"La percepción es buena, pero hay que ser cautos". Rafael Duarte, jefe de servicio de Hematología y Hemoterapia del hospital Puerta de Hierro de Madrid, opta por la prudencia. Apenas llevamos unos meses desde que se dio a conocer el SARS-CoV-2, una variante de coronavirus procedente de Wuhan, en China, y no conviene apuntalar teorías. "Es demasiado pronto", concede Duarte, también coordinador del ensayo clínico denominado ConPLAS-19. Las expectativas, sin embargo, son positivas, según esta investigación iniciada en España. En el estudio, 32 hospitales y 19 centros de transfusión de 12 Comunidades Autónomas están utilizando el plasma de pacientes recuperados para tratar el COVID-19.
Para realizar este ensayo hay que calcular bien el procedimiento. Primero, tiene que pasar alrededor de un mes para extraer la sangre del paciente recuperado (España ya suma más de 250.000). "Al principio esperábamos al menos 14 días. Ahora ya es entre 14 y 28 días para recoger el plasma y poder ver el índice de inmunoglobulina (IgG)", comenta Duarte. Después, se está viendo que funciona en etapas intermedias de la enfermedad cuando es severa y no tiene casi repercusión en casos graves, derivados a UCI (Unidad de Cuidados Intensivos).
"Lo podemos usar en aquellos casos en que sea necesaria la hospitalización, pero no llegue a la UCI", incide Pablo Guisado, médico internista de la clínica Quirón de Madrid. "La respuesta de estos pacientes es inflamatoria y se puede aplacar", detalla mientras cuenta a Sputnik en su consulta que no se realiza un análisis común, sino que la donación es con aféresis, una técnica que separa los diferentes elementos de la sangre: la punción en una vena del brazo es similar, pero el tiempo es mayor, de unos 30 minutos. Además, el experto está comenzando una prueba para valorar la relación genética en las consecuencias más o menos graves de la enfermedad.
En este caso, los resultados aún tardarán en salir. Con el plasma, no obstante, ya hay algunos indicios de que puede funcionar. Duarte repite a menudo que es temprano para dar un veredicto, aunque hable de resultados "esperanzadores" y de que lo que han comprobado es que "es seguro".
Obviamente, el ensayo se ha ido afinando desde la aparición del coronavirus, a pesar del poco tiempo transcurrido. Tanto Duarte como Guisado diferencian entre las "series de pacientes" en los que se fijaron las observaciones del principio y las "investigaciones controladas" como esta u otras similares que están teniendo lugar el Holanda, Francia o Alemania. A veces, la evolución positiva se debía simplemente a su propia manera de neutralizar el virus y no a la acción del plasma. Además, hay otros ensayos clínicos repartidos por toda la geografía española para encontrar medicamentos o terapias preventivas.
"El valor del plasma hiperinmune sirve como tratamiento en situación de emergencia ante un virus desconocido", anota Duarte. "Ojalá se cree una vacuna", exhala el jefe de la investigación, "pero esto es una buena opción durante el tiempo en que esta aún no exista". Según cuenta el hematólogo, incluso con una vacuna hay muchos lugares donde no llega y este sistema es muy útil porque está ahí donde se encuentra la enfermedad, sin recurrir a agentes externos. "Puede que el acceso y la disponibilidad de los medicamentos o la vacuna no exista en ciertos sitios, y, sin embargo, el plasma de paciente convaleciente está ahí mismo", incide.
Su función ya ha tenido algún efecto en otros virus recientes como el Ébola, el SARS o la gripe A (H1N1), aunque la eficacia esté por probar. Duarte, en este sentido, vuelve a "pedir responsabilidad" para hablar de buenos resultados. O para plantear nuevos usos, como la extracción de otros elementos para realizar un medicamento. Tampoco está asegurado que para superar el COVID-19 haya que esperar a un contagio masivo.
Lo mejor, subraya el hematólogo, es seguir las indicaciones de precaución con mascarillas y pautas de higiene. Duarte ha encontrado en este virus "un reto importante" no solo por su facilidad de contagio sino por su agresividad y las posibles secuelas. "Se han visto alteraciones en el endotelio (la pared de las arterias) y de coagulación en sangre, causante de trombosis", advierte preocupado, aunque con la ilusión de un remedio cercano como el que está investigando.