"Que la sociedad mexicana se haga cargo de buscar la terminación de la tragedia de la violencia generalizada y la impunidad, es el principal objetivo de la marcha", que recorrerá más de 100 kilómetros, desde Cuernavaca (sur) a la Ciudad de México, del 23 al 26 enero, dijo la presidenta fundadora y directiva de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, que data de 1989.
La convocatoria fue hecha por el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, creado en 2011, a "caminar como un deber ético frente al dolor y la muerte que no cesa, que crece, que amenaza con destruir todo".
Acosta señala que el objetivo no es solamente comenzar una interlocución directa con el presidente Andrés Manuel López Obrador sobre la gravísima problemática de violencia e impunidad que hay en el país.
Tampoco el objetivo es entregarle documentos al mandatario, que fueron elaborados para trazar una "hoja de ruta" para su administración, "porque nunca fueron atendidas debidamente las recomendaciones, que son producto de la experiencia de dolor y foros de familiares de víctimas, especialistas en temas de justicia y derechos humanos durante décadas".
"La suerte de las víctimas de esta violencia cruel que alcanzado grados de terror inaudito, ocupan un lugar bastante marginal en la agenda gubernamental, en la percepción de la opinión pública y en el debate nacional", lamenta Acosta.
Por esa razón, "el retorno de las víctimas a las calles es más importante que una reunión con el jefe de Estado", que ya adelantó que no recibirá personalmente a la marcha, y la encomendó al Gabinete de Seguridad Nacional.
Justicia transnacional
Sicilia eligió unos versos del poeta David Huerta para llamar a las víctimas a clamar su dolor: "Mordemos la sombra / Los muertos tienen manos/ Empapadas de angustia/ y gestos inclinados/ En el sudario del viento/ Los muertos llevan consigo/ Un dolor insaciable".
La fundadora y prolífica autora de obras sobre derecho internacional humanitario señala que "este proceso requiere la presencia de la comunidad internacional".
La justicia transicional "encara las heridas de situaciones de violencia masiva de alto impacto, exige medias de emergencia cuando las instituciones ordinarias están colapsadas, que es el caso mexicano" diagnostica Acosta.
Solo una nueva institucionalidad puede "procurar la reparación colectiva e integral de las hondas heridas sociales, con reformas que garanticen que no se van a repetir las atrocidades que hemos sufrido", agrega.
Este proceso exige "un mínimo de verdad y justicia a una enorme cantidad de víctimas", para construir un nuevo andamiaje estatal.
La respuesta del presidente, que insiste en atender las causas de la violencia, la marginación, la pobreza, la desatención de los jóvenes y lanzar campañas anticorrupción, es importante, admite la experta.
"Pero esas políticas sociales de largo plazo no van a resolver por sí solas el problema de la violencia y la impunidad, está comprobado en diversas partes del mundo que atacar la desigualdad son insuficientes cuando el Estado ha colapsado, es una visión muy limitada del problema", subraya la entrevistada.
Uno de los estratos más descompuestos del Estado mexicano es el sistema de procuración de justicia.
"Las fiscalías sin capacidad de investigación, muchas veces están podridas y son cómplices de las bandas de delincuentes", denuncia.
Los últimos versos del poema de Huerta que llama a caminar expresa: "Esto es el país de las fosas/ Señoras y señores/ Este es el país de los aullidos/ Este es el país de los niños en llamas/ Este es el país de las mujeres martirizadas/ Este es el país que ayer apenas existía/ Y ahora no se sabe dónde quedó".