Mientras avanza de manera controlada el coronavirus en Argentina, todavía se desconoce cuándo podrían volver las clases a las aulas, aunque se baraja la posibilidad de que sea en agosto, posterior a las vacaciones de invierno.
También es una enigma el impacto que tendrán las limitaciones propias del aislamiento y de las diferencias en la penetración tecnológica en los alumnos de enseñanza primaria y secundaria, sobre todo en los jóvenes de los estratos sociales con mayores dificultades económicas.
La realidad que se vive entre escuelas es muy polarizado. Existe una minoría de instituciones estatales a la que accede una élite de la clase media urbana, además de un puñado de colegios privados y subvencionados, que tiene la posibilidad de adaptarse a esta situación de emergencia con mayor facilidad. Pero no es lo que ocurre con el grueso de los niños y jóvenes cuya educación depende del sistema público.
En Argentina, 48,7 % de los menores de edad no tiene computadora y 47,1 % no tiene internet inalámbrico en su hogar. Además, 7,4 % de los hogares padece inseguridad alimentaria severa y 14 % habita en viviendas precarias, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA). En un país con 35,5 % de su población debajo de la línea de pobreza, 52,3 % de los menores de 14 años son pobres.
Implementando la educación a distancia
El Estado lanzó materiales de acceso gratuito para poder transportar de alguna manera las aulas a los hogares. Desde el primer día, se lanzó la plataforma virtual Seguimos Educando, con contenidos organizados para estudiantes según su nivel de escolaridad. Además, alcanzó un convenio con las empresas de telefonía celular para que el acceso a estos contenidos no consuma datos.
"La virtualidad no es solo el uso de una plataforma, es también el uso de correo electrónico, Whatsapp, Facebook, hay distintas maneras de ofrecer ese acompañamiento y hay mucho compromiso de parte de los docentes en todo el país. Coordinamos acciones en el marco del Consejo Federal de Educación con las 24 jurisdicciones, un trabajo mancomunado de evaluación del impacto", aseguró Trotta.
El acompañamiento tiene, desde el inicio de este ciclo lectivo tan particular, el apoyo del canal de la TV Pública y los canales educativos Encuentro y Paka Paka. Se trata de 14 horas diarias de programación a través de siete programas destinados a los diferentes niveles de enseñanza, además de contenido que se emite por Radio Nacional.
La escuela a distancia, un laboratorio de experimentación
"Nosotros la vimos venir por lo que ya pasaba en otros países y no nos agarró tan desprevenidos. Más bien nos obligó a acelerar un proceso que nuestra escuela ya venía impulsando, que busca superar los paradigmas del sistema escolar propio del siglo XIX", dijo a Sputnik Lucila Baccari, directora de secundario de un colegio privado bilingüe de la provincia de Buenos Aires.
Baccari explicó que su institución usa aulas virtuales que proveen diferentes plataformas, en las que los docentes cargan los contenidos y los alumnos tienen un cronograma que deben seguir por su cuenta, con acompañamiento a través de dos o tres sesiones grupales en línea por día, en las que saldan dudas con los profesores.
Opinó que muchas escuelas, sobre todo las privadas, quizás para justificar sus cuotas, cometen el error de dar por sentado que sus alumnos cuentan con conectividad y dispositivos personales pero desaprovechan la oportunidad, al querer continuar con las lecciones como si fueran presenciales a través de videoconferencias, aunque ella duda de la efectividad de este modalidad.
"Si hay algo que esto vino a enseñarnos es la realidad de las desigualdades. En Argentina hay casas donde la única conexión a internet es tal vez a través del celular de la madre que tiene un paquete de datos prepago básico, que no soporta que descarguen ni vean contenidos los chicos. Hay maestras de escuela que hoy lo que hacen es trabajo social en los comedores, porque la prioridad es la crisis alimentaria", dijo Baccari.