Se han cumplido cinco años desde la llamada Ley Mordaza (en realidad, Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana). En ella se contemplan, entre otras cosas, penas económicas de entre 30.001 y 600.000 euros por protestar cerca del Congreso o de entre 601 y 30.000 por irrumpir en actos públicos. También hay un apartado correspondiente a las sanciones por beber en la calle, fotografiar a la Policía u organizar una manifestación a través de redes sociales. Desde que se entró en vigor, el 1 de julio de 2015, las faltas contra el orden público han pasado de las 1.765 registradas en 2014 a las 21.258 sancionadas en 2018. Algunas de estas han llegado a los tribunales y han saltado a la palestra pública por la magnitud o por la fama del acusado.
Por eso, preguntarse si existe en España la libertad de expresión es un interrogante en boga. Este jueves 13 de febrero, un grupo de afectados por la ley fue más allá: ¿Existe en España el derecho a la ofensa?, se demandaron los asistentes en un acto del Congreso de los Diputados. Lo organizaba la Plataforma por la Defensa de la Libertad de Información (PDLI). Ignacio González Vega, portavoz de la asociación Jueces y Juezas para la Democracia, indicó que "la libertad de expresión también está para ofender, porque el ordenamiento jurídico no protege el mal gusto".
"Hay que hacer también mucha pedagogía social. Es preocupante que los poderes públicos se aprovechen de la selva de internet y de su capacidad para coartar la libertad de expresión", espeta la integrante de la PNDI, que aclara que lo que ha pasado en estos cinco años no es solo consecuencia de la Ley Mordaza, sino que "una batería de medidas".
"No fue solo una ley: además una doble reforma del código penal. Y cumplió sus objetivos: ha conseguido criminalizar a voces críticas como tuiteros o cantantes con artículos que en teoría estaban destinados para terrorismo", esgrime.
Entre los afectados a los que se refiere está César Strawberry. Este cantante, líder de la banda de rap metal Def con Dos, cree que la Ley Mordaza "ha sido un desastre para los derechos individuales y colectivos". "Primero, por el miedo de que te vaya a buscar la policía y que te metan unas horas en la comisaría o que te expongan públicamente, como me pasó a mí, vulnerando tu intimidad. Esa ola represora ha generado mucho miedo, mucho desconcierto y mucha inseguridad jurídica. La reacción a eso es la autocensura, estamos dando margen al autoritarismo individual", expresa por teléfono a Sputnik.
Strawberry dice que estas medidas legales degradan la calidad de la democracia y afecta a la opinión pública, más proclive a la ofensa y a llevarlo todo por el camino judicial. "Parece que estar ofendido se ha puesto de moda. Y reclamarle reparación al Estado por esa ofensa se ha convertido en algo natural. Cuando en realidad el único problema que tiene el que se ofende es para sí mismo, por su piel fina". "La reparación para la ofensa es una cuestión personal. Que tenga capacidad para no escuchar aquello que le va a ofender. La hipertrofia de la ofensa está creando un debate desquiciado. Porque todo el mundo lo pide por vía jurídica y la vida pública se hace en un juzgado", insiste.
El viñetista Darío Adanti —y fundador de la revista Mongolia junto a Edu Galán— cree que este país atraviesa una época "horrible" para la libertad de expresión. "
Con la Ley Mordaza y la llegada del Partido Popular (PP), estamos pasando un retroceso. Y eso que ya teníamos una ley para las ofensas religiosas y otra para el delito al honor", responde en conversación telefónica. "Es importante saber una cosa: la libertad de expresión hay que enseñarla", afirma.
Adanti cuenta cómo la libertad de expresión empezó en Grecia y cómo fue lo que propició la democracia. "Esta es hija de la libertad de expresión y no al revés", matiza. "Todos los adultos tenemos la libertad de emitir lo que pensamos y de escuchar lo que piensan los demás", agrega, "soy adulto y tengo el derecho de escuchar todo y elegir las que más me convengan. Cuando se atenta contra la libertad de expresión no solo se atenta contra la libertad de expresión de uno mismo, sino que se atenta contra la capacidad de elegir qué escuchamos".