Existen cientos de cables subacuáticos que conectan diferentes continentes y diferentes partes del mundo entre sí dando acceso más rápido a la red global. El número total de cables submarinos alcanza 300 y algunos de ellos yacen a profundidades enormes de varios miles de metros. Los cables más difíciles de construir son los que atraviesan los océanos.
Los cables más recientes han sido construidos para conectar dos lados opuestos del Atlántico del Sur.
En particular, se creó el Sistema de Cable de Atlántico del Sur —SACS, por sus siglas en inglés—, completado en 2018, que conectó el país africano de Angola con la ciudad brasileña de Fortaleza. Otro ejemplo de cable, pero este todavía está en construcción, es el South Atlantic Express —SAex — que, según lo previsto estará completado en 2021 y conectará Sudáfrica con Brasil y, luego, Virginia Beach (Estados Unidos).
Actualmente se baraja la construcción de nuevos cables de fibra óptica que conectarían los dos lados del océano Pacífico y aumentarían la velocidad de la conexión a la red global. Pero a los países que están involucrados en el proyecto les preocupa la posible participación de China que, desde su punto de vista, amenaza a la seguridad de datos. Justo por esa razón, EEUU y varios otros países preferirían excluir al gigante asiático.
Primer cable entre América del Sur con Asia y Oceanía
Uno de los proyectos vigentes es la construcción de un cable de fibra óptica entre Chile y Australia. Este será el primer cable en conectar la región de Asia-Pacífico con América del Sur. Chile recientemente ha elegido la ruta propuesta por Japón para este cable, informó el 29 de julio el medio japonés Nikkei.
En vez de Shanghái, el punto terminal del cable de unos 13.000 kilómetros será la ciudad australiana de Sídney: esta decisión se debe a la campaña estadounidense que busca mantener a China alejada de los proyectos de la telecomunicación global, subrayó la nota de Nikkei.
Según el Gobierno chileno, dicha ruta es recomendada por su coste y viabilidad, pero parece que la no participación de China jugó un papel mayor en esa decisión.
La propuesta japonesa a Chile tomó en consideración la dura posición de Australia en contra de la cooperación con Pekín. El ejemplo de las malas relaciones entre las dos partes sería la prohibición de Canberra a la empresa china Huawei de participar en el desarrollo de la infraestructura 5G en el país oceánico.
Entretanto, para Chile cualquier desenlace es ventajoso: el país busca convertirse en un centro digital de América del Sur y la conexión directa con la región Asia-Pacífico a través de un nuevo cable solo favorecerá el proceso.
La ruta de otro cable transpacífico, a punto de ser vetada
En junio, el Departamento de Justicia de EEUU publicó una recomendación de que otro cable que vincularía EEUU con la región de Asia-Pacífico circunvalara la región autónoma china de Hong Kong ya que, según el documento, existe el riesgo del robo de datos sensibles por las autoridades chinas.
Pacific Light, según los planes vigentes, tendrá una capacidad de procesar 120 terabytes de datos en un segundo: esto permitiría tener hasta 80 millones de videoconferencias de alta definición entre la ciudad norteamericana de Los Ángeles y Hong Kong.
El alboroto alrededor de los planes de excluir a China del proyecto de nuevo cable viene en el contexto de las tensiones entre Washington y Pekín que están involucrados en una guerra comercial sin precedentes.
Pero hay que tener en cuenta que la exclusión de China apenas ayudará a proteger los datos estadounidenses si tomamos en consideración que EEUU depende de China en la industria de la tecnología informática. Esto quiere decir que todas estas medidas precautorias pierden sentido.