, temiendo que el Estado agrande su déficit con más gasto social.
En este sentido, Bolsonaro dijo que la responsabilidad fiscal y el respeto al llamado "techo de gastos" (la norma que impide al Estado gastar más que el porcentaje de la inflación del año anterior) son las guías de la economía, pero añadió que el Gobierno y los líderes de los partidos están "abiertos a sugerencias".
Por el momento, el Gobierno explicó que parte del dinero para financiar la "Renta Ciudadana" saldrá de un fondo destinado a la educación que no está sujeto al límite de gastos, algo que muchos analistas interpretan como una forma de maquillaje fiscal.