En 1918, los aviadores británicos John William Alcock y Arthur Whitten Brown decidieron aceptar el desafío propuesto por el diario local Daily Mail, que ofrecía una recompensa de 10.000 libras esterlinas para quien completara el primer vuelo transatlántico.
De acuerdo a las reglas del desafío propuesto por el diario, que desde 1906 pagaba recompensas por el cumplimiento de diferentes metas aeronáuticas, el cruce debía ser completado en 1919.
El tabloide prometía pagar el premio a "la primera persona que cruce el Atlántico desde cualquier punto en los EEUU, Canadá o 'Newfoundland' (actual isla canadiense de Terranova) hasta cualquier punto en Gran Bretaña o Irlanda en 72 horas continuas".
La recompensa estaba abierta a pilotos de cualquier nacionalidad y podía ser cumplida, incluso, con aviones construidos fuera del Reino Unido.
La fecha de despegue fue el 14 de junio de ese año, cuando Alcock y Brown despegaron desde la ciudad canadiense de Saint John’s con el objetivo de aterrizar en Clifden, Irlanda.
Los dos aviadores utilizaron un avión 'Vickers Vimy', un bombardero construido para la Fuerza Aérea Británica y de uso durante la Primera Guerra Mundial. Una vez culminada la contienda, el modelo de avión comenzó a ser utilizado con fines comerciales o para vuelos postales de larga distancia.
La dupla Alcock-Whitten Brown logró cumplir el desafío al recorrer los 3.630 kilómetros de distancia entre ambos puntos en aproximadamente 16 horas y 12 minutos. Antes, debieron atravesar la niebla y las tormentas y sobreponerse a varios problemas técnicos que pusieron en riesgo la operación.
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La hazaña quedó en la historia y los dos aviadores lograron hacerse del premio, que correspondería a unas 450.000 libras actuales. Días después, los dos aviadores fueron nombrados caballeros por el rey Jorge V.
Además de escribir los nombres de Alcock y Whitten Brown en la historia de la aviación, la travesía sentó las bases de la generalización de los vuelos transatlánticos. También en 1919, un dirigible logró sobrevolar el océano para trasladarse desde Reino Unido hacia EEUU.
Si bien le siguieron algunos experimentos de vuelos con escalas, como el de los oficiales de la marina portuguesa Carlos Viegas Gago Coutinho y Artur de Sacadura Freire Cabral, que en 1922 completaron el primer vuelo transatlántico desde Europa hacia el Atlántico Sur, la travesía de los británicos sirvió para sentar las bases para el desarrollo de la aviación comercial, que explotaría a partir de 1932 con los primeros vuelos regulares de pasajeros.
Si bien el sistema de escalas permite conectar prácticamente a todo el mundo, el desarrollo de los vuelos sin escalas a lo largo del tiempo es una muestra del avance de la tecnología y la industria aeronáutica.
A comienzos de 2019, la aerolínea Singapore Airlines lanzó el vuelo comercial sin escalas de mayor distancia hasta el momento: 19 horas de viaje para recorrer los 16.700 kilómetros entre Nueva York y la ciudad de Singapur.
Dentro de América Latina, el vuelo directo más extenso une las ciudades de Buenos Aires, en Argentina, con Ciudad de México. Las aerolínea mexicana Aeroméxico logra cubrir en 10 horas los casi 8.000 kilómetros de distancia entre las dos ciudades.
La conexión directa entre Ciudad de México y Santiago de Chile también es de las más extensas, aunque más corta: la aerolínea Latam cumple el vuelo directo en 8 horas y 50 minutos.
La preocupación por reducir el tiempo de los vuelos siempre caracterizó a la industria de la aviación comercial. La invención del 'Concorde' fue quizás una de las apuestas más ambiciosas en ese sentido.
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El trabajo conjunto de los fabricantes British Aircraft Corporation, de Reino Unido, y Aérospatiale de Francia permitió diseñar un avión de pasajeros capaz de sobrepasar la barrera del sonido y reducir a la mitad la duración de los vuelos comerciales.
El avión cumplió su primer vuelo en 1969, un año después del primer vuelo del Túpolev Tu-144, el primer avión de pasajeros supersónico del mundo, construido por la Unión Soviética.
El Concorde voló regularmente entre EEUU, Reino Unido y Francia hasta 2003, cuando fue retirado del mercado. Durante ese tiempo, llegó a cumplir vuelos hacia Maiquetía, en Venezuela, y Río de Janeiro, en Brasil.
Un siniestro ocurrido en el vuelo 4590 de Air France el 25 de julio de 2000, en el que murieron más de 100 personas, comprometió la reputación del modelo. Sus dos fabricantes anunciaron el retiro del mercado en 2003, alegando la disminución en la cantidad de pasajeros y los altos costos de fabricación.
En 2017, compañías británicas y estadounidenses anunciaron sus intenciones de revivir experiencias como las del avión que utilizaron durante décadas Air France y British Airways. Incluso realizaron pruebas satisfactorias.
Rusia parece ir por el mismo camino y el propio presidente ruso Vladímir Putin sugirió que el país dedicara sus esfuerzos a construir aviones supersónicos de pasajeros en el futuro inmediato.
Pero por el momento ningún experimento se acerca al sueño del expresidente argentino Carlos Menem, que en 1996 sorprendía a propios y extraños con la posibilidad de que desde Argentina despegaran "vuelos espaciales".
Aquella vez, Menem prometió que los aviones "van a salir de la atmósfera, se van a remontar a la estratósfera y desde ahí elegirán el lugar donde quieran ir". El invento permitiría viajar desde Argentina hacia Japón, Corea "o cualquier parte del mundo" en "una hora y media".
Aquel sueño, al menos por el momento, sigue sin concretarse.