Las protestas tienen lugar en varias ciudades francesas simultáneamente. Se espera que este sea el paro nacional más grande de las últimas dos décadas, afectando a sectores públicos vitales de la sociedad gala.
Las manifestaciones buscan impedir la reforma del sistema de pensiones de Francia, una promesa electoral clave de Macron. De acuerdo con el Gobierno, la unificación de dicho sistema es crucial para mantenerlo financieramente viable a medida que la población gala envejece.
Los sindicatos, por su parte, argumentan que la introducción de un sistema "universal" para todos implicará que millones de trabajadores sean obligados a trabajar más allá de la edad legal de jubilación o, de lo contrario, aceptar una caída significativa en el valor de sus pensiones.