Otra vez, la pista del dinero
20 millones de dólares. Es la friolera que invirtió EEUU entre 2019 y 2020 para los preparativos de las revueltas, denominadas protestas, desde el mismo día del acto eleccionario en Bielorrusia, de acuerdo al director del SVR, Serguéi Narishkin. Así, las protestas en Bielorrusia no fue algo que surgiera espontáneamente producto de la indignación por el resultado de unos comicios: fue algo largamente calculado, financiado y preparado.
Y es que la experiencia de EEUU en estas cuestiones ha quedado sobradamente demostrada. Incluso, Narishkin sentencia que EEUU se ha propuesto organizar una revolución de colores en Bielorrusia. Así, las palabras 'EEUU' y 'montaje' van enganchadas de la mano como si fueran sinónimo desde hace muchas décadas. No importa cuándo o dónde se lea o escuche.
Las cartas boca arriba
Por si quedaba algún resquicio de duda, Narishkin incidió en que los activistas más prometedores se trasladaron a países como Polonia, Lituania y Ucrania, donde recibieron la instrucción adecuada por parte de asesores estadounidenses especializados en protestas no violentas.
"Está claro: esto es una revolución de colores. Es de manual. Esto es como lo que se hizo en Ucrania, las dos [revoluciones]: la naranja y la del Maidan. Siguen todas unas mismas pautas: utilización de blogueros, de medios de comunicación occidental de forma masiva diciendo que 'aquello es insostenible'", señala el presidente del Observatorio Hispano-Ruso de Eurasia, Fernando Moragón.
"Y aunque en algunos casos en origen pudiera ser un movimiento espontáneo, rápidamente se hacen cargo de él quienes están interesados, fundamentalmente EEUU y sus aliados en cada lugar del mundo, como pasó también en el caso de las protestas en Hong Kong, donde quedó registrado en fotografías las reuniones de varios líderes de las protestas, sobre todo los más radicales, entrevistándose con miembros del cuerpo diplomático norteamericano en Hong Kong", recuerda el analista.
El telón de fondo
Al contextualizar lo que acontece en Bielorrusia, Moragón apunta a que dentro de Europa hay una división que tiene relación con el Nord Stream 2, que no se puede acabar por las presiones de EEUU sobre Alemania.
"Al mismo tiempo tiene que ver con esa fractura que hay en Europa en cuanto a Rusia, entre países que tienen una posición 'relativamente moderada', como puede ser Alemania, y países que son visceralmente antirrusos, como Polonia, los bálticos, como Ucrania —que está fuera de la Unión Europea [UE]—, y EEUU que se sirve de ellos para desestabilizar, tanto a Rusia como a la UE", observa el experto.
Asimismo, el analista añade que China y su Nueva Ruta de la Seda tiene en Bielorrusia uno de los centros logísticos básicos para llevar sus trenes a Europa. "De hecho las inversiones chinas en Bielorrusia son muy importantes en todos los aspectos. Es un país clave para China".
Las revueltas que vive Bielorrusia "es otra vez ir destrozando, socavando, la posible influencia que tiene Rusia en todos los ámbitos y en todas las relaciones" y contra la cual "hay una guerra híbrida brutal" de parte de Occidente, concluye Fernando Moragón.