Se trata de la llamada "inmunización pasiva", que consiste en inocular anticuerpos neutralizantes extraídos de personas convalecientes, solución aplicada antes para tratar el Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, siglas en inglés) y el Ébola, entre otras viremias (enfermedades causada por un virus).
"De las estrategias sobre el uso de anticuerpos con posibles efectos terapéuticos, esta es la que está a más corto plazo de poderse probar para obtener resultados", confirmó esta semana en rueda de prensa virtual Román Macaya, presidente de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Macaya adelantó incluso que los comités nacionales de Bioética y Farmacoterapia analizará los protocolos de donación y recepción del plasma de personas curadas, para su posible uso en quienes aún luchan contra la enfermedad.
Una vez aprobada esta variante, serán necesarios donantes, o sea, pacientes que vencieron a COVID-19 y que no padezcan otros males de base, para evitar que el remedio sea peor que la enfermedad.
Carrera contrareloj por neutralizar al virus
Según reseña la Organización Mundial de la Salud, medio centenar de instituciones y empresas buscan una vacuna que inmunice contra la cepa detectada a finales de 2019 en la ciudad china de Wuhan (sureste).
El microbiólogo cubano Amílcar Pérez, máster en Virología por la Universidad de La Habana y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidade Estadual Paulista, Brasil, se muestra entusiasta con el uso del suero de personas convalecientes.
"Esta vía es impulsada en New York (EEUU, noreste) y ya tiene resultados clínicos preliminares en China. Su ventaja es que, a diferencia de la inmunización activa (vacuna), puede ser aplicada inmediatamente, pues se trata una estrategia con más de un siglo de utilización", destaca Pérez en su perfil de la red social Facebook.
Por lo pronto, los resultados de las pruebas realizadas en China a 10 casos graves en adultos mostraron que una dosis de 200 mililitros de PC fue bien tolerada, y podría elevar o mantener los anticuerpos neutralizantes a un nivel alto, lo cual llevaría a que en siete días desapareciera la viremia.
A su vez, los síntomas clínicos y los criterios paraclínicos mostraron mejorías en solo tres días, en tanto el examen radiológico exhibió diversos grados de absorción de las lesiones pulmonares en una semana.
Costa Rica ya tiene un plan
Ante el actual escenario, Costa Rica estudia diversas variantes de este método, que necesitaría de todos los pacientes que vencieron a COVID-19 en este país.
En esa cuerda, el Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica (ICP-UCR) apuesta por un tratamiento centrado en anticuerpos purificados, a partir de una tecnología propia y que cumple con los estándares internacionales de calidad.
La idea entonces es que el CCSS recolecte plasma de donantes recuperados, el cual sería analizado para verificar la ausencia de SARS-CoV-2 u otros patógenos, y luego el ICP-UCR se encargaría de producir los anticuerpos purificados.
Todo eso depende, claro está, de que el Ministerio de Salud conceda los permisos para un procedimiento inusual en Costa Rica, y de que las personas que derrotaron la enfermedad acceden a donar su plasma.