En esta ocasión, el objeto de preocupación ha sido el misil hipersónico ruso Kinzhal. Según escribe Rottboll en su artículo para el periódico Berlingske, el problema radica en el hecho de que la OTAN no tiene nada para contraponer a esta arma.
"No sabemos con seguridad cuán lejos vuela el nuevo misil Kinzhal, pero una cosa es cierta: con su velocidad, precisión de impacto y alcance de al menos 1.000 kilómetros este cambia el equilibrio de fuerzas en el Ártico", señala el medio danés.
Para darles más peso a sus temores, Rottboll cita al teniente de navío de Dinamarca Anders Puck Nielsen, quien afirma que Washington no tiene otra elección que "encontrar una respuesta a los Kinzhal" rusos. De acuerdo con él, los radares de Thule son parte del escudo antimisiles de EEUU y actualmente no tienen casi protección.
Este no es el caso de los sistemas de defensa antimisiles de EEUU desplegados en Europa, que en cuestión de horas pueden ser convertidos en sistemas ofensivos al poder lanzar misiles con cargas nucleares contra blancos terrestres.
Ignorando estos hechos, el autor recalca que el ártico podría ser la manzana de la discordia, puesto que se trata de una región "con un gran valor simbólico" para Rusia, y EEUU hipotéticamente podría enviar sus buques de guerra a la ruta marítima norte.