Ante la crisis que vive Hong Kong, los medios del Partido Comunista han venido explicando la situación desde diversos ángulos. Denunciaron la injerencia occidental en un territorio que forma parte de China, lo que está fehacientemente demostraron, en particular en el caso de los Estados Unidos.
En esta situación tan crítica, que puede poner en jaque toda la política exterior china, ya que Hong Kong es la tercera plaza financiera del mundo, el analista Alexander Casella recuerda en Asia Times que "Hong Kong no es indispensable para China, sólo útil". Creo que es una conclusión importante, que merece alguna explicación.
La ex colonia británica debe su prosperidad, en gran medida, a que durante largo tiempo estuvo aislada de la inestabilidad que vivió el continente, desde las Guerras del Opio, tanto por la intrusión de Occidente como por la incapacidad de sus elites de ejercer buenos gobiernos. Pero también permaneció al margen de las agitaciones posteriores al triunfo comunista de 1949, como la revolución cultural.
Después de consumada la revolución el 1 de octubre de 1949, para la nueva China el enclave presentaba algunas ventajas: "Hong Kong proporcionaba el único acceso a Occidente en un momento en que el país era literalmente sitiado por una coalición liderada por Estados Unidos", recuerda Casella.
En suma, "para China, Hong Kong es una anomalía heredada de la historia. En términos de tamaño y población es insignificante. Por el contrario se trata de una anomalía beneficiosa", en gran medida porque el enclave "no aspira a representar un modelo económico y político alternativo al que prevalece en el continente".
Hasta ahí algunos hechos más o menos objetivos. Lo más notable es cómo las autoridades chinas se han empeñado en conocer mejor el trasfondo de la situación actual, en particular qué ha impulsado a millones de jóvenes a salir a las calles de forma pacífica, entendiendo que las acciones violentas sólo representan a una minoría.
El oficialista Diario del Pueblo publicó un artículo editorial el 9 de septiembre con el sugestivo título: "Detrás del caos de Hong Kong hay problemas sociales profundamente arraigados". Sin dejar de denunciar la injerencia de EEUU, el artículo apunta a los graves problemas de vivienda que sufren los jóvenes como una de las principales causas de su incorporación a las protestas.
Sostiene que aunque las protestas comenzaron como rechazo a una ley para la extradición de delincuentes fugitivos al continente, "es obvio para muchos que el descontento se extiende mucho más allá del proyecto de ley".
Destaca un análisis de Demographia, una consultora sobre temas urbanos, para señalar: "Durante nueve años consecutivos, la vivienda en Hong Kong ha sido clasificada como la menos asequible del mundo". Agrega que el precio de la vivienda aumentó 20 veces más que los ingresos familiares en 2018 y en 2019. Una vivienda de 33 metros cuadrados en el centro de Kowloon se vende por 700 mil dólares.
"De 2004 a 2018, el precio de la propiedad aumentó 4,4 veces, mientras que los ingresos se estancaron, según las estadísticas", escribe Diario del Pueblo. Por eso buena parte de los jóvenes casados siguen viviendo con sus padres, en una situación que para muchos es como mínimo problemática.
Esta situación genera ansiedad en la clase media, que teme caer en la pobreza a la que pertenecen 1,3 millones de habitantes de los siete que viven en Hong Kong. La desigualdad es otro de los problemas, ya que la transformación de la ciudad industrial en ciudad financiera y de promotores inmobiliarios, ha generado una elite muy rica al punto que "muchas personas no están compartiendo los frutos de la prosperidad económica, en particular los jóvenes y los grupos de bajos ingresos".
En todo caso, el editorial defiende una tesis que dice que "para salir de la dificultad económica actual, Hong Kong necesita estar vinculado con China continental mucho más cerca y de manera más efectiva" y que el aislamiento del continente es la peor salida para la crisis actual.
Desde mi punto de vista, es encomiable que un gobierno como el presidido por Xi Jinping sea capaz de abarcar la diversidad de causas que están detrás de la crisis en Hong Kong, porque el realismo suele ser una de las características más notables de las potencias emergentes.