"Es un día muy especial para miles de mujeres que día tras día sienten que sus problemas son invisibilizados. Hoy es un día para juntarse y para sentir en colectivo que toda esa fuerza, porque juntas somos mucho más fuertes", declaró ante los medios de comunicación Nina Larrea, portavoz de la Comisión 8-M, principal convocante de la marcha en Madrid.
Sí hay datos de la participación en Barcelona, donde según la Guardia Urbana acudieron se manifestaron 50.000 personas, una cifra muy inferior a las 200.000 contabilizadas por la misma fuente en 2019.
También se produjeron grandes movilizaciones en ciudades como Valencia, Sevilla o Bilbao, entre otras.
Pese a que España registra ya 17 muertes y unos 600 contagios por la enfermedad del coronavirus (COVID-19), el Ministerio de Sanidad no desaconsejó la participación en las marchas y se limitó a recordar las recomendaciones generales, que invitan a quedarse en casa a personas con síntomas respiratorios.
De hecho, la jornada de movilización feminista contó con apoyo por parte del Gobierno español, que participó de forma activa en las concentraciones.
"Para quienes quieren seguir defendiendo el machismo y el patriarcado, aquí nos tienen a las mujeres jóvenes, a las mayores, a las mujeres que cada día se han convencido de que el feminismo es la propuesta que tienen para profundizar su condición de ciudadanas", señaló Calvo.
También participó en la marcha la ministra de Igualdad, Irene Montero (Podemos), que llega a la cita tras la aprobación por parte del Gobierno de un anteproyecto de ley impulsado por su departamento para blindar el "sólo sí es sí" en el Código Penal.
En concreto, el texto propone cambiar el Código Penal haciendo que las agresiones sexuales no se midan por el grado de intimidación sobre la víctima, tal y como ocurría hasta ahora, sino por el hecho de si hubo o no consentimiento, lo que desplaza el foco de la calificación penal hacia el agresor.
En la marcha también estuvieron presentes formaciones de derechas como el conservador Partido Popular o los liberales de Ciudadanos, cuyos representantes fueron abucheados por activistas feministas, que rechazan sus pactos con la ultraderecha de Vox en distintos territorios del país.
Vox, que no participó en la marcha, dedicó la jornada del domingo a celebrar una asamblea general en la que su presidente, Santiago Abascal, fue reelegido como líder del partido.
Tras su ratificación en el cargo, Abascal pronunció un discurso en el que cargó duramente contra los sectores feministas, a las que se refirió como "locas del odio".
Al margen de este tipo de comentarios, la jornada transcurrió de forma festiva, algo que se refleja en el hecho de que en la marcha de Madrid pudieron verse a decenas de mujeres llevando mascarillas moradas y letreros en los que se llama a tomar precauciones para no contagiarse del "virus del patriarcado, que mata a más gente que el coronavirus".
En lo que va de año un total de 14 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas en España, lo que marca un ritmo que, de mantenerse, situaría en 84 las asesinadas a final de año, una cifra situada muy por encima de las 55 víctimas mortales registradas en todo 2019.
Según las cifras oficiales, ya son 1.047 las mujeres asesinadas por violencia machista desde 2003, cuando se empezaron a contabilizar los casos.
Además de poner el foco en las mujeres asesinadas, la movilización feminista del 8-M también denunció cuestiones como la cultura de la violación o la brecha salarial.
La concentración de Madrid terminó con la lectura de un manifiesto que giró sobre cuatro ejes: la violencia, los cuerpos, la economía y las fronteras; un asunto que las activistas utilizaron para mandar un saludo internacionalista a las mujeres refugiadas afectadas por la situación en Grecia y Turquía.
"La Revuelta Feminista es que el 8 de marzo sea todos los días. Nos queremos vivas", concluyó el manifiesto con el que se puso punto y final a la concentración en Madrid.