La ciencia es la pregunta permanente. Se avanza a través de la duda y el conocimiento se obtiene ensayo a ensayo y error tras error. Si ya desde hace más de cien años Albert Einstein constató que no hay principios absolutos, en estas surge un virus del que los científicos apenas sabían nada.
Las incógnitas que suscita el virus SARS-CoV-2 obligan a replantear muchas cosas, entre ellas ciertos protocolos de actuación en materia hospitalaria. La cantidad de sobreinformación sobre la pandemia en los medios de comunicación de masas contrasta de manera inversamente proporcional con los datos fidedignos sobre el comportamiento del virus en el cuerpo humano. En esta carrera contra el tiempo, aún es muy poca la información científica veraz de la que se dispone.
Los respiradores y la mortalidad
En esta crisis que relativiza todo, el turno le llega ahora a los tan cacareados respiradores. En cuestión de días, todo el mundo supo lo que son los EPI (equipos de protección individual) y una pandemia y, por supuesto, los equipos de ventilación mecánica o respiración asistida. Debido a esa suerte de competición internacional por conseguir cuantos más mejor, ha parecido instalarse en el imaginario colectivo la idea de que un respirador es sinónimo de salvar vidas. Pero la realidad es mucho más complicada.
¿Son entonces los respiradores un riesgo añadido?
Hay que entender que la respiración mecánica invasiva es un procedimiento complejo y supone un extremo, el de insertar un tubo en la garganta del paciente y conectarlo a una máquina ventiladora. "Es el último recurso que tenemos ante una insuficiencia respiratoria refractaria", explica a Sputnik el doctor Gaspar Soriano Zaragoza, médico intensivista, quien recuerda que para proceder a la intubación de un paciente "primero hay que sedarlo". "A efectos prácticos", continúa, "es como si estuviera escayolado de cuerpo entero. Y esa sedación, junto con la infección, genera una superdebilidad, que luego dificulta la retirada de la ventilación mecánica".
"La extubación, el destete, es todo un problema, el paciente no puede expectorar secreciones, por ejemplo. El peligro no es el acto de extubar en sí, sino las consecuencias que tiene la ventilación mecánica", afirma el Dr. Soriano.
De la misma opinión es el doctor Pere Llorens Soriano, quien declara a Sputnik que "la intubación tiene riesgos, pero en esta enfermedad la intubación precoz es lo que les salva en fase inflamatoria". Este facultativo, jefe del Servicio de Urgencias del Hospital General de Alicante, subraya que cada paciente responde de manera diferente, por lo que no cabe un protocolo común. "Hay quien se beneficia de terapia con alto flujo en cánulas nasales y otros con ventilación invasiva con intubación precoz", dice. Y añade:
"Lo importante es no demorar la intubación si se precisa, o si se deteriora el estado del paciente".
¿Por qué no se utiliza tanto la ventilación no invasiva?
Este método prevé que el paciente pueda inhalar aire a presión, que puede administrarse a través de máscaras. Pero estas no ofrecen una adaptación hermética al rostro, por lo que se generan aerosoles y un riesgo de contagio para los sanitarios. "En nuestro hospital abogamos de entrada por la intubación precoz al cabo de 24 ó 48 horas, demorarla aumenta la mortalidad. Pero una intubación muy precoz también, por innecesaria", señala el intensivista Gaspar Soriano, explicando que el término medio es la ventilación mecánica no invasiva, "que es la que se está utilizando, aunque entraña más riesgo para el personal. Es una máscara conectada a un sistema que genera presión y el paciente inspira mayor volumen de aire y más oxigenado", detalla.
Este profesional de la salud se lamenta de que en su hospital la ventilación no invasiva ha sido poco utilizada "porque sólo disponemos de un aparato en la UCI". "No hay medios", recalca. "En esta crisis hemos tenido los recursos que hemos tenido". No obstante, la provisión de medios es una cosa y la profesionalidad de los sanitarios otra. "Hemos apurado mucho a los pacientes antes de meterles en la UCI, porque, hasta cierto punto, hemos visto que toleran muy bien la hipoxemia [falta de oxígeno en la sangre]", declara, antes de concluir:
"Pero cuando intubamos, entramos en una debacle. Pero es una debacle necesaria".
Terapias acorde con la literatura científica
La pandemia de COVID-19 y la celeridad con la que ha atrapado a todo el mundo, hace que la comunidad médica esté muy atenta a las publicaciones científicas, aunque a menudo se trate de estudios previos o sin grandes conclusiones. "Estamos tan ávidos de tener información sobre los fármacos", admite Gaspar Soriano, "que se leen artículos de reciente publicación para los que en condiciones normales se necesitaría más de un año de revisiones y filtros".
"Los respiradores no curan, lo que hacen es que el cuerpo aguante, te dan tiempo para que la medicación haga efecto o el mismo cuerpo se vaya curando. Si llegamos a ese extremo y estamos quemando el último cartucho, imagínate las probabilidades de muerte del paciente con independencia de la ventilación mecánica. No se distribuye bien el aire, los volúmenes generan una inflamación en el pulmón (volutrauma), hay riesgo de infecciones y el paciente está muy débil en el destete. Es susto o muerte, así que elijo susto".