Cristián Pradenas Soto es un joven abogado chileno que llegó a Wuhan en 2014 para estudiar un doctorado en Política Internacional en la Central China Normal University. Allí se encontró con una ciudad "dinámica" que, gracias a su intensa actividad universitaria y la recepción de muchos estudiantes extranjeros, se presenta como sumamente cosmopolita.
Pradenas fue testigo de cómo, poco a poco, se cerraban los servicios de tren, metro y otros transportes públicos, al tiempo que el aeropuerto dejaba de funcionar. Pocas horas después de la orden, la circulación de personas en Wuhan ya había mermado casi en su totalidad.
"La vida en Wuhan ha cambiado desde el punto de vista de que ya no hay tanta gente en la calle. Muy pocas tiendas están abiertas", describió Pradenas.
A pesar del nuevo panorama, el abogado siente "tranquilidad" en la ciudad donde se originó el coronavirus, dado que "todos entienden que es una crisis y se preocupan de prevenirla usando máscaras y sanitizándose constantemente".
Gran parte de la tranquilidad de Pradenas proviene de su confianza en las acciones del Gobierno chino, que "ha hecho todo para poder controlar". El chileno destaca la construcción de un hospital para 2.000 personas en tan solo diez días, como un ejemplo claro de la eficiencia de las autoridades para atender el brote de coronavirus.
"Estoy sorprendido por la forma en que funciona el Gobierno chino. Es un país muy organizado desde lo grupal: las decisiones las toman sus líderes pero se adoptan por la globalidad de las personas. Dijeron que cerraba la ciudad y había que permanecer en casa y al día siguiente ya no veías gente en la calle y las personas usaban mascarillas", relató.
Pradenas destacó cómo el Gobierno de China siempre promovió la "calma" entre los habitantes de Wuhan. Algo que el estudiante de doctorado considera que se replicó dentro de la universidad donde vive.
De hecho, la propia universidad ha ido adoptando nuevas medidas para evitar exponer a sus estudiantes. La más reciente fue la resolución de instalar un sistema de envío de almuerzos para que los estudiantes puedan evitar al máximo salir de sus habitaciones.
Si bien el encierro es difícil, Pradenas trata de mantenerse leyendo y redactando algunos textos en los que ya se encontraba trabajando. "Hay que mantener la mente ocupada, haciendo cosas que sirvan, como estudiar, juntarse con amigos o tratar de cocinar en la medida en que se pueda", señaló.
Comunidad latina en Wuhan
Tras el inicio de la crisis en Wuhan, Pradenas decidió intentar contactar, por su cuenta, a otros chilenos residentes en la ciudad. Logró contactar a cuatro dentro de la ciudad y otros dos residentes en la provincia de Hubei. Así elaboró una lista que luego compartió con las autoridades chilenas y facilitó que el Gobierno de su país pudiera atender a sus connacionales.
Las conversaciones entre latinoamericanos apuntan, fundamentalmente, a compartir información y actualizaciones enviadas por sus respectivos gobiernos y las autoridades chinas. Para Pradenas, este tipo de acciones sirve para "unificarnos como comunidad latina y ver qué se puede hacer".
Estar en contacto es fundamental en un momento en el que, reconoce Pradenas, "existen muchas noticias falsas rondando y uno tiene que ser responsable con la información que distribuye".
¿Tranquilidad ante el coronavirus?
Pradenas remarcó además que, a pesar de lo sucedido, en Wuhan "no hay caos" sino "orden y personas obedeciendo a las indicaciones de la autoridad". Dos amigos chinos del chileno se encuentran colaborando como voluntarios o consejeros de las personas que tienen dudas, afirmó.
"Creo que la solidaridad y la ayuda son clave", sintetizó.