Fidesz, la formación del primer ministro húngaro, Víktor Orban, parece tener sus horas contadas dentro de la principal formación política de la eurocámara. Aunque eso pueda dar ventajas a sus enemigos.
En su reunión del 20 de marzo, el PPE puede estar obligado a votar el destierro de los eurodiputados del Fidesz. La decisión final dependerá de los 260 miembros de la Asamblea del PPE, pero la guillotina política será accionada antes por los patrones del partido de Orban, los cristianodemócratas (CDU) y los socialcristianos (CSU) alemanes, el verdadero poder de la principal formación del Parlamento Europeo.
Orban se convirtió en la oveja negra del "establishment" europeo cuando se negó en rotundo a seguir la política migratoria de Angela Merkel, en 2015. El Wilkomen de Alemania a los inmigrantes económicos y refugiados políticos de Oriente Medio cavó la fosa de la propia Canciller, pero antes se topó con el rechazo abierto de Víktor Orban y la hipocresía de la mayoría de los 28 gobiernos de la Unión Europea que, aplaudiendo el gesto de Alemania, ponía, sin embargo, todas las trabas posibles para no hacer efectivo el reparto por cuotas decidido en Berlín y Bruselas.
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El Fidesz (Alianza de los Demócratas Libres), el partido creado por Víktor Orban en 1988 —meses antes de la desaparición del Muro de Berlín— es el partido más votado en Hungría desde hace dos legislaturas, con índices de apoyo que ningún otro de sus, hasta el momento, partidos hermanos del PPE pueden soñar.
A partir de entonces, se acentuaron las acusaciones al gobierno húngaro de haber eliminado la prensa libre, de querer someter al poder judicial, de atizar el antisemitismo….
Pero lo que parece haber actuado como el detonante definitivo para la sanción máxima del PPE son los carteles que mostraban en las calles de Hungría un fotomontaje en el que Jean-Claude Juncker y George Soros aparecían con un texto que anunciaba un nuevo futuro plan para abrir las fronteras de la UE a otras olas de refugiados.
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El PPE lleva debatiendo en su seno desde hace meses la actitud que adoptar hacia su "oveja negra". Los partidarios de la expulsión de Fidesz encontraban hasta ahora la barrera de los dirigentes alemanes, que habían defendido a Orban hasta la aparición del último afiche propagandístico. Pero Merkel y el cabeza de lista del PPE, Manfred Weber, podrían haber ya optado por abandonar a su "hijo rebelde".
Hasta el momento, para los dirigentes del PPE era más conveniente mantener a Orban en su seno para "poder controlarle mejor". Pero, sobre todo, para no debilitar al propio PPE. Fidesz, con 12 diputados, es la tercera fuerza más importante dentro del partido de la derecha europea. Privarse de sus escaños es un riesgo de cara al futuro, pues en los sondeos para las elecciones continentales del 23-26 de mayo, el PPE pierde apoyos.
"Tontos útiles de la izquierda"
Orban contratacó en una entrevista al diario alemán Welt am Sonntag, en el que insistía sobre su admiración por el fallecido Helmut Kohl. El excanciller alemán acogió a Orban como protegido político hace 30 años y el jefe de gobierno húngaro insiste cada vez que puede en recordarlo. Al tiempo, Orban subraya sus lazos con el socio bávaro de la CDU, más comprensivo con su política antiinmigración.
Lo cierto es que, para otros dirigentes europeos el debilitamiento del PPE es una buena noticia. Así, Emmanuel Macron no oculta su deseo de ver a la derecha europea dividida. El presidente francés, que pretende crear una gran coalición "progresista" en el Parlamento europeo con capacidad de bloqueo, cuenta con su enemigo húngaro como aliado objetivo.
La derecha francesa preferiría mantener a Orban dentro de sus filas. Porque lo que teme es que, si Fidesz queda fuera del PPE, busque alianzas inevitablemente con los nacionalpopulistas, entre ellos, Marine Le Pen, que con el italiano Matteo Salvini y otros grupos euroescépticos son la pesadilla europea de la derecha, de la izquierda y de Macron.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK