El 25 de septiembre, los jóvenes del mundo volvieron a tomar las redes sociales y las calles, aun en el marco de la pandemia de COVID-19, para denunciar lo que consideran el inminente colapso ambiental como consecuencia del modelo neoliberal no sustentable y para demandar a los Estados y al resto de la sociedad medidas drásticas para evitar la llegada a un punto sin retorno.
Adaptándose a las diferentes fases de la cuarentena vigentes en las distintas regiones del país, las organizaciones ambientalistas juveniles que siguen los pasos de la activista sueca Greta Thunberg diseñaron acciones de concientización en las principales ciudades.
La mayor actividad se dio en la ciudad de Buenos Aires, donde se realizó una marcha desde el Congreso nacional hasta la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede del Poder Ejecutivo. Además, las plataformas ambientalistas realizaron en línea conversatorios, talleres y acciones digitales bajo las consignas #EstamosEnCrisisClimatica, #LatinoamericaEnLlamas y #BastaDeFalsasSoluciones, directamente apuntado al poder político.
"Esto no es una marcha anticuarentena ni busca generar una grieta política, sino que estamos viendo que las agendas de los gobiernos lo único que hacen es profundizar una crisis climática y ecológica a través de las actividades extractivistas, que están degradando el ambiente y llevándonos a una situación límite, de estar literalmente al borde del precipicio", dijo a Sputnik Juan Esteche, coordinador de Acción en Alianza Por El Clima, una coalición de organizaciones ecologistas en Argentina.
Esteche, licenciado en Nutrición, destacó la importancia en la agenda climática de las consignas del movimiento antiespecista, dedicado a la defensa de los derechos de los animales como personas no humanas, relacionado al reconocido impacto de la industria ganadera en el calentamiento global, además de sus cuestionamientos éticos.
Argentina es uno de los principales países ganaderos y productores de carne del mundo, razón por la que fue objeto de las críticas de la propia Thunberg durante las movilizaciones climáticas mundiales de 2019, replicadas este año. La activista sueca criticó al país por no "prevenir los previsibles daños a los derechos humanos causados por el cambio climático al reducir sus emisiones con la mayor ambición posible" y "retrasa[r] las drásticas reducciones de las emisiones de carbono necesarias para proteger la vida y el bienestar de los niños".
Medidas positivas pero insuficientes
Esta semana, el Gobierno argentino realizó dos movimientos relacionados a la agenda climática importantes. Un día antes de la marcha del 25S, la Cámara de Diputados ratificó el Acuerdo Regional de Escazú, que establece garantías sobre el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la Justicia en asuntos ambientales en América Latina y el Caribe.
Además, a comienzos de la semana se anunció un paquete de medidas: un Plan Federal de Erradicación de Basurales a Cielo Abierto, un proyecto de Ley de Educación Ambiental, la implementación de un plan de financiación de proyectos socioambientales llamado Plan Casa Común y el traspaso del Programa Nacional de Prevención de Incendios y Manejo del Fuego al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
"Las iniciativas que presentó el Gobierno el lunes [21 de septiembre] son buenísimas, son todas positivas. Tenemos que construir a partir de la educación, así es como vamos a salir del pensamiento egoísta que ha tenido la humanidad. La agroecología es fundamental, también el tratamiento de residuos", consideró Esteche.
Pero advirtió: "Ninguna de las medidas ataca la crisis que vivimos hoy, no terminamos con el problema de raíz. Medidas que ayuden a mitigar el cambio climático serían decir basta de desmontes, basta de defender la frontera agropecuaria, frenemos la megaminería, no pensemos más en el petróleo como la salvación, esto incluye el fracking de Vaca Muerta, y empecemos a pensar en energías renovables".
Argentina registra 11 provincias con incendios masivos y dos de ellas con las llamas "fuera de control", según informó el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF). El 95% de los focos son provocados por intervenciones humanas, preparación de áreas de pastoreo con fuego y abandono de tierras. A esto se suma la ampliación de la frontera agropecuaria sobre los humedales y la deforestación. El calentamiento global y la falta de lluvias por el cambio climático evitan la reducción de las deflagraciones.
"La juventud es la más receptiva, es donde se potencia el cambio. Muchas de estas soluciones atentan contra nuestras costumbres, nuestras tradiciones, salir de nuestra zona de confort. Para personas que tienen seis, siete décadas de vida, que son los que tienen a cargo la administración del país, es muy difícil entender esto. ¿Cómo le decís a alguien de 60, 70 años que no está bueno que coman carne porque nos están dejando sin planeta?", consideró el activista, miembro de Proyecto Timón Verde.