Repentinamente, varias fronteras de China han entrado en calor y son motivo de la campaña sinofóbica para la reelección del presidente Trump, apuntalado por su pugnaz secretario de Estado, el evangelista sionista Mike Pompeo, anterior director de la CIA.
Asimismo, la nueva ley de seguridad de China sobre Hong Kong, que gobierna bajo el axioma de "un país, dos sistemas", es motivo de la andanada propagandista de EEUU y su aliado Gran Bretaña y, en menor medida, de la Unión Europea.
También el hoy exacerbado nacionalismo chino exige la recuperación de Taiwán, lo que se conjuga con la movilización de tres portaviones estadounidenses en la cercanía de China.
Solo faltaba el estallido bélico en el valle del Galwan en las dos fronteras de la antigua Cachemira —colindancia de Ladakh y Aksai Chin—, donde EEUU tomó partido con la India y en contra de China.
Con el clásico truco de no citar su fuente, sino solamente a un "funcionario" sin identificar, el Financial Times induce el destino de la relación bilateral de la India con China: "En términos de opciones geopolíticas y económicas, la India buscará por otro lado", mientras califica la batalla en el valle del Galwan como un "punto de inflexión".
Financial Times no oculta que un "nuevo camino construido por la India" en el valle del Galwan fue motivo del breve encuentro bélico que se cobró la vida de 20 soldados indios.
La India cancelará varios contratos de obra pública con los grupos chinos y prohibirá 52 aplicaciones chinas, entre ellas la popular TikTok.
El rotativo británico alega que "la India es una pequeña preocupación estratégica de China, que tiene una economía cinco veces mayor y un mejor poder militar".
El exdiplomático indio M. K. Bhadrakumar comenta que el primer ministro indio Narendra Modi "liquidó su diplomacia Weibo" —Modi comunicaba con sus amigos chinos mediante la aplicación Weibo— y señala que "la percepción común entre los analistas indios es que las opciones del Gobierno para golpear a China son muy limitadas".
Global Times, portal oficioso del Partido Comunista chino, advierte a la India de "despertarse de las palabras huecas de Pompeo", el pugnaz secretario de Estado, quien aplaudió la prohibición de la India a 59 aplicaciones chinas, incluyendo TikTok.
El autor británico James Crabtree, quien hoy vive en Singapur, autor del best seller The Billionaire Raj, alerta que "una guerra comercial con China es una mala idea para la India".
Juzga que "la India enfrenta desafíos más duros con opciones militares limitadas", mientras que el primer ministro Modi es empujado a la "autosuficiencia y al proteccionismo (...) una estrategia que sería precisamente la mala manera de paliar la amenaza a largo plazo de una China ascendente", pese a que la India ha gastado en armas 71.100 millones de dólares en 2019: el tercer lugar mundial detrás de EEUU y China.
Crabtree justifica que "casi la mitad de las importaciones electrónicas de la India proviene de China, así como las dos terceras partes de los materiales que necesita para fabricar los medicamentos de su lucrativo sector de genéricos farmacológicos". Concluye que "la India tiene muy poca capacidad para herir a China económicamente, pero tiene mucha habilidad para dañarse a sí misma".
Según un reporte de Brookings India, las inversiones de China alcanzaron 26.000 millones de dólares y han financiado 92 startups, entre ellas 14 unicornios con un valor de 30.000 millones de dólares.
De acuerdo con SCMP, "los capitales chinos penetran casi cada aspecto de la vida cotidiana en la India".
Como si lo anterior fuera poco, también la India ha empeorado sus relaciones con la islámica Pakistán al expulsar a sus diplomáticos cuando EEUU pretende jugar la carta india y China la carta pakistaní.
Es probable que, antes de una nueva colisión de la India con China, se produzca un choque letal de la India y Pakistán que ya han padecido tres guerras anteriores.
La escalada entre las dos medianas potencias nucleares, la India (150 ojivas nucleares) y Pakistán (160 ojivas nucleares), ha llevado las tensiones a su paroxismo en el subcontinente indio. Por su parte, China cuenta con 320 ojivas nucleares.
No se puede soslayar que la colisión de China y la India en el valle del Galwan, parte de la región disputada de Ladakh en Cachemira, forma parte de todo un contencioso por el control de los tres pedazos de la antigua Cachemira de las que se han adueñado la India (Jammu & Kashmir/Ladakh), Pakistán (Azad Cachemira y Gilgit-Baldistán) y China (Aksai Chin).
Dejo de lado la disputa del Reino de Nepal —con 82% de religión hindú, como la misma India— con Nueva Delhi por la construcción de un nuevo camino en el paso Lipulekh que conecta el estado indio de Uttarakhand con la región tibetana de China.
Independientemente de las supuestas fragilidades militar y económica de la India —pese a la quimérica ayuda de EEUU que padece severos problemas—frente a China, cabe agregar dos aspectos trascendentales que redireccionarán la contienda: la postura de Rusia —hasta ahora neutral y que puede servir de gran mediador al mantener excelentes relaciones con la India y formar parte de la "asociación estratégica" con China— y el factor islámico de 1.800 millones de feligreses cuya mayoría sunnita apoya a Pakistán, mientras la India ha entablado óptimas relaciones con la chiita Irán en el puerto de Chabahar en el golfo de Omán.
La islamofobia del exacerbado nacionalismo hindú puede ser contraproducente a la India.