Con mascarilla y los nervios a flor de piel, miles de jóvenes españoles encaran esta semana una prueba decisiva para su futuro profesional, que en 2020 llega un mes más tarde de lo habitual a causa de la pandemia del coronavirus.
Como sucedió en países como Italia o Corea, la crisis sanitaria y el confinamiento de los últimos meses marcaron el transcurso de los exámenes de selectividad a los que están apuntados más de 217.000 alumnos de toda España.
En pleno verano y entre estrictas medidas de higiene para prevenir contagios, la mayoría de regiones del país celebran las pruebas entre el 7, 8 y 9 de julio, en un contexto en que los rebrotes de COVID-19 que siguen creciendo por todo el país.
Alumnos y profesores de todo el país tuvieron que adaptarse a marchas forzadas a un formato de clases presenciales que evidenció los desequilibrios sociales entre los jóvenes, muchos de los cuales no contaban con los medios necesarios para seguir las lecciones desde casa.
Nacidos en su mayoría en el año 2002, estos chicos y chicas vivieron el último año de colegio encerrados en sus hogares, sin obtener motivación de los encuentros con amigos, las actividades extraescolares o los viajes de fin de curso.
Notas más altas tras el confinamiento
La situación de aislamiento no sólo afectó el ánimo de los jóvenes, sino también sus notas, ya que la dificultad para seguir el temario a distancia provocó una tendencia a engordar las notas.
En la región de Andalucía, por ejemplo, el porcentaje de alumnos que obtuvo el título de Bachillerato —la enseñanza secundaria en España— subió un 27% con respecto al año anterior.
La facilidad para hacer trampa en exámenes online, las facilidades de los profesores para aprobar a los más rezagados y el temario reducido generó una subida generalizada de las notas, algo que genera gran incertidumbre entre la comunidad estudiantil.
Algunas voces del país abogaron en los últimos meses por suspender las pruebas y dejar que el acceso a la universidad se base en la nota media del Bachillerato, no solo por los posibles problemas académicos sino también por el riesgo de contagios en un contexto en que el COVID-19 sigue activo.
Desde el Sindicato de Estudiantes de España, calificaron "la celebración de estos exámenes en la actual situación" de "una completa irresponsabilidad" que coloca a "miles de estudiantes ante un gravísimo riesgo de contagio".
"Si no nos jugáramos tanto, si no estuvieran en juego nuestro futuro académico y nuestra propia salud, nos reiríamos ante esta broma de mal gusto", manifestó el colectivo de alumnos españoles.
Pese a esta demanda, la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, descartó suspender las pruebas de selectividad para evitar interrumpir "el esfuerzo del alumnado, que está trabajando mucho y muy bien desde el pasado mes de septiembre".
Una selectividad entre rebrotes
Así, miles de jóvenes se concentraron este 7 de julio frente a universidades de todo el país equipados con guantes, mascarilla y gel hidroalcohólico bajo la dirección de agentes de las policías locales que velaron para evitar aglomeraciones.
Uno de los episodios más curiosos de la jornada se dio en la ciudad de Lleida (Cataluña), que desde el 4 de julio permanece confinada de nuevo tras un fuerte repunte de los casos de COVID-19.
Algunos alumnos de fuera de la comarca de Segrià —el territorio que quedó aislado—, pudieron entrar pese al confinamiento para examinarse en alguna de las sedes habilitadas en la capital de provincia, entre estrictas medidas de seguridad.
Exámenes en los pasillos, ventilación y desinfección de espacios, cuarentena de varias horas para los papeles antes de corregirlos y asiento asignado durante las pruebas son algunas de las medidas que alumnos de todo el país tuvieron que cumplir en esta jornada inédita.
Los responsables en España de Educación y Universidades sostuvieron en numerosas ocasiones durante la pandemia que ningún alumno quedaría atrás a causa del COVID-19.
Para ello, el Ministerio de Educación adaptó las normas de estructura y el contenido de las pruebas para dar mayor flexibilidad de respuesta a los inscritos.
Esto significa que los alumnos tienen más opciones para escoger en cada prueba, y pueden alcanzar una puntuación máxima pese a no haber estudiado los contenidos de algún trimestre.
Además, se permitió a los colegios dejar aprobar el segundo de Bachillerato con más suspensos que en otras ocasiones.
Universidades prevén una caída de matriculaciones
Pese a estas facilidades, algunas universidades españolas ya auguran un descenso significativo en el número de matriculaciones de cara al próximo curso.
Las autoridades de los centros prevén que la situación económica derivada de la pandemia haga que muchas familias no puedan costear la educación superior de sus hijos
Por su parte, la Universidad de Valladolid ya registró un descenso inicial del 6% global de preinscripciones en los másteres.
Otro de los factores que podría causar un descenso en las matriculaciones será la ausencia de los alumnos extranjeros, un hecho que se dejará notar especialmente en los estudios de máster, con un alto porcentaje de estudiantes de otros países.
En Madrid, por ejemplo, las universidades Complutense y Autónoma cuentan con alrededor de un 20% de estudiantes extranjeros en los posgrados.
El coronavirus y la crisis económica que trajo tocará de lleno en el frágil sistema de la universidad pública en España, que lleva años perdiendo inscritos a raíz de la subida de los precios de matriculación implantado por el anterior Gobierno de Mariano Rajoy.
A la espera de los resultados de las pruebas de acceso y la posterior oleada de matriculaciones, las universidades del país se preparan ahora para un otoño en el que las mascarillas y el riesgo de rebrotes seguirán siendo los protagonistas.