Una pareja que renuncia a celebrar su boda para evitar contagios. Una parroquia que se sumerge en las redes sociales para llegar a los confinados. Una jubilada que vuelve al tajo. Médicos y sanitarios trabajando por encima de sus posibilidades. O profesionales en la carretera guiados por su vocación. Son algunos de los ejemplos del rostro más positivo de COVID–19: solidaridad e ingenio para salir adelante.
Estas semanas de convivencia con la pandemia del coronavirus evidencian que no hay mejor momento para demostrar la generosidad que los momentos difíciles. El escritor Eduardo Galeano ensalzaba a la solidaridad por encima de la caridad, como vínculo transversal entre personas. La generosidad e inventiva de la que podemos ser testigos en las redes sociales para superar esta crisis son continuas, pero sirven además de pistas para las autoridades sobre cuáles son las necesidades más acuciantes en estos momentos.
La sanidad pública, una tabla de salvación mal mantenida
La doctora Mónica Lalanda y su proyecto Médicos Solidarios online nacen de "la necesidad de atender a pacientes que se sienten ansiosos o desamparados por problemas de salud ahora que es imperativo quedarse en casa y dejar así los medios médicos para lo grave y vital, el coronavirus". Lalanda ofrece un catálogo de servicios y personal cualificado ordenado en función de sus competencias.
Evita, además, que los pacientes en busca de soluciones caigan en la tentación de creer y confiar en fuentes no científicas.
Tras su llamamiento inicial a la comunidad científica, ha obtenido una respuesta inmediata y spectacular: "Se han puesto en contacto mas de 200 profesionales en menos de 24 horas. Nuestra plataforma es una forma imaginativa de canalizar a mucha gente que quiere echar una mano desesperadamente, incluso estando en activo, como es la mayoría de profesionales que se han sumado".
Justo ante de la llegada del COVID–19, los sanitarios andaluces estaban en pie de guerra debido al debilitamiento gradual de la estructura pública, lo que ha llevado desde el pasado verano a los facultativos a manifestarse semana tras semana. Reclaman cuotas de 46% de temporales y la insuficiencia de personal para cubrir bajas. De hecho, la inversión andaluza en sanidad es de las más bajas de España (1.150 euros por habitante al año). Con esas mimbres, no es de extrañar la necesidad de aportaciones exteriores como la de Médicos Solidarios online. De hecho, los sanitarios andaluces acaban de denunciar la falta de medios para combatir a COVID–19.
España, en la comparativa con otros países, destaca por el alto grado de contagios, 455 casos hasta el día 17 entre las batas blancas.
Renunciar al día más feliz por el bien común
Otro ejemplo de generosidad es renunciar a lo deseado por el bien común, por mucho que cueste. Lo sabe bien Gloria Díaz, de la localidad andaluza de Dos Hermanas. Jamás pensó que el día más feliz de su vida —como se suele subtitular en estilo cursi a los días de boda— sería una jornada de confinamiento.
"Pero nos resignamos y decidimos que teníamos que sacrificarnos por el bien de todos", alega. El suyo, de nuevo, es un ejemplo de generosidad, más por su actitud ejemplar y su resignación que por el hecho de que inevitablemente tenían que cancelar la celebración de su boda fechada para el viernes 13.
"Nos casamos y la verdad es que podíamos haber hecho la celebración, nuestras familias estaban reunidas para la fiesta, pero también estaban nuestros padres y mis suegros, que son personas mayors. Aunque duele, pensamos en ellos". El caso de Gloria contó con el agravio comparativo de que la organización de la boda y el banquete no propusieron cancelar.
"De hecho, pudimos ver cómo otras parejas sí celebraron su boda el mismo día que nosotros", dice satisfecha, "por suerte, viendo cómo han seguido los hechos a posteriori, me tranquiliza pensar que los otros fueron unos negligentes y que nosotros, por mucho que duela, hemos obrado bien".
Nunca es tarde para arrimar el hombro
Aunque Virginia Aguilar, tras una vida dedicada a la costura y la confección, había guardado su máquina de coser hace 10 años, no dudó en desempolvarla al inicio del confinamiento.
Supo que en la Iglesia Evangélica del barrio granadino del Zaidín necesitaban ayuda para repartir mascarillas, así que se hizo con tela y se puso a trabajar a sus 74 años. "Ya no puedo coser como antes —de hecho, tengo bastantes molestias—, pero si se trata de echar una mano, los achaques se aplacan por ayudar", confiesa. Aguilar enseñó a otras personas los trucos de la costura para que pudieran tener su mascarilla y en cuestión de días la Iglesia ya cuenta con unas 100. "Lástima que está todo cerrado y no encontremos los materiales para seguir cosiendo y ayudando a salir del paso. Ya sabemos que no son mascarillas profesionales, pero son las que tenemos y son mejor que no llevar nada", suspira.
Quédate en casa y si sales, te llevamos
El taxi es otro de los gremios afectados por el golpe de COVID–19. Con una amplia mayoría de autónomos, gran parte de ellos está pendiente de la relajación de cuotas y ayudas anunciada por el Gobierno.
Ramón Álvarez, Secretario de la Federación Andaluza de Taxi cuenta que, con las ciudades vacías, "tener el taxi en la calle no tiene sentido. "Las flotas están funcionando en la mayor parte de Andalucía al 50% por decreto, pero los servicios han bajado mucho más: hacemos solo un 30% de lo normal", analiza.
Álvarez espera que amaine el temporal y que el tráfico vuelva a fluir. Mientas, están "disponibles para cualquier necesidad": "Tenemos los medios y, lo más importante, la predisposición de ayudar".
La Iglesia llega a todos los rincones
El Barrio del Porvenir de Sevilla es un ejemplo de barrio conservador donde residen vecinos ancianos en su mayoría y familias numerosas. La Parroquia de San Sebastián, como todas, se ha visto obligada a cerrar sus puertas al culto, pero su actividad sigue influyendo en el entorno.
El seminarista Ignacio del Rey pensó en todos los fieles que se veían privados de asistir a misa y la noche del sábado 14 creó una línea para coordinar lo que podríamos llamar una ciberdiócesis. Con un sencillo llamamiento y una línea de Whatsapp, en apenas tres días ha congregado digitalmente a 1.400 fieles que, además, pueden asistir a las misas de la Parroquia por un canal de YouTube.
"Lo más importante ha sido la respuesta para establecer una vía de comunicación, muchas veces a la gente mayor les cuesta pedir ayuda, en esta pequeña comunidad que hemos creado por la red estamos al tanto de las necesidades y ya contamos con 57 voluntarios en un tiempo récord".
Los cometidos son sencillos. Van desde realizar la compra o ir a la farmacia hasta escuchar y prestar atención a los que más solos puedan sentirse estos días. "Espero que esta crisis nos ayuda, por sacar algo positivo, a echar el freno y valorar y dar la importancia a quien está a nuestro lado, nuestra familia", reflexiona el seminarista.
Confinados, pero sanos
Otro caso de ingenio a la vez que generosidad es el de Inma Cano. A través de su Asociación El huerto a la carta ofrecen productos de agricultura ecológica en mercados y estands. Obviamente, esa opción no es viable ahora, con todos los eventos cancelados. Así que se han organizado para repartir los productos a los clientes que ya tenían por costumbre comprar una cesta de la compra ecológica. "Estamos haciendo kilómetros de más", comenta Cano, "pero creo que no tiene sentido que nuestras frutas y hortalizas se queden sin consumir".
Con esta nueva modalidad de reparto, Cano está sobrepasada. "Tengo más de 200 mensajes sin leer", dice, y revela una reflexión sobre esta otra manera de consumir: "Me sorprende mucho viendo las aglomeraciones en supermercados que muchos clientes se ofrecen a repartir su compra si otros compradores se están quedando sin existencias. Esa generosidad es gratificante".