Cualquier empresa, o incluso país, que en la óptica de la Casa Blanca decidiera establecer relaciones comerciales con Venezuela, podría ser objeto de una medida punitiva por parte de la Oficina del Tesoro estadounidense.
Las consecuencias para una economía que depende de la venta de su petróleo en los mercados internacionales pudo verse en los anaqueles. Alimentos y productos de primera necesidad fueron los primeros en desaparecer de la vista del público.
Sin embargo, esta situación, aunque golpeaba a los venezolanos, también brindó la oportunidad para que apareciesen por todo el país iniciativas de pequeños emprendedores que buscaban darle un vuelco a la situación. Cinco años después de la firma del decreto de Obama, Venezuela sigue de pie y lo que comenzaron como pequeñas ideas productivas, hoy son una nueva realidad que se ha multiplicado y diseminado a lo largo y ancho del país suramericano.
"En tiempos de crisis unos lloran y otros venden pañuelos"
Milagros Rojas Cabrera es una joven caraqueña de 36 años que resume su experiencia con una frase que bien puede servir para titular una época. "Lo que más me gusta de haber emprendido en mi país es haber perdido el miedo a las dificultades", afirma.
Para Rojas Cabrera, creadora de la marca Carpaccio Store, una pequeña empresa que se encarga de vender alimentos preparados a toda el área metropolitana de Caracas, el cambio de actividad económica fue forzado por las circunstancias en el año 2017.
La profundización de las medidas coercitivas produjo un "debilitamiento del Estado que forzó una desmejora significativa de los salarios, lo cual nos impulsó a tomar la decisión de dedicarnos por completo a nuestro emprendimiento", comenta.
"Digamos que la vida nos sorprendió, no fue premeditado que Carpaccio Store se convirtiera en nuestra actividad productiva principal. A pesar de la crisis, a nosotros cada día nos iba mejor, los números no se equivocaban. No fue una decisión fácil entre tanta incertidumbre, pero creímos en nosotros, en el producto y en el país", detalló.
El momento más difícil, según Rojas Cabrera, por el que ha atravesado su emprendimiento de casi tres años, ha sido la reconversión monetaria de 2018: "En esa ocasión quedamos en el aire, el descontrol de los precios no nos permitió calcular adecuadamente la estructura de costos, lo cual nos llevó a pérdidas significativas".
Sin embargo, nada parece amilanar su entusiasmo por lo que ha decidido sea su vía productiva y aprovecha el espacio dejado por las grandes transnacionales para posicionar su proyecto.
"Por supuesto, los venezolanos hemos tenido una capacidad increíble de reinventarnos y sobrellevar las adversidades políticas y económicas a las que nos hemos enfrentado desde el año 2013. Como dicen por ahí: en tiempos de crisis unos lloran y otros venden pañuelos", afirma con entusiasmo.
"Personalmente he sido transformada por este proyecto"
Hindu Anderi no es una desconocida en el medio de la comunicación social del país. Esta venezolana de origen libanés ha destacado por su activismo político por la causa palestina y la causa árabe. En los últimos años, ha alternado su papel como periodista con una nueva faceta, la de emprendedora.
Creadora de la crema dental Risana, un producto endulzado con estevia y que se distribuye a través de las cajas de ahorro, oficinas de talento humano de las dependencias públicas, Consejos Comunales, Claps, organizaciones, consejos de trabajadores, Anderi sitúa en las consecuencias del decreto Obama el origen de su motivación para dar inicio a su pequeña empresa.
"En Venezuela comienza una carencia de los productos básicos. Yo comienzo a fabricar en casa champú, desodorante, esos insumos para la familia y también hice lo mismo con la crema dental. La llevé al trabajo, a mis compañeros les gustó y me insistían en que la hiciera para vender. Yo no estaba convencida porque la verdad es que nunca había hecho un emprendimiento de ese tipo, pero fue tanta la insistencia que me dedique a investigar en primera instancia el tema de la fórmula y a investigar dónde podía conseguir los insumos, algunos en Venezuela, otros importados. Viajé al interior de la república buscando otras experiencias de fábricas de crema dental y así fue ubicando los componentes: el carbonato, el mentol, en fin. Dije, bueno por qué no endulzarla en lugar de sacarosa, y con otros productos, con estevia. Así fui, poco a poco, manejando una fórmula propia", apunta.
Hindu Anderi considera que el camino para el pequeño emprendedor está plagado de dificultades. Acceso a apoyo financiero y también a la materia prima necesaria para la elaboración de la crema dental. Eso sin contar el envasado, lo cual viene a convertirse también en un nudo crítico que puede dar al traste con cualquier iniciativa productiva.
No obstante, la escasez de productos e incluso de que muchas empresas del sector de cuidado personal, haya decidido por miedo o chantaje dejar de producir en Venezuela o incluso comercializar sus productos en el país, es una ventaja competitiva que debe ser aprovechada por las ideas emergentes.
"Yo creo que la perspectiva del consumidor venezolano sí se ha modificado. No totalmente, quisiéramos que todo el mundo en Venezuela tuviera otra perspectiva de consumo, sin embargo, creemos que ya hay un nicho importante en Venezuela que no está viendo la marca tradicional, sino que está ocupándose de buscar un producto sano, de buena calidad y económico. Si esto significa un producto nacional es maravilloso porque además de eso estamos impulsando esa diversidad económica que es necesaria", opina.
"Después del lanzamiento de Risana al mercado, a pesar de que no es la crema dental a la que se lee está haciendo publicidad, creo que Risana, así como mi intervención en la televisión, la radio, en la prensa y en las redes sociales, sirvió para que otros proyectos de ese tipo salieran a flote, se dieran a conocer, creo que eso también es un elemento importante", agrega.
Desde su perspectiva, crear una red de emprendimientos debe verse como una prioridad que debe ser impulsada por el Estado venezolano.
"Creo que si hay en el país 50 proyectos o más, 100 proyectos, de crema dental no solo abarcamos el mercado nacional, sino que además de eso generamos empleo y generamos estabilidad, y podemos desarrollar el punto y círculo que señalaba el presidente Chávez, nuestro comandante eterno. Además, nosotros podemos pensar en no solo producir para nuestro país, sino exportar ese excedente para traer a nuestro país divisas, eso también es importante. Y el desarrollo como ser humano, porque creo que también estos proyectos te permiten desarrollarte y ubicarte en otro espacio, yo personalmente he sido transformada por este proyecto", concluye.
¿Sibaritas en medio de la crisis?
De proponente para la creación del petro en el año 2012 a productor de vinos, Emilio Hernández es un doctor en ciencias de la computación bastante atípico. Su vida transcurre en la creación de artículos científicos para las revistas más importantes del mundo y el añejamiento de las fresas y moras para la elaboración de licores artesanales.
Fronvinos es su última invención. En diálogo con Sputnik, Hernández reconoce que la idea seminal tiene la misma motivación, los efectos del bloqueo financiero y comercial impuesto por Estados Unidos y la restricción a una cantidad enormes de productos que se importaban.
"En esos rubros hay muchas oportunidades para emprendedores que pueden dar a conocer su producción sobre la base de precios más asequibles. Las redes de consumidores que se han creado también son la base de oportunidades para realizar ventas directas, sin intermediarios", puntualiza.
Para Hernández, hay que aprovechar la situación para ampliar las opciones dentro del paladar y el gusto de los venezolanos, marcados por la preferencia hacia vinos de uva importados. Sin embargo, esta situación "puede dar un giro hacia el consumo de vinos nacionales elaborados con frutas tropicales, no solo con uvas", añade además que "para eso es importante que el nuevo producto pueda cumplir las funciones del vino tradicional de uvas, como acompañar comidas o ser una bebida para ocasiones de intercambio social".
No todo depende de la voluntad y el entusiasmo. A juicio de Hernández, existen dificultades para los pequeños emprendedores que deben ser resueltas, con el fin de poder competir y llenar el espacio dejado por las empresas que se negaron a comerciar con el país a propósito de las sanciones.
"Como en muchos emprendimientos, se dificulta la entrada en ciertos mercados por falta de la permisología necesaria para la venta de productos alimenticios. La burocracia venezolana para crear microempresas y solicitar permisos sanitarios siempre ha sido muy engorrosa y lo sigue siendo, aparte de que los precios para solicitar los permisos son desproporcionadamente altos para alguien que comienza", señala.
"Se observa un cambio en las rutas de comercialización de muchos productos. Ya no son los supermercados y mercados municipales los centros a los que se acude masivamente a comprar. Se han creado vías más directas, como la compra en camiones que llegan con mercancía desde los lugares de producción o el contacto directo de los consumidores con los productores. Se ha incrementado la producción doméstica, artesanal y comunal, se han creado redes de consumidores y redes de intercambio entre productores y consumidores. En este escenario pensamos que podemos desarrollar nuestros productos, en contacto directo con redes de consumidores", sentencia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK