Se sabe bastante de la historia de Simón Bolívar, un criollo de ideas transgresoras para su época que cambió la historia de su país y de todo el continente sudamericano. Sin embargo, tuvo un singular compañero del que poco se conoce, pero que estuvo con él durante buena parte de su vida: su perro Nevado.
Nevado, también apodado Simoncito, fue un regalo que recibió Bolívar de un campesino del pueblo de Mucuchíes, estado andino de Mérida, después de la batalla de Niquitao (1813), una de las triunfales contiendas de la Campaña Admirable, acción militar que logró la emancipación del oeste venezolano.
De la raza mucuchíes, llamada así por el nombre del pueblo, Nevado nació allí en 1813, y fue entregado de cachorro al libertador por el hacendado Vicente del Pino. Uno de sus empleados, Lorenzo Tinjacá, conocido como el indio Tinjacá, se había alistado a las tropas de Bolívar, y a su cargo quedó Nevado.
Nevado acompañó a Bolívar y a Tinjacá en varias batallas. Tinjacá y Nevado llegaron a ser apresados por el ejército realista, pero pudieron escapar durante la Batalla de la Puerta (1814).
El perro y su guardián murieron, tras años de lucha, en la famosa Batalla de Carabobo en 1821. Tinjacá, a quienes los oficiales del ejército libertador apodaban "El edecán del perro", fue herido intentando rescatar a Nevado.
Desde 1964 el mucuchíes es el Perro Nacional de Venezuela. En la plaza Bolívar de su pueblo natal, se erigió un monumento a Tinjará y a Simoncito.