El coronavirus no pregunta la situación económica de la persona antes de ingresar a su organismo. Sin embargo, datos estadísticos recogidos a seis meses de que la pandemia de COVID-19 llegue a Colombia parecen ratificar que, como en tantas otras cosas, los pobres colombianos se vieron más afectados por la enfermedad.
Así es como su último informe, divulgado a comienzos de septiembre, añade un dato llamativo: a partir del cruzamiento de las cifras de fallecidos con el censo de 2018, se obtiene el estrato socioeconómico de cada fallecido por COVID-19.
El resultado fue contundente: el 90,3% de los fallecidos por COVID-19 (o que fallecieron con un cuadro sospechoso de la enfermedad) entre el 2 de marzo y el 16 de agosto pertenecían a los estratos 1, 2 y 3, correspondiente a los sectores con menores recursos.
En Colombia, la estratificación de los hogares según sus recursos económicos se realiza tradicionalmente en una escala del 1 al 6, siendo 1 el nivel de menores ingresos y 6 el de mayores. Dentro de los estratos 1, 2 y 3 se ubica a los hogares que, por sus bajos recursos, requieren subsidios en los servicios públicos u otros programas de apoyo estatal. Los estratos 5 y 6, en tanto, son los de posición más acomodada.
De acuerdo al informe del DANE, el 34% de los fallecidos estaba en el estrato 1, el 35% en el estrato 2 y el 21% en el estrato 3. Así, puede decirse que casi 7 de cada 10 fallecidos por COVID-19 en Colombia pertenecía a los sectores más pobres de la población.
La mortalidad desciende abruptamente en los sectores más acomodados: los estratos 6 y 5 aportaron un 1% cada uno al total de fallecidos. El estrato 4, en tanto, representó el 4% de las muertes.
La desigualdad también se expresa en el nivel educativo. Según el DANE, el 35,4% de los fallecidos tenían educación primaria como su mayor nivel educativo alcanzado. Ya entre quienes habían accedido a secundaria, la mortalidad bajó al 13%.