La rata negra (rattus rattus) y la rata noruega (rattus norvegicus) invadieron y se propagaron por la isla Seymour Norte y el islote Mosquera del archipiélago. Aunque en 2007 se habían erradicado, a finales de 2017 los guardaparques de Galápagos volvieron a identificar ejemplares de estos roedores en la isla y el islote.
"Esas ratas tienen una forma muy rápida de reproducción, y no tienen especies depredadoras, entonces es complicado su manejo. (…) Las ratas depredan a los neonatos de estas especies, y también compiten por alimentos en términos de la vegetación", explicó a Sputnik la viceministra de Ambiente, María Victoria Chiriboga.
Desde que se constató el peligro inminente, el ministerio de Ambiente puso en marcha un plan para eliminar a los roedores, costó 640.000 dólares e implicó el desarrollo de tecnología específica para el proyecto.
"No existen otros de este tipo", aseguró Chiriboga.
Los 3.000 kilos de rodenticida fueron distribuidos en 184 hectáreas en Seymour Norte y en cinco hectáreas en Mosquera, se dispersaron aproximadamente seis kilos por hectárea; 48% fue repartido por 30 guardaparques, el 52% restante, por el dron, recargado con 16 kilos de veneno cada 15 minutos. En un día realizó aproximadamente 51 vueltas.
A su vez, el ministerio pagó a la compañía Bell Laboratories para que diseñara un cebo raticida especialmente para Galápagos, teniendo en cuenta las condiciones climáticas y ecológicas de las islas.
"Es un cepo específico para ratas, son dosis bajas (…) lo que hace el roedor es regresar a su nido, y normalmente muere ahí. Los guardaparques recorren la zona para verificar si algún roedor quedó muerto fuera de la madriguera, y retiran los cadáveres", explicó Chiriboga.
La viceministra también contó que se realizaron análisis previos de toxicidad que "indicaron diferentes rangos de riesgo en las diferentes especies presentes en Seymour", por lo que "se adoptaron medidas de mitigación en aquellas especies que son más vulnerables".
"El resto de [las especies tienen una] vulnerabilidad realmente muy baja, porque son cantidades muy pequeñas, y a animales más grandes no los afecta".
La viceministra recordó que la primera vez que se avistó la rata negra en las islas Seymour y Santiago fue en el siglo XVI, probablemente "fue introducida por barcos balleneros y piratas", luego se dispersó a la isla Bartolomé. En el siglo XVIII "parece haber habido una segunda introducción", en la isla Floreana y luego en San Cristóbal e Isabel. La tercera introducción, indicó la viceministra, ocurrió en isla Santa Cruz y Baltra, durante la Segunda Guerra Mundial. La rata noruega "es la más grande (…) la más agresiva", y fue reportada por primera vez en Santa Cruz en 1984.
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Chiriboga considera que esta última vez las ratas deben haber sido introducidas por los turistas, "pudo haber sido que en alguna embarcación en algún momento llegaron".