La petroquímica Braskem lanzó un manual para sus más de 7.500 empleados en el que recomienda usar un lenguaje no sexista como herramienta para no perpetuar desigualdades entre hombres y mujeres.
También se recomienda usar el fonema "a" al hablar de mujeres trans o cis y las grafías "x" o "e" para dirigirse a personas de géneros no binarios.
El manual no se refiere únicamente al lenguaje, sino que incluye una lista de instrucciones didácticas con explicaciones sobre la sigla LGTBQ y las razonas por las que debe usarse el término orientación sexual en lugar de opción sexual.
El lenguaje inclusivo es un intento de crear opciones para sustantivos, con sus correspondientes artículos y adjetivos, que siempre se utilizaron en género masculino para referirse a conjuntos universales que también incluyen a las mujeres o a las llamadas disidencias sexuales.
Así, la expresión "los hombres" es sinónimo de humanidad, pero no lo es "las mujeres". Y cuando alguien quiere referirse a sus amistades femeninas y masculinas a la vez, tradicionalmente dice "amigos", cuando en rigor está excluyendo a las "amigas". Surgen así neologismos como "amigues", "chiques" (en lugar de chicos y chicas), o "niñes" (en lugar de niños y niñas).
Hay otras variantes, como reemplazar la vocal que determina el género (la letra "a" o la letra "o") por una "x". Así, en lugar de "estimado" o "estimada", se escribiría "estimadx", pero esta opción tiene la dificultad de volver algunas palabras impronunciables.
El ejemplo de Braskem y otras empresas de Brasil con la parálisis en el poder público, especialmente bajo el Gobierno de Jair Bolsonaro, que ha hecho de la lucha contra la llamada "ideología de género" una de sus banderas.
No obstante, en los últimos años hubo algunos intentos de que el lenguaje inclusivo llegara a la administración.
La propuesta de que ese tipo de lenguaje pasara a usarse en documentos oficiales fue rechazada por la Mesa Directora de la Cámara de Diputados, y desde entonces apenas ha habido avances.
El lenguaje inclusivo abunda sobre todo en círculos feministas y de la izquierda, pero no consigue traspasar todavía esa barrera y alcanzar a la mayoría de la gente en Brasil.