El arte siempre se ha plasmado en todo tipo de soportes. Desde las rocosas paredes de las cuevas hasta el suave lienzo, pasando por el mármol, la arcilla o el hierro forjado. En pleno siglo XXI, ha encontrado una nueva superficie, más allá de las técnicas digitales. Se trata de los billetes.
La intención de este proyecto es dar un enfoque distinto a las horas bajas por las que pasa el pequeño comercio, muy afectado por la crisis económica provocada por el coronavirus. Iniciativa a la que se han sumado artistas como Mauro Entrialgo o Jesús Marí Lazkano, además de centenares de pintores anónimo que han inundado Twitter e Instagram con sus obras.
Billetes que, en su mayoría, no están en circulación, ya que el Gobierno recomienda utilizar la tarjeta estos días para evitar el contacto y así esquivar a la enfermedad. No obstante, no habría ningún problema en utilizarlos. Según la Decisión del Banco Central Europeo del 19 de abril de 2013 sobre las denominaciones, especificaciones, reproducción, canje y retirada de los billetes en euro, los billetes que presentan anotaciones, números o frases cortas son igual de válidos que el resto. Eso sí, no se debe escribir sobre los números, letras y hologramas del billete. No obstante, eso no quita que haya negocios que por miedo no los acepten.
Una estrategia ya utilizada en ocasiones anteriores para llamar la atención de los compradores. En este caso, el fin no es económico. El objetivo es dar la mano a los negocios más pequeños, de los que un 20% desaparecerá según la Confederación Española del Comercio a causa de la pandemia. Promocionar un tipo de empresa cuya supervivencia se ha convertido en todo arte. Tanto como el de los coloridos dibujos de los billetes.