La guerra civil viene azotando Libia desde hace ocho años. El conflicto armado fue incitado por la primavera árabe que llegó al país africano en 2011. Después de varios meses de combates los partidarios del líder libio Muamar Gadafi sufrieron una derrota. El propio mandatario fue brutalmente asesinado por rebeldes apoyados por algunos países de Occidente. Sin embargo, la muerte de Gadafi no marcó el fin de la guerra como muchos lo esperaban.
Luego aparecieron dos bandos principales que pretenden apoderarse del control sobre el país entero. Un bando es liderado por la rama del Ejército sirio, encabezado por Jalifa Haftar y leal a la Cámara de Representantes de Libia. Otro es el Gobierno de Acuerdo Nacional —liderado por el político Fayez Sarraj—, que cuenta con sus propias unidades armadas y con la simpatía de Ankara.
En 2019 se vio una escalada en la guerra civil marcada por ciertos logros de las fuerzas de Haftar que llegaron a las cercanías de la capital del país, Trípoli.
El factor turco
Recep Tayyip Erdogan se reunió con Fayez Sarraj en Estambul el 27 de noviembre y firmó dos documentos muy importantes tanto para Ankara como para Trípoli. El primer acuerdo delimita las fronteras marítimas, mientras el segundo abarca la cooperación entre ambos países en el ámbito de seguridad.
Las declaraciones del presidente de Turquía sobre la posible participación de sus militares en el conflicto armado en Libia coinciden con las aspiraciones neootomanas de Ankara. En los últimos años —especialmente durante la Presidencia de Erdogan— Turquía participa mucho en los sucesos que tienen lugar en los países del antiguo Imperio otomano. Hemos sido testigos de numerosas incursiones en el territorio de Irak y de dos operaciones militares en el norte de Siria.
Sin embargo, es importante recordar que las operaciones en Siria e Irak tienen como meta combatir las unidades kurdas que, desde el punto de vista del Gobierno turco, representan una amenaza directa para su integridad territorial. Pero la política exterior del país otomano no se limita exclusivamente a las cuestiones de la seguridad fronteriza. Ankara quiere participar en la configuración del futuro de sus antiguas provincias. Esto explica por qué toma parte en las negociaciones acerca de Siria.
Al parecer Turquía siente que es su misión histórica ocuparse de los procesos políticos en dichos países. Libia no es una excepción. Esta nación antes formaba parte del Imperio otomano como el valiato de Tripolitania, por lo cual no es ninguna sorpresa el hecho de que Ankara esté interesada en la situación en este país africano teniendo en cuenta las tendencias que hoy en día prevalecen en la clase dirigente turca.
¿La intervención es una opción?
La pregunta principal en este caso es si la operación turca en Libia puede resultar exitosa. El traslado de las fuerzas turcas al país africano requeriría cubrir grandes distancias por el aire o por el mar.
Las tropas turcas pueden cruzar el mar porque disponen del transporte necesario. De hecho, Turquía ya tiene experiencia a la hora de participar en conflictos armados en un territorio separado por el mar. En la Operación Atila de 1974, las fuerzas turcas ocuparon la parte norte de Chipre. Sin embargo, la isla está mucho más cerca de Anatolia que Libia de esta.
La posible operación turca en Libia no parece una buena idea también por otra razón. Si Ankara decidiese involucrarse en la guerra civil libia, el país mediterráneo convertiría el segundo frente para el país otomano porque ya mandó sus tropas al norte de Siria. Además, las fuerzas turcas en esa zona no consiguieron sus metas, por lo cual es incluso menos probable que los alcance en Libia. En otras palabras, no es lógico para Turquía participar en dos guerras simultáneamente.
Otra incógnita es cómo reaccionará Rusia. También tiene sus intereses en la región. Erdogan en sus declaraciones indicó que discutirá con su homólogo ruso, Vladímir Putin, el apoyo que se le brinda al mariscal Jalifa Haftar por parte de Moscú. Entretanto, Rusia teme que el memorando de seguridad firmado entre Ankara y Trípoli pueda socavar la conferencia internacional sobre la resolución del conflicto libio que se celebrará en Berlín a finales de 2019.
A Moscú le convendría establecer un gobierno compuesto por todos los movimientos políticos de Libia, pero el papel más importante en él debería pertenecer al mariscal. Pero parece que Ankara no va a estar de acuerdo.