"Las ventas se han caído como nunca antes. He levantado ya a dos generaciones de mi familia a punta de yerbas, pero con esta 'abundancia de escasez' de clientes creo que el negocio me va a enterrar a mí", dice a Sputnik Rosa María Clavijo, una vendedora de yerbas en la plaza de mercado de Paloquemao, una localidad popular de Bogotá.
Rosa María agrega que el eucalipto, la yerbabuena, la manzanilla y otras yerbas usadas para la digestión, así como otras para la tos, son las que más se venden por ahora frente a las espirituales, como la ruda, arrasacontodo, abrecaminos y amansaguapos, que en medio de la cuarentena se le pudren en la trastienda por la falta de interesados en llevarlas.
"Con esto del coronavirus parece que no hay cabeza para más nada, ¡¿quién va a estar pensando en yerbas para atraer la prosperidad por estos días?!", dice otra mujer en la plaza.
Sin yerbas ni yerbateros
Sin clientes para yerbas también escasean los yerbateros que las recetan.
En los almacenes místicos, en los que se suelen encontrar adivinadores, espiritistas y hasta brujos —como se les conoce popularmente en Colombia—, hoy se asustan, y no precisamente por el futuro que puedan leer, sino por el presente aterrador que les ha significado la pandemia.
Pese a lo vacía que pueda verse la plaza, ofertas hay de sobra en internet.
Así, por ejemplo, la tienda virtual del Indio Amazónico, quien se hace llamar "el profeta de la nueva era" y quien es bien conocido en Colombia, ofrece consultas telefónicas para "cualquier parte del mundo y en cualquier idioma".
Incluso asegura: "Si me llaman de cualquier distancia le digo todo, les hago todo y les entrego todo para arreglar sus problemas. No fallo en una".
Ante la eficacia de estas consultas a distancia pueden surgir dudas, pero lo cierto es que hay testimonios de que los adivinadores no encuentran óbice en ello para realizar su trabajo, bien sea leyendo la mano por webcam o incluso interpretando el trasero de una persona a través de imágenes, en una práctica tan extraña como poco común conocida como rumpología.
El futuro visto desde atrás
El 20 de julio de 2018, durante la instalación del Congreso de la República para el periodo 2018-2022, el recién electo senador Antanas Mockus buscó silenciar a los congresistas que con sus charlas impedían la continuidad de la ceremonia y, entonces, presa del desespero, se aflojó su cinturón, se bajó los pantalones y le mostró su trasero a todos los presentes.
Aunque la rumpología no pasó de ese hecho curioso en Colombia, y su práctica es casi desconocida en el país, lo cierto es que su oferta también hace parte de las opciones que se consiguen en internet para adivinar el futuro, un mercado compuesto también por riegos, jabones, velas, esencias y rituales que prometen algún alivio para el alma en medio de las atribulaciones que puede significar para algunos el encierro por el COVID-19.