Miles de personas disfrutaron la noche inicial de la primavera en la capital de México. El tránsito vehicular entre el Zócalo y el Palacio de Bellas Artes se cortó y se ejecutó un fuerte despliegue policial para asegurar la fiesta ciudadana. Mientras la ópera acababa desde el balcón del Museo del Estanquillo, la banda Gordixie Jazz Band ofrecía su música frente a la Catedral metropolitana.
Más al norte, en la plaza de Santo Domingo, la cantante alternativa Micca Mont empezaba su espectáculo. En medio, al costado de la Catedral —construida sobre el antiguo Templo Mayor mexica— distintos grupos de danzas prehispánicas rendían tributo al inicio del nuevo ciclo, quemando copal y haciendo retumbar los tambores hasta pasada la media noche.
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Pero sin dudas el centro de la fiesta fue el desfile de alebrijes mágicos, una expresión de la cartonería mexicana, tradición que forma parte del arte popular del país.
Alebrijes para todos
Más de 30 figuras iluminadas desfilaron en esta colorida celebración. Fueron elaboradas por diferentes colectivos de cartoneros, que trabajaron en conjunto con el Museo de Arte Popular para engalanar el centro histórico.
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Se dice que "alebrije" refiere a una "bruja pintada con alegría", que se traduce en animales o seres imaginarios, con partes mezcladas y vivos colores, tonos que suelen caracterizar el arte mexicano.
Los cartoneros crean los adornos que se usan en las festividades religiosas o de cumpleaños. Estos artesanos han sido parte fundamental de la juguetería mexicana y hoy son los creadores de las piñatas y muchas escenografías.
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Los escultores del cartón en la capital del país dieron vida a estos seres mágicos, sincretizando las leyendas prehispánicas de los nahuales, con los demonios y los ángeles de la conquista. Poco a poco, fueron dándoles forma con sus manos hasta convertirlos en alebrijes. En Oaxaca, se utiliza madera tallada para confeccionarlos.
Hay dos versiones acerca de su origen. Una que dice que en 1927, cuando Manuel Jiménez era un niño, tallaba en madera figuras con una navaja. Tiempo después comenzó a venderlas en casas de su Estado natal hasta que, en 1957, un norteamericano conoció su trabajo y lo llevó al extranjero. La otra versión, y la más reconocida, es la que atribuye su creación a Pedro Linares.
"Se dice que Linares, un cartonero de la Merced, enfermó con altas fiebres que lo hicieron alucinar con estos seres que en sueños le cantaban la palabra 'alebrije'", contó a Sputnik María Teresa Rodríguez, del colectivo de artesanas del cartón 'Hermanas Rodríguez' (HR).
"Cuando Pedro Linares se recuperó, decidió regresar a su taller para darles vida con su oficio y bautizarlos con ese nombre. Comenzó a llamar la atención de todo el mundo", agregó Rodríguez.
"Son seres imaginarios que salen de cada artesano, pero en conjunto son una representación de la cultura popular con el oficio de la cartonería", concluyó.
Cultura para niños
"Todo cuanto le rodeaba comenzó a convertirse en extrañas criaturas", escribió Linares en uno de sus diarios. Lo mismo sucedía en el Zócalo durante el desfile, cuando un jaguar con cuello de jirafa y alas de murciélago caminaba con el vientre encendido y colorido. Detrás venía un pez con cabeza de camaleón y tentáculos coloridos. Es Burbuja, un alebrije dedicado a los niños y las niñas.
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La gente podía acercarse y fotografiarse con los alebrijes, cuyos portadores detenían la marcha amablemente ante los miles de pedidos de niños, pero también de muchísimos adultos que dejaron que el colorido los entusiasmara.
"Salir, caminar y ser parte de estos recorridos debería de hacerse con muchos de los oficios. El trabajo de todos los artesanos de México debería ser reconocido y no perseguido", concluyó.