Los países vecinos y aliados de EEUU discuten por la decisión del Juzgado Supremo de Corea del Sur que ordenó a varias compañías japonesas compensar a las víctimas de trabajos forzosos que se realizaron durante la época colonial de Japón en la península de Corea (1910-1945).
En Tokio consideran que el problema relacionado con la compensación fue arreglado en el tratado firmado por los dos países en el año 1965. Este documento incluyó un paquete de reparaciones por un valor 800 millones de dólares.
El discurso político
El ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Taro Kono, declaró que Tokio está listo para tomar las medidas necesarias en aras de proteger los intereses de las empresas nacionales.
"Es extremadamente problemático que Corea del Sur esté dejando de lado unilateralmente una situación que viola el derecho internacional, que es la base de nuestra relación bilateral", declaró Kono, citado por The Korea Herald.
Además, el diplomático nipón urgió a que Seúl tome inmediatamente medidas para detener el proceso judicial bajo el que los demandantes se preparan para incautar activos de empresas japonesas, incluida Mitsubishi Heavy Industry.
A su vez, el Embajador de Corea del Sur en Japón, Nam Gwan-pyo, defendió a su Gobierno señalando que Seúl propuso crear un fondo conjunto como medida para solucionar la disputa. Mientras tanto, Taro Kono alzó su voz diciendo que Tokio ya ha había rechazado esta idea y tachó de "grosero" al diplomático surcoreano por haber vuelto a mencionar la propuesta.
Además, Seúl acusó a Tokio de militarizar el comercio para vengarse de la decisión del juzgado surcoreano. El país asiático protestó contra el endurecimiento de control por parte Japón sobre sus exportaciones de alta tecnología con destino a Corea del Sur. Esta medida afecta tanto a los manufactureros surcoreanos como a los suministradores globales de smartphones y pantallas. Ahora, Seúl planea entregar una queja en la Organización Mundial de Comercio, informaron medios japoneses.
Una medida polémica
Mientras que las medidas realizadas y planteadas por Japón abarcan la esfera comercial, en Corea del Sur suenan propuestas aún más polémicas. En particular, los legisladores de la provincia surcoreana de Gyeonggi propusieron ordenar a todas las escuelas de la región poner en los bienes japoneses etiquetas que digan: "producidos por empresas responsables de crímenes de guerra".
Los políticos surcoreanos compilaron la lista de 284 compañías que incluía a Toshiba, Mitsubishi and Hitachi. Se creía que todas estas empresas estuvieron implicadas en abusos, como trabajos forzados y esclavitud sexual, que fueron cometidos durante la Segunda Guerra Mundial.
"Estas empresas japonesas causaron un serio daño a los coreanos durante el gobierno colonial", se leería en las etiquetas en caso de que la propuesta fuera aprobada un día.
Gyeonggi rodea a Seúl y es una de las provincias más ricas de Corea del Sur con una población de 12 millones de habitantes, que constituye casi la cuarta parte de la población del país asiatico.
La ministra de Asuntos Exteriores de Corea del Sur, Kang Kyung-wha, advirtió que "era necesario revisar esta propuesta con cautela y tomar en consideración las relaciones diplomáticas".
La idea causó revuelo en los círculos políticos dentro del país. Así, la portavoz del partido opositor Bareunmirae, Kim Jeong-hwa, urgió al partido gobernante a diferenciar el pasado del presente. Además, acusó a la Administración del presidente surcoreano Moon Jae-in de promover la propaganda antijaponesa para "encubrir su incompetencia".
Trump toma la palabra
El 19 de julio el presidente estadounidense Donald Trump ofreció la ayuda de Washington para disminuir la tensión entre ambos países. Hasta este momento EEUU ha hesitado intervenir públicamente en la pugna entre sus dos mayores aliados en Asia. Trump declaró que el presidente surcoreano le preguntó si podría involucrarse en el conflicto.
"Me dijo que ellos tienen muchas fricciones ahora, en lo que se refiere al comercio. Japón tiene bienes que Corea del Sur necesita y él me pidió involucrarme. Pues si ambos quieren que lo haga, allí estaré. (…) Me gustan ambos líderes", declaró Trump a los reporteros reunidos en la Casa Blanca.